Bajo el suelo del museo

Ileana Matamoros
Gustavo Vinueza Vásquez es el arquitecto autor del diorama que recrea el contexto del hallazgo. Contó con la asistencia de Pedro Maldonado, Emeldo Solís y Tomás Oleas. Foto: José Dimitrakis

Hace año y medio en el Museo Municipal, mientras se realizaban obras de ampliación (se excavaba el “patio este” para instalar un ascensor), grande fue el asombro de los trabajadores y el arquitecto a cargo de la obra: encontraron huesos humanos. El director del museo ordenó detener la excavación de inmediato. Desde este mes el lugar de hallazgo es una sala de sitio. Dos ventanas permiten a los visitantes observar los restos óseos de siete personas en el punto exacto donde se encontraron, a dos metros bajo nivel del piso. Según las investigaciones se trata de una fosa común de mediados del siglo XIX.

Donde hoy es el Museo y la Biblioteca Municipal, estaba la iglesia de San Agustín de la llamada “Ciudad Nueva”. El descubrimiento tuvo lugar en lo que era el terreno aledaño al lado oeste de la antigua iglesia. Antes de que existiera el Cementerio General, inaugurado y bendecido por Simón Bolívar en 1823, era común que cada iglesia tuviera su pequeño camposanto , pero el descubrimiento bajo el suelo del museo tiene una particularidad: “No encontramos ningún resto de metal de hebillas de cinturones o zapatos, ni botones, clavos o madera de ataúd… algo muy extraño”, recuerda el director del museo Víctor Hugo Arellano.


Víctor Hugo Arellano, director del Museo
Municipal, junto a una de las dos ventanas
de las catacumbas. Foto: Freddy Moreno

El estudio histórico y arqueológico ha determinado que los siete cuerpos que allí yacen pertenecieron a víctimas de la terrible fiebre amarilla de finales de 1842, que mató a la tercera parte de los habitantes de Guayaquil. “Mucha gente se enterraba en las iglesias…nadie quería cargarlos tan lejos (al cementerio). Los sepultaban envolviéndolos en las sábanas de las camas, casi sin tocarlos, para evitar el contagio.

Muy probablemente estas personas eran feligreses de San Agustín”, explica Arellano, “los cadáveres están alineados uno junto al otro, de norte a sur, Esto nos lleva la conclusión de que fue una fosa común”. Otro indicio ayuda a determinar la época de este enterramiento: el terreno excavado presenta varios pilares de mangle que pertenecieron a una edificación construida posteriormente a los entierros, pues uno de ellos incluso destruyó una cabeza, y presentaba restos de carbón, señal de un incendio que puede haber sido el de 1902.

RECREAR EL PASADO

El diseño museográfico del sitio incluye un diorama con representación del entierro, la iglesia y sus calles aledañas, diseñado por el arquitecto Gustavo Vinueza Vásquez, quien ha recreado este escenario histórico guayaquileño a partir de registros como dibujos, pinturas y relatos de cronistas o viajeros. La ambientación de época ha sido rigurosa: “No podía dejar de aparecer el gobernador Vicente Rocafuerte trabajando en la crisis con sus soldados”, comenta el arquitecto. “Los faroles con iluminación de aceite de ballena, recién estrenados, también fueron incorporados a la escena. El vestuario popular incluía los ponchos y sombreros altos de copa redondeada y pueden observarse en los personajes”.


El horario de visitas al Museo es de 9h00 a 17h30,
de martes a sábado. Foto: Freddy Moreno