La canción que inspiró un restaurant
2018/07/0912:34H.

Gilbert Bécaud, un cantante y compositor francés, creó la canción Nathalie, en los años setenta. Más tarde hizo una versión en español, pero fueron los hermanos Arriagada quienes la popularizaron en América Latina. La canción cuenta la historia de un turista francés que se enamora de su guía en Moscú. Juntos recorren la Plaza Roja cubierta de nieve, la tumba de Lenin y toman chocolate en el café Pushkin. La letra concluye con el deseo de que algún día sea él quien le “sirva de guía en París”.
El encanto de la canción es que habla de un amor imposible y los amores podían ser imposibles en los tiempos de la Unión Soviética. El Estado determinaba la vida privada. Nadie podía viajar sin la autorización estatal y pocos dejaban sus ciudades, peor el país. Con el derrumbe del comunismo, se abrieron las fronteras y se multiplicaron los turistas. Muchos de ellos, decidieron buscar el café Pushkin de la famosa canción. Se llevaron una desilusión. El cantautor había creado el café en la lírica.
La demanda por el famoso local motivó a un comerciante a fundarlo y por su decoración y servicio hoy es uno de los más populares de la capital rusa. Está junto a la Plaza Pushkin. la Plaza lleva el nombre del gran escritor Alexander Pushkin, quien es para los rusos lo que Shakespeare es para los ingleses y Cervantes para los españoles. El restaurante fue inaugurado en 1999, coincidiendo con la celebración por el bicentenario del nacimiento de Pushkin y en la inauguración estuvo Gilbert Bécaud.
El Café Pushkin ocupa una casa de comienzos de siglo, que había sido propiedad de un rico comerciante que desposó a sus dos hijas con dos jóvenes alemanes. Ellos instalaron en la planta baja una botica y en los dos pisos siguientes sus residencias. Como es un patrimonio arquitectónico, la casa ha debido mantenerse casi intacta, lo que hace único a su ambiente. En el segundo piso, los visitantes pueden contemplar una biblioteca de 15mil libros, el más antiguo es un devocionario de hace más de tres siglos. También se exhibe una respetable colección de relojes.
El menú es excepcional. Sobre todo los postres. Los meseros cuentan la historia de cada uno de ellos. Así, un helado cubierto de caramelo es atribuido al chef de Napoleón Bonaparte. “Para evitar que se derrita, el chef lo cubrió de una esfera de caramelo que al encenderse se adhiere al helado”, cuenta el mesero, en un inglés entrecortado.
Como era de suponer, otra de las estrellas del menú es una taza de chocolate. Esta hecha con 85% de chocolate puro. Levanta muertos en los días fríos y estos sobran en Moscú. Al menos una parte de la letra de Nathalie. Se hizo realidad.