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Rabino ultraortodoxo abandonó su comunidad para convertirse en mujer

lunes, 27 abril 2020 - 05:36
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Abby Stein creció en Williamsburg (Brooklyn, EE. UU.), dentro de una congregación jasídica, una corriente del judaísmo caracterizada por sus estrictas normas.
 
En un relato en primera persona —publicado en la BBC—, contó que a pesar de haber nacido con el cuerpo de un niño, siempre se sintió “como una niña”.
 
A los 6 años, por ejemplo, Abby empezó a hacer recortes de prensa sobre trasplantes de órganos, creyendo que algún día crecería y se haría “un trasplante completo de cuerpo” para convertirse en una mujer.
 
Empezó a orar, pidiendo para que algún día despertara con el cuerpo de una mujer; en ese entonces prometió que seguiría “todos los mandatos que las chicas deben seguir” en el judaísmo jasídico, como ser “la mejor esposa” y vestirse con “la ropa más modesta”.
 
Cuando cumplió 13 años, Abby hizo su ‘bar mitzvah’, “que es cuando un chico pasa a ser un hombre”; de acuerdo con su relato, ese momento “fue muy duro”.
 
Debido a lo aislada y cerrada que es la comunidad jasídica, Abby contó en la cadena de noticias que hasta las 12 años creyó “que la mayoría de las personas del mundo eran judíos y que la mayoría de esos judíos eran ultraortodoxos”.
 
 
Añadió que a pesar de vivir en Estados Unidos, ella no hablaba inglés (solo yiddish hebreo) y tenía prohibido acceder a internet.
 
A los 16 años, ella descubrió un texto religioso que decía que “a veces, un hombre se reencarna en el cuerpo de una mujer, y una mujer habitará en un cuerpo masculino”; en ese momento tuvo la esperanza de no estar “loca”, expresó Abby.
 
Agregó que cuatro años después, cuando ya estaba casada con una mujer y tenía un hijo, accedió por primera vez a internet; gracias a esto, descubrió lo que significaba ser transgénero y su vida cambió: abandonó su comunidad, comenzó una terapia hormonal, se inscribió a la universidad (algo que no se les permite a los judíos jasídicos) y se divorció.
 
“La vida es mejor de lo que habría podido imaginar. Antes, siempre tenía depresión, pero desde que soy transgénero, no ha habido un día en que me haya despertado sintiendo que no tenía una razón para hacerlo”, concluyó Abby.

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