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Fidel Castro y Ecuador: sus nexos con Velasco, León, Borja y Correa

martes, 20 diciembre 2016 - 10:59
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El domingo 8 de febrero de 1981 los cañones apenas habían dejado de tronar en Paquisha cuando el gobierno de Jaime Roldós debió enfrentar otro incidente internacional. “El cubano Rómulo  Delgado, en compañía de su esposa y tres hijos, Juan de 15 años, Germán de 12 y Reylán de 11, y otros nueve familiares entraron a la embajada de Ecuador en La Habana con un revólver viejo y una pistola”, recuerda Martí Noticias, un sitio anticastrista. Nuestro embajador era Jorge Pérez Concha a quién Rómulo entregó el arma y pidió asilo.
 
Nueve días más tarde cuando el personal de la embajada salió a buscar provisiones para los huéspedes, las fuerzas de seguridad cubanas invadieron la embajada y capturaron a los ocupantes. El presidente Roldós salió en defensa de nuestra soberanía calificando de intolerable el acto, aclarando que “Ecuador no autorizó ni podía autorizar jamás que la sede de su Embajada haya sido objeto de tal acción”. Jaime falleció tres meses después y, paradójicamente, uno de los pocos ecuatorianos que más cercanía llegó a tener con el exmandatario cubano fue su hermano, el exvicepresidente León Roldós Aguilera
 
Velasco lo alertó 
 
La relación de afecto de Castro hacia el Ecuador parece que empezó en 1961, cuando ya había roto con Estados Unidos y se asumía comunista leninista. La viuda del diplomático Manuel Araujo contó a diario El Comercio que siendo José Chiriboga Villagómez embajador del Ecuador en Washington, escuchó en los pasillos del Departamento de Estado, el rumor que se estaba preparando una invasión a Cuba.
 
El diplomático le hizo saber este particular al presidente José María Velasco Ibarra, quien inmediatamente delegó a Manuel Araujo Hidalgo para que viajase a La Habana con el fin de advertir a Fidel Castro. En abril de ese año un grupo de disidentes formados por Estados Unidos incursionó en Bahía de Cochinos. En pocas horas, el ejército cubano frustró la operación. Al año siguiente, en el gobierno de Carlos Julio Arosemena, el Ecuador junto a otros de la región rompió
relaciones diplomáticas con Cuba. 
 
Para 1971 el gobierno cubano programó el primer viaje del comandante a Latinoamérica. Su destino era Chile, donde gobernaba un comunista: Salvador Allende. De regreso Castro paró en Lima para entrevistarse con el presidente peruano. Saliendo de Lima, los dos aviones de la comitiva avanzaron  a la base militar de Talara, al norte de Piura. Desde allí el líder cubano partió hacia Guayaquil en un cuatrimotor Ilyushin IL-18 de fabricación rusa. Esta visita está ampliamente documentada por el historiador Germán Rodas en un libro de la editorial Abya-Yala. En la escalerilla lo recibió el ministro de Gobierno Jaime Nebot Velasco. Remarca León Roldós el hecho de que no se trató de  una simple escala técnica, sino de una visita cuidadosamente programada que no dejó de causar resistencias internas. De Guayaquil regresó a Talara desde donde, en el avión oficial, se devolvió a la isla. 
 
En la reunión Velasco le pidió a Castro, entre otras cosas, que su gobierno permita la repatriación de ecuatorianos que dos años antes habían secuestrado un avión de Tame, incidente en el que falleció el copiloto. Luego hubo una rueda de prensa y finalmente una cena formal en la que participaron invitados especiales junto a autoridades civiles y militares. 
 
Allí estuvo, entre otros, el comandante del Ejército Guillermo Rodríguez Lara, quien dos meses más tarde derrocó a Velasco. En la rueda de prensa hubo preguntas complejas: “¿Cuántas personas han fusilado en Cuba?” Preguntó un periodista. “Bueno, debemos haber fusilado, me imagino, algunos cientos de esbirros”, respondió Castro. “Miles”exclamó otro periodista. “No, no llegan a miles,  porque hemos sido bastante generosos”, replicó el visitante.
 
Con Febres-Cordero
 
A principios de 1985 llamó la atención que el presidente León Febres-Cordero haya parado en La Habana para una visita oficial, luego de haber estado en Washington. “Fidel estaba saliendo de una etapa de aislamiento y le cayó bien un visitante de derecha. León, por su parte, quiso mostrar que no era un derechista intolerante o fanático”, escribió Jorge Rivadeneira.
 
 
Con él concuerda León Roldós. En un encuentro con Fidel en Cuba, en mayo de 1985, a menos de un mes de la visita de Febres-Cordero a la isla, Castro le dijo a Roldós: “Aquí estuvo Febres-Cordero y tuve una relación cordial con él. ¿Se ha puesto a pensar usted que Febres-Cordero es el primer presidente no socialista de América Latina que viene a Cuba? ¿No se pone a pensar que por allí podría haber un espacio que nos ayude a esta nueva vinculación de Cuba con América Latina?”.
 
Incluso Roldós cree que la segunda visita de Fidel al Ecuador y a América Latina, en agosto de 1988, no fue solo porque Rodrigo Borja, un socialdemócrata, asumía el poder, sino que “Él vino también para celebrar el fin del mandato de su amigo Febres-Cordero”. 
 
Recuerda Roldós que en una ocasión Castro le dijo que Febres-Cordero le había hecho ver lo importante que era tener puertas de escape y no cerrarlas por completo como está ocurriendo en Venezuela y como ocurrió con la Panamá de Noriega. “En 1989 me invitó a estar presente en una reunión con el canciller panameño. A Castro le gustaba tener testigos. Allí él dijo: Creo que los días de Noriega están contados. Creo que Noriega tiene que abrir un espacio de salida, si no lo hace está afuera. Y de él se habla mucho de que está vinculado con el narcotráfico”.
 
Pocos meses después Estados Unidos invadió Panamá y detuvo a Noriega. La penúltima vez que Castro vino al Ecuador lo hizo para la inauguración de la “Capilla del Hombre”, obra de su también amigo, Oswaldo Guayasamín, en 2002. Al día siguiente, desayunó con León Roldós, almorzó con Rodrigo Borja y cenó en Guayaquil con León Febres-Cordero. La cena en El Cortijo, residencia del exmandatario, duró hasta las dos de la mañana del día siguiente.  Febres-Cordero contó alguna vez a Vistazo que su relación con Castro llegaba incluso a los regalos personales, que con frecuencia le enviaba habanos.
 
Con Rodrigo Borja
 
La relación con el presidente Rodrigo Borja fue igual de buena. Él la describe en su libro “Recovecos de la Historia”. Borja estaba en La Habana para una cumbre internacional sobre deuda externa. Borja evoca que por varias ocasiones quiso saludar a Castro. Inesperadamente,  un funcionario cubano se acercó con un mensaje: “El Comandante quiere saludarlo”.
 
 
Ese encuentro fue atípico. El líder cubano le preguntó a Borja si era cierto que trotaba más de una hora diaria. Le dio un consejo: cambiar de deporte para cuidar sus articulaciones. En respuesta, el ecuatoriano le contó que practicaba ecua-volei. Castro pidió todos los detalles: la mecánica del juego, la altura de la malla, las dimensiones de la cancha.
 
Al día siguiente fue invitado a un almuerzo. Fue un grupo pequeño, unas 12 personas, y el plato estrella fue helado de coco servido en la propia corteza de la fruta. Pasaron tres años y en 1988 Borja asumió la Presidencia de la República. El día de la posesión, el flamante mandatario ecuatoriano almorzó con su familia.
 
De pronto le anunciaron que tenía visita: Era el líder cubano. El comandante había llevado a la casa de Borja un cajón de helados de coco. Al día siguiente, el primero de su mandato, Borja invitó a Castro a almorzar y le agradeció el gesto. “Claro que sé que te gusta, si hace tres años te comiste tu helado y el de tu vecino”. En reciprocidad, Borja le regaló  un cajón de tomates de árbol cuyas semillas fueron luego plantadas en la isla.  Posterior a esa visita, cada vez fueron más frecuentes los viajes de Fidel Castro a las diferentes ceremonias de asunciones de mandato del continente y a las reuniones multilaterales. La última vez que vino al Ecuador fue para la posesión de Lucio Gutiérrez, en enero de 2003.
 
León Roldós diferencia tres etapas en la relación Castro-América Latina. Una inicial de aislamiento diplomático pero con intentos de exportar su modelo de lucha armada, aventura que inició y terminó en Bolivia con el Ché Guevara. Una segunda de apertura a diferentes corrientes de pensamiento en la lógica de mantener una puerta abierta. Aquí encaja su relación con Febres-Cordero y su posterior gusto por los viajes a la región. Y una tercera en donde talves preparando el relevo impulsó la idea de implantar el socialismo del Siglo XXI en la mayoría de países.
 
 
Quizá vio al venezolano Hugo Chávez como su sucesor o al brasileño Lula Da Silva. Pero en 2004 empezó su declive físico y aunque esa novel versión del socialismo se extendió a otros países, incluido el Ecuador del presidente Rafael Correa, antes de su muerte ha sido testigo del retroceso de la tendencia y quizá de su último sueño.
 
 

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