Denisse Molina, periodista de combate

Diana Romero
Denisse Molina, periodista de combate

Hace 16 años que Denisse Molina labora en Ecuavisa y para ella el periodismo siempre fue una obsesión.
 
Recuerda que a los 21 hizo una pasantía en el entonces canal SíTv y nadie la tomaba en serio porque parecía de 14. Aprovechó la llegada del presidente Hugo Chávez para participar en una cumbre presidencial en Guayaquil para abrirse camino.
 
“Cuando los mandatarios bajaron por las escaleras me metí entrelas piernas de la seguridad y con el vozarrón que tengo, grité: ¡Presidente Hugo Chávez! Se dio la vuelta y le dije: Presidente, un autógrafo por favor. Me hizo pasar en medio de la seguridad y le dije: Presidente, mi sueño es ser reportera, soy una simple pasante, pero si usted me da la entrevista estoy segura de que me van a contratar, de usted depende que haga realidad mi sueño. Me contestó: ¡Claro, tengo una hija de tu edad y me gustaría que también sus sueños se cumplan!”
 
¿Y adivinen qué? Denisse logró la entrevista y ese día la contrataron como reportera”. 
 
Prepararse y actualizarse 
 
Gracias a esa audacia, Denisse entró al mundo del periodismo y Ecuavisa se convirtió en su casa. Primero trabajó con Alfredo Pinoargote y luego con Carlos Vera,
pasando del segmento de la comunidad al noticiario de los sábados para finalmente presentar Televistazo al amanecer.
 
Denisse no tiene aire de diva, casi no gesticula, y tiene un tono de voz delicado. Confiesa que le gusta la música de antaño y que suele ser romántica. Aprendió
a tocar el saxofón con Lucho Silva y habla distintos idiomas. Es disciplinada, se levanta todos los días a las cuatro de la mañana y nunca dejó de prepararse y actualizarse.
 
Hizo una pasantía en CNN, se preparó en oratoria con Ismael Cala para ser conferencista internacional, y ahora sigue una clase de economía para periodistas
y pronto empezará una maestría de comunicación y política.
 
Una de las coberturas que más recuerda es la que realizó sobre el sicariato, entrevistando a uno de los hombres más peligrosos en situaciones extremas. La otra fue cuando llegó el papa Francisco al Ecuador en 2015.
 
La suma de todos los miedos
 
Denisse es una mujer casada, madre de dos niños y su puesto en Televistazo al amanecer le da un status de periodista respetada en todo el país. Pero a principios
de marzo de 2020 su mundo cambió para siempre.
 
“Ha sido la primera vez que el miedo y dolor se apoderaron de mí”, recuerda la anchor de la mañana. “Un virus desconocido se llevó a algunos colegas y un familiar. La muerte rondaba en mi círculo cercano en la ciudad de Guayaquil”, sentencia.
 
 
Para evitar contagios y proteger al máximo a sus empleados, Ecuavisa decidió dividir el equipo en dos grupos: debían ir a trabajar los menos vulnerables, es decir, los más jóvenes. Así que Denisse estaba una semana de forma permanente en el canal y la otra en casa.
 
“La primera semana que estuve en casa fue la más dolorosa, pues recuerdo que falleció un familiar, nuestro coordinador de noticias de Guayaquil, Víctor Hugo Peña, con quien había hablado dos días antes, además del dolor por la partida de mi exjefe Ángel Sánchez, quien ayudó a formar mi carrera periodística. Estaba devastada. No dejaba de llorar. En ese momento recibí la llamada de mi mamá llorando desconsoladamente, suplicándome que renuncie". 
 
La joven periodista no podía creer lo que estaba pasando. De repente su mente se quedó en blanco, por primera vez experimentaba un ataque de ansiedad, pánico de ir al trabajo y exponerse al virus.
 
“Sentía miedo de contagiarme y contagiar a los míos. Veía a mis hijos, a mi esposo -que el año pasado tuvo un episodio cardiaco y sería vulnerable al virus- y me sentía culpable de ir a trabajar. Sentía que si me contagiaba y los contagiaba a ellos jamás me lo perdonaría. En medio de esa crisis de pánico hice una llamada a un directivo para poner mi renuncia, y afortunadamente no me contestó, sino, ya no estaría en el canal”.
 
Esa noche, Denisse rezó mucho; estaba confundida, asustada... En medio de las lágrimas le pidió a Dios que la iluminara, que aclarara sus ideas... “Por un lado me sentía responsable de lo que le podía pasar a mi familia, pero por otro lado me sentía profesionalmente fracasada, cobarde. ¿Cómo podía irme en el momento más complejo, donde la información era vital? ¿Cómo podía hacerle eso al canal pero, sobre todo, cómo podía hacérmelo a mí misma?”.
 
Al siguiente día, la reportera amaneció con mucha paz y decidió que iría a cumplir con su trabajo y que el día en que deje esta profesión será porque haya tomado
la decisión de hacerlo, pero no embargada por el miedo.
 
En las manos de Dios
 
El coronavirus cambió al mundo entero. Denisse, siente que la hizo más fuerte y comprendió definitivamente por qué el periodismo es su vida, ya que ahora más
que nunca sintió esa vocación de servicio que da valor a la hora de enfrentar situaciones de alto riesgo.
 
“He puesto todos mis temores en las manos de Dios. Soy muy devota al Cristo del Consuelo; ahora una estampita me acompaña todos los días al trabajo, va pegada en el interior del saco o traje con el que voy al canal. Al salir de casa me encomiendo y encomiendo a los míos. Por suerte mi esposo ha podido
trabajar desde casa todo este tiempo y lo seguirá haciendo por muchos meses más. Sé que estaremos bien, que el Ecuador saldrá de esta crisis sanitaria, que habremos aprendido a valorar la vida, ser menos materialistas y apreciar lo que realmente importa”.