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Microorganismos, enemigos invisibles

sábado, 6 junio 2015 - 02:30
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Existen microorganismos que al ingresar a nuestro sistema, pueden ir causando daños en la salud lentamente. Un especialista nos advierte sobre algunos.

¿Pueden las infecciones crónicas en piezas dentales o en encías causar daños en órganos como el corazón?
Sí, las personas con predisposición a desarrollar enfermedades cardíacas que están expuestas a este foco de infección crónica, que significa una pieza dental en mal estado o una afección en las encías, pueden tener problemas. La razón es que esa infección está generando un estado de inflamación permanente que puede tener repercusiones en todo el organismo.

Por eso es importante que quienes saben que tienen focos infecciosos en la boca los solucionen y que quienes no lo saben, acudan a revisiones periódicas al odontólogo. Para determinar si una persona tiene riesgo de enfermedad cardíaca se recurre a un examen de sangre para conocer los niveles de la proteína C reactiva.

Las amígdalas se consideran un filtro para que las impurezas del medio ambiente no entren al organismo, por eso muchos médicos sugieren no extirparlas, otra corriente sugiere sacarlas para evitar que se conviertan en un foco infeccioso… ¿Cuándo deben extraerse?
En los años 50 hasta los 70 podría decirse que se extirparon demasiadas amígdalas en niños que no lo necesitaban. Hay que recordar que las amígdalas son parte del tejido linfático, que es uno de los centros donde se encuentran células del sistema inmune, por lo que se puede concluir que se les estaba extirpando parte del sistema destinado a protegerlos.

Ahora se ha visto que la presencia recurrente del estreptococo pyogenes o estreptococo grupo A es lo que indicaría que es necesaria una extirpación. Con este criterio se reduce extraordinariamente el número de casos en los que es necesario extraer las amígdalas.

Nadie discute la importancia de consumir frutas y vegetales crudos como parte de la dieta, sin embargo, surgen dudas a la hora de determinar cuál es la mejor manera de lavarlos para eliminar los gérmenes que podrían estar en su superficie, especialmente en casos como frutillas y lechugas.
La industrialización ha mejorado las condiciones higiénicas de muchos procesos, por ejemplo, la cría y faena de cerdos, con esta modernización la cisticercosis (infección ocasionada por el parásito Taenia solium) ha disminuido de forma importante y las frutillas han dejado de ser portadoras de esta enfermedad. Por otra parte, anteriormente, para el riego de plantaciones se empleaba agua contaminada (porque se decía que tenía altos niveles de nitrógeno y era buen abono para las plantas) que propagaba esa contaminación a las frutas y vegetales, hoy los sistemas de riego no contienen esos elementos.

Para una persona que vive en la ciudad y adquiere sus productos en locales que se manejan con buenos niveles de higiene, lavar las frutas y vegetales con agua y jabón debería ser suficiente, quizás solo en el caso de las frutillas podría optarse por el uso de líquidos desinfectantes (por esa especie de vasos que poseen en la superficie en los que se pueden alojar bacterias).

Hay quienes sostienen que en nuestro medio una persona debería emplear medicamentos antiparasitarios cada cierto tiempo, aún sin hacerse exámenes, como medida rutinaria para combatirlos, ¿usted recomienda hacerlo?
No es aconsejable esta práctica de automedicarse para los parásitos sin realizarse exámenes porque, como cualquier fármaco, pueden causar reacciones alérgicas, algunos de esos fármacos pueden afectar el contaje de glóbulos blancos o rojos, otros pueden alterar las pruebas de función hepática si se toman libremente sin indicación médica. Las posibilidades de que esto ocurra son bajas porque son medicamentos muy seguros, pero sí puede suceder si se toman frecuentemente y cuando no se necesitan.

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