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Cenar después de las nueve tiene consecuencias muy graves para la salud, dice investigadora

miércoles, 14 octubre 2020 - 03:19
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Marta Garaulet es doctora en Farmacia, catedrática de Fisiología y Nutrición de la Universidad de Murcia e investigadora en la Universidad de Harvard.
 
Ella afirma que los niños que cenan después de las nueve de la noche tienen el doble de posibilidades de presentar obesidad.
 
Así de tajante se muestra sobre estos horarios, habituales en muchas familias, la experta mundial en crononutrición.
 
Esta experta -junto a Frank Scheer, su compañero de este prestigioso centro universitario norteamericano, y Nuria Martínez Lozano-, acaba de publicar dos trabajos científicos sobre crononutrición que, tras cinco años de investigación, ahondan en cómo los tardíos horarios afectan también a la salud de los niños.
 
"Hemos analizado un grupo de 432 menores de 8 a 12 años y la conclusión es que los niños cenan a las 20H45 horas de media. Se considera que los que realizan la última comida del día después de las 21H00 horas ya lo hacen tarde. Este segundo grupo de menores, actualmente sin patologías, ya presenta unos marcadores de inflamación y de riesgo vascular (Proteína C reactiva) que son predictores de lo que les puede pasar cuando sean adultos. Por tanto, cenar después de las nueve tiene graves consecuencias para la salud infantil: tienen el doble de riesgo de tener obesidad y, si no cambian los hábitos, tendrán problemas cardiovasculares de mayores", indica. 
 
Garaulet, autora de «Los relojes de tu vida» (Paidós), dice que además de tener alterados los ritmos biológicos, los menores gastan menos energía en metabolizar los alimentos de su cena y eso influye en que presenten más riesgo de engordar. 
 
Afirma que en el organismo de los adultos, pasan cosas similares. 
 
"Nuestros estudios en 3600 sujetos adultos, también muestran que aquellos que cenan tarde (después de las 21.00 horas) tienen mayor obesidad y un riesgo cardiovascular aumentado. Pero esto lo sabíamos. Lo sorprendente es que esto pase ya en niños de 8 años. No esperábamos resultados tan rotundos en menores", afirma. 
 
Su investigación señala que también se ve que todo su ritmo biológico se retrasa, empezando por el sueño.
 
"Este retraso todavía es peor en niños con cronotipo vespertino o nocturno, que en los de cronotipo alondra, que son matutinos. Todas las familias pueden tener hijos en casa de varios cronotipos: unos que se levantan temprano y están activos por la mañana y otros a los que les cuesta despertarse y están más activos por la noche. Nosotras hemos podido demostrar con un estudio de gemelas y mellizas que esto es genético, no cuestión de educación", indica. 

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