Creatividad, historia e identidad en arcilla

Redacción
Esta actividad llegó hace 17 años de la mano de un antropólogo belga

En Mascarilla, provincia del Carchi, se hacen máscaras de barro. Once integrantes de esta comunidad afroecuatoriana cuentan su historia y su identidad a través de sus creaciones.

“En las máscaras contamos la historia del negro que no nos dieron en la escuela”, afirma Paquita Acosta, del Grupo Artesanal Esperanza Negra. Ella amasa las alegrías que le transmite la bomba (música afroecuatoriana) y también los recuerdos de aquellos momentos en que los afrodescendientes eran esclavos de las haciendas del Valle del Chota.

Junto a ella, cuatro hombres y seis mujeres ciernen la arcilla y la dejan reposar en agua durante 20 minutos. Luego colocan el barro sobre una teja o un tubo de PVC para darle forma a la máscara que es cocida en el horno. Finalmente la pintan, en algunos casos con betún de zapato, para que tenga el característico toque de madera y le colocan un colorido pañuelo.


En la tienda comunal se exhiben las máscaras. Los precios varían
desde un dólar hasta 50 dólares. De ese valor, los artesanos
dejan el 10% para gastos administrativos.

Este oficio llegó en 1998 de la mano de un antropólogo belga, quien les enseñó a moldear la arcilla. Pero los habitantes de Mascarill le pusieron su creatividad, en el que combinaron su legado africano y sus vivencias en El Chota, cuna de varios de los futbolistas profesionales que han vestido la camiseta de la Selección.

Acosta cuenta que el nombre del pueblo es solo coincidencia. En la Colonia, a sus antepasados los elegían porque eran los más “karillas”,  palabra kichwa que significa valiente y corpulento.

En la tienda artesanal, ubicada en la comunidad, se exhiben y se venden las máscaras. Los precios varían desde un dólar hasta 50 dólares. De ese valor, los artesanos dejan el 10 por ciento para los gastos administrativos del grupo.

Esta es una fuente de ingresos complementaria a la agricultura. En este sector se siembra fréjol, guayaba, aguacate, camote, hobos (ciruelas), entre otros productos. A través de estas dos actividades, ellos quieren quedarse en la tierra andina que los acogió desde la Colonia.