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Fatiga de Zoom: uno de los males "pandémicos"

miércoles, 16 septiembre 2020 - 08:27
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Reuniones frente al computador.  Una tras otra, día tras día. Todas las semanas. Por trabajo, por  estudios, por entretenimiento. En el  mundo distanciado socialmente del COVID-19, las videoconferencias son la norma. Pero con las nuevas configuraciones  de la vida diaria, llegan también nuevos  problemas.
 
Tras el auge de los encuentros  virtuales desatado por la pandemia han  surgido, asimismo, reportes sobre los  efectos de este tipo de comunicaciones en
la psique de las personas. Y el agotamiento que muchos sienten después de un día  de reuniones en línea ya tiene nombre,  aunque sea informal: “fatiga de Zoom”,  en referencia a esa herramienta para hacer llamadas por video que pasó de tener  10 millones de usuarios en diciembre de  2019 a superar los 200 millones en marzo, según reporta Forbes.}
 
Se conoce como fatiga de Zoom al  inusual cansancio que trabajadores alrededor del mundo manifiestan sentir  después de participar en una videoconferencia, independientemente de si es por  Zoom, Google Meets o MS Teams. La impresión general es que son más agotadoras que las reuniones en persona.
 
Y lo son,  aseguran académicos de la universidad de  Bond (Australia). Libby Sander y Oliver  Baumann, profesores de comportamiento organizacional y psicología, respectivamente, advierten que los efectos de pasar  varias horas al día concentrados en hablar  con otras personas a través de una pantalla nos están tomando por sorpresa.
 
Julia Sklar, periodista científica para National Geographic, añade que la pandemia está haciendo evidente algo que  siempre ha sido verdad: “Las interacciones virtuales pueden ser extremadamente pesadas para el cerebro”. 
 
Pero en comparación con tener una  reunión en persona, ¿por qué sería más  cansado hablar con compañeros de trabajo a través de Internet? Sander y Baumann  explican que charlar con uno o varios colegas dentro de una oficina no solo depende  de poder escucharlos y verlos a la cara.
 
En  estos contextos, también importa la comunicación no verbal. Es decir, los tonos de voz, las expresiones corporales, la postura y  hasta la distancia entre interlocutores. En discusiones presenciales, dicen los expertos,  “procesamos esas claves automáticamente y podemos escuchar a la persona que habla  al mismo tiempo”.
 
En una videoconferencia, sin embargo,  “tenemos que trabajar más duro para procesar esas claves no  verbales”. Hacer eso requiere  más concentración y, en consecuencia, más energía.
 
La fatiga de Zoom también  se deriva de cómo procesamos  información a través de la pantalla. Un artículo de Harvard  Business Review, revista empresarial de la reconocida universidad estadounidense, explica  que en una videoconferencia la  única manera de mostrar atención es mirar directamente a la  cámara.
 
En la vida real es diferente: dos personas que conversan no están a menos de un metro mirándose directamente a la  cara todo el tiempo. “Tener que
mantener una mirada constante nos hace sentir incómodos y  cansados”, sostiene el reporte.
 
Y, por si fuera poco –agrega un texto sobre el mismo tema publicado en Forbes– está  la capa de estrés añadida por  la posibilidad de que ocurra  un fallo técnico. Conexiones  deficientes, pantallas congeladas y dificultades inesperadas  en general, hacen que una reunión que debía durar 30 minutos se transforme en un esfuerzo de una hora.
 
Literatura científica sobre comportamiento puede  ofrecer alternativas para contrarrestar la fatiga de Zoom,  argumentan desde Harvard  Business Review.
 
La primera  recomendación es evitar el  “multitasking”, es decir, no hacer varias cosas a la vez. En  una videoconferencia, esto implica cerrar aplicaciones y programas que pueden interrumpir la concentración, como el  correo o WhatsApp. La publicación también sugiere programar pequeños recesos en
cada llamada y entre llamadas.
 
Un consejo clave, concluye el informe, es reducir los  estímulos visuales en las pantallas. Por ejemplo, ocultar el  pequeño cuadrado donde una  persona puede verse a sí misma mientras habla con otras.
 
Finalmente, añade Wendy Patrick, autora especializada en  comportamiento organizacional, es necesario entender  que hay gente cansada de tener reuniones virtuales porque tienen demasiadas. Algunas videoconferencias podrían  remplazarse con un simple correo electrónico, comenta Patrick, sugiriendo que en estos  casos “menos es más”. 

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