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¿Qué debemos esperar del presidente electo?

miércoles, 3 mayo 2017 - 08:47
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Su plan de gobierno fue una declaración de buenas intenciones. En campaña se operó el milagro de la multiplicación de las ofertas. ¿Dos de muestra? Construir 325 mil nuevas viviendas; de ellas, 191 mil sin costo para las familias más pobres. Subir de 50 a 150 dólares mensuales el Bono del Desarrollo Humano. No será para todos. ¿Podrá el Gobierno electo cumplir lo ofrecido? ¿Tendrá recursos para pasar del dicho al hecho? Luis Espinosa Goded, profesor de Economía de la Universidad San Francisco de Quito, lo pone en tela de duda.
 
“Las promesas que difundió el candidato en campaña difícilmente podrán cumplirse en un contexto de crisis económica”. ¿Su fundamento? Con los estudiantes Camila Procel y Mateo Padilla, Espinosa calculó cuánto requeriría anualmente el gobierno para cumplir con los ofrecimientos de campaña: unos 9.300 millones de dólares. La estimación, difundida por el portal Gkillcity, concluye que es poco probable obtener esos ingresos, si se considera el déficit de seis mil millones de dólares en el presupuesto.
 
Crisis, insisten los detractores. Recesión, replican los teóricos de la Revolución Ciudadana. Fander Falconí es uno de los cuadros históricos del proceso, al que apoyó desde varios frentes –Secretaría Nacional de Planificación y Cancillería, por citar dos– durante estos diez años. Integra el buró político de Alianza PAIS.  Su nombre suena como uno de los convocados para colaborar con el nuevo gobierno; pero hasta el cierre de esta edición Falconí no confirmó esta versión. Su voz es una de las más autorizadas para hablar de la propuesta gubernamental para el siguiente cuatrienio.
 
 
¿Su diagnóstico de la situación actual? “En términos técnicos, lo que ocurrió entre 2015 y 2016 es una recesión”, argumenta, por vía electrónica. “Una crisis normalmente va acompañada de un deterioro acelerado del empleo y del sistema financiero, un incremento de la pobreza y las distancias sociales. Ninguno de ellos ocurrió en 2016”. Falconí cita un estudio académico de Juan Ponce, Rob Vos y Roberto Castillo (Is Latin America’s rise of the middle classes lasting or temporary? Evidence from Ecuador) el cual, “Demuestra cómo en 2016, a diferencia de la crisis de 1998-1999, no hubo afectaciones sociales, dado que la clase media continuó expandiéndose y la pobreza y extrema pobreza siguieron reduciéndose”.
 
Reducción de la pobreza es el argumento de esta década de gobierno; para sustentarlo, creó su propia metodología de medición. En contraparte, los críticos argumentan el cierre de miles de plazas de empleo. ¿Cómo enfrentará el gobierno electo este problema? Al respecto hay tres versiones. El plande gobierno, de 88 páginas, sostiene que para 2025 se habrán creado 250 mil nuevos empleos, por efecto de la nueva política industrial. En campaña, el entonces candidato habló de 250 mil empleos por año. El documento “Toda una Vida”, que promocionó en tarimas, promete que la construcción de casas para los más pobres generará 136 mil fuentes de empleo anualmente.
 
Dolarización y dinero electrónico 
 
Fander Falconí revela a Vistazo que él utiliza el dinero electrónico, desde hace pocos meses. “Solo encuentro ventajas, incluyendo las tributarias. Los medios de pago digitales son el presente y futuro de las transacciones en el mundo. La regulación vigente ya permite el rol  activo de los actores privados, bancos incluidos, lo único que no es deseable es un monopolio bancario privado”. Dolarización y dinero electrónico son las palabras que están en boca de (casi) todos desde la elección de Lenín Moreno para la Presidencia en el período  2017 - 2021.
 
En la primera cita con sectores empresariales y productivos, en Guayaquil, Moreno aseguró que se debe mantener la dolarización “Porque al pueblo le gusta” (…) “Sienten que eso les permite mantener la capacidad de consumo”. “Durante los últimos diez años, el gobierno ha estado convencido –erróneamente– de que la dolarización no es el mejor camino para el Ecuador, pero intentará mantenerla”, explica el exasambleísta constituyente y profesor de la Universidad San Francisco, Pablo Lucio Paredes. Según Manuel González-Astudillo,  profesor de Posgrados de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas de la ESPOL, “La dolarización seguirá en pie”. Sin embargo, advierte que “En un escenario extremo de falta de liquidez, una posibilidad es recurrir a algún tipo de bi-monetarismo, donde una moneda paralela sea usada para pagar obligaciones estatales. 
 
De hecho, esto ya ocurre con los títulos del Banco Central (TBCs), con los cuales se paga a proveedores, y estos a su vez pagan obligaciones con el Estado”. ¿Cómo entra en esta ecuación el dinero electrónico? Si, por falta de liquidez, el gobierno decide hacer uso masivo de  dinero electrónico para pagar sus obligaciones, “Tendría que recurrir a cambios sustanciales en la regulación existente, lo cual podría ser política y socialmente conflictivo”, como explica González-Astudillo.
 
“Es posible que se mantenga abierta la posibilidad de utilizar el dinero electrónico para financiar al gobierno. Y eso es muy peligroso”, aclara Lucio Paredes. Espinosa Goded es uno de los críticos más radicales de lo que califica de “Engendro monetario”. ¿Su argumento?  “La única explicación posible que se sostiene con lógica es el deseo, tantas veces reiterado, del presidente Correa de tener una moneda propia para poder hacer política monetaria”, escribió en el ensayo publicado por la revista Koyuntura.
 
En esta lógica, ese pudiera ser el camino para desdolarizar la economía. El plan de gobierno de Alianza PAIS para el período que empieza en mayo define: “Potenciaremos el dinero móvil. Esta modalidad permitirá que la ciudadanía realice y reciba sus pagos desde cualquier lugar del país, con total seguridad y sin pérdida de tiempo ni necesidad de transportarse, aumentando la velocidad transaccional de la economía”. Del tema monetario, el Plan presentado al Consejo Electoral anticipa que “Soñamos con que, en un futuro, podamos tener una moneda regional que facilite el comercio entre nuestras naciones hermanas. Una moneda que se posicione sólidamente y que tenga peso en la economía del mundo”.
 
El rumbo económico se conocerá con más certeza cuando se anuncie la conformación del gabinete, pero se da por descontado que los más cercanos tendrán sintonía con tesis favorables al predominio del Estado en la sociedad. Por lo pronto, la asambleísta de Alianza PAIS, Ximena Ponce, sintetiza así qué debe esperar el país del presidente electo: “Habrá una política de mano tendida, un llamado al diálogo a los sectores sociales, políticos y productivos. Se fomentará la economía que genera lucro; pero habrá además un nuevo impulso a las unidades económicas asociativas y cooperativistas”.

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