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Museo de la moda de París celebra a Jeanne Lanvin

viernes, 6 marzo 2015 - 02:03
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¿Cómo definir qué es lo "chic"? El museo de la moda de París responde con una muestra que rinde homenaje a la elegancia depurada e intemporal de la discreta Jeanne Lanvin.

"A la hora de ilustrar la palabra chic, pienso en Jeanne Lanvin, más que en ningún otro", comenta Olivier Saillard, director del museo al presentar la exposición. "Tenía algo a la vez discreto y muy distante con relación a la moda, una forma muy depurada". 

La muestra que permanecerá abierta en el palacio Galliera del 8 de marzo al 23 de agosto reúne un centenar de modelos de la creadora nacida en 1867 y que fue en los años 1930 un faro de la elegancia francesa, tras debutar como modista en 1885.

"Mademoiselle Jeanne" abre cuatro años más tarde una primera tienda de modas y en 1893 otra en la prestigiosa calle Saint Honoré de la capital, sinónimo de distinción.

El gran acontecimiento de su vida personal y creativa fue el nacimiento en 1897 de su hija única Marguerite, adorada por una madre que comenzará diseñando para ella vestidos de muñeca y luego ropa de niña.

El propio logo de la marca Lanvin recuerda, a partir de 1927 en el frasco del perfume Arpège y hasta el día de hoy, esa relación especial, en un diseño inspirado en una foto y un dibujo de Paul Iribe que las representa.

Para vestir a su hija, la modista incursiona como pionera en el rubro de la ropa infantil a partir de 1908, antes de ingresar al exclusivo club de la alta costura femenina.

En los años 1920 desarrolla además vestidos de novia, ropa interior y peletería, antes de abordar la moda masculina y abrir tiendas en Deauville, Biarritz, Cannes, Barcelona, y Buenos Aires.

"En esa época una tienda en Argentina y algunos otros países de América Latina era más importante que en Estados Unidos, las clientas norteamericanas de la alta costura viajaban a París", comenta Saillard.

Al frente de su imperio, Lanvin no cosía, no cortaba, ni siquiera dibujaba, sino que dirigía una empresa que supo desarrollar todas las facetas de la moda: femenina, masculina, infantil, decoración de interiores y perfumería. "Era de alguna manera un poco como Tom Ford, una directora artística que impuso un 'lifestyle' desde principios del siglo XX".

En aquellos años nace su pasión por el azul que la marca sigue declinando con variantes hasta el día de hoy. 

Fue tras contemplar en Florencia un fresco de Fra Angelico que Jeanne Lanvin hizo del "azul quattrocento" uno de sus tonos favoritos. El verde Velásquez y el rosa Polignac fueron sus otros colores fetiche.

Su estilo lleva algunas referencias exóticas o al siglo XVIII y sus bordados, pero lo que domina en sus modelos es la influencia del depurado art déco de la época, con finas lentejuelas, perlas o cristales engarzados.

Un tapado de seda negro de 1936 incluido en la muestra perteneció a la condesa Greffulhe, que inspiró a uno de los personajes del novelista Marcel Proust. Otros modelos tienen una neta influencia japonesa, como un vestido de fiesta índigo "Brunhilda" de 1935 de líneas minimalistas.

 

Un legado intemporal 

Comparada a Coco Chanel, que manejó con habilidad la notoriedad y su aspiración a "liberar" a la mujer, Jeanne Lanvin mantuvo en cambio un perfil más reservado.

En la historia de la moda, "siempre quedó comprimida entre Madeleine Vionnet, que era una virtuosa, Elsa Schiaparelli que era una artista, y Chanel, muy mediática", explica Saillard. 

Al morir en 1946, su hija pasa a dirigir hasta 1958 la casa de modas cuya creación artística quedó a cargo de Antonio Canovas hasta 1963. Hoy la marca Lanvin posee unas 35 tiendas monomarca en el mundo y pertenece a la empresaria de Taiwán Shaw-Lan Wangl.

El diseñador israelí Alber Elbaz, que crea desde 2001 las colecciones de Lanvin y participó en el montaje de la exposición, presentó el jueves la nueva colección otoño-invierno ante un público que incluyó a Catherine Deneuve y Kim Kardashian.

Para Elbaz, Lanvin es una fuente que sigue alimentando al prêt-à-porter francés, una forma de vestirse sin hacer énfasis en estar vestida. En los años 1970, Karl Lagerfeld fue uno de los primeros que comenzó a comprar en el mercado de las pulgas de París modelos antiguos de Jeanne Lanvin, que también inspiraron a Yves Saint-Laurent.

"Si hay que explicar lo que es la alta costura, Jeanne Lanvin es una buena ilustración", dice Saillard. "Comprendió muy bien que cada vestido es como una joya".

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