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Camilo Sesto, entre la música, el secretismo y sus cambios estéticos

domingo, 8 septiembre 2019 - 09:25
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Tengas la edad que tengas, ya seas millennial, carroza, zeta, equis o babyboomer, seguro que puedes cantar sin dificultad y con la letra correcta alguna canción de Camilo Sesto. Pero "Vivir así es morir de amor" es un himno que traspasa generaciones, al alcance solo de genios como lo fue él.
 
"El amor de mi vida", "Perdóname", "¿Quieres ser mi amante?", "Algo de mí", "Jamás". Solo leer los títulos y ya surgen en la memoria estribillos y ritmos, bailados hasta caer rendidos, como cantaba Bruno Lomas, otra voz espectacular de las que surgieron en la época en la que Camilo Sesto (Alcoy, Valencia, 1946) intentaba hacerse un hueco.
 
Era guapo, casi tanto como Junior (del dúo Juan y Junior y posteriormente marido de Rocío Dúrcal), pero tenía un vozarrón solo equiparable al de otro valenciano excepcional de aquellos años setenta, Nino Bravo, que murió muy pronto y trágicamente.
 
Eran mediados los años 70 y Valencia (este de España) nutría de voces pop a un panorama español plagado de cantautores como Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel o Luis Eduardo Aute... Pero cuando Camilo Sesto publicó "Algo de mí" (1972), se produjo el terremoto.
 
Además, Camilo Sesto interpretaba sus dificilísimas canciones con un estilo melodramático que rozaba el paroxismo; "Algo de mí", "Amor, amar" o "Todo por nada" exigían no solo una voz excepcional, sino un dominio técnico que prácticamente solo él podía permitirse, embutido en unos pantalones campana igualmente inexplicables.
 
Más allá de su espectacular voz y del lugar privilegiado que ocupó en el mundo de la música hispana, Camilo Sesto fue conocido por sus polémicas declaraciones, por el secretismo entorno a su vida y hasta por sus cambios estéticos en sus últimos años.
 
Su carrera musical subió como la espuma a mediados de los setenta y se convirtió en un ídolo de masas, especialmente para las jovencitas de la época, que llenaban sus conciertos y le esperaban durante horas a las puertas de los teatros en los que representó el musical "Jesucristo Superstar".
 
Una persecución de sus fans femeninas que no tenía paralelismo con su vida privada ya que apenas se le conocían relaciones, ni femeninas ni masculinas -el rumor nunca confirmado de su homosexualidad le persiguió siempre-.
 
Se habló de relaciones con Andrea Bronston o Maribel Martín pero solo se supo con certeza de una mujer que ocupó su corazón por un breve tiempo, la mexicana Lourdes Ornelas, madre de su hijo Camilo Michael, nacido en 1983, y origen de uno de los episodios más controvertidos de su vida.
 
Tras algunas tensiones, Blanes logró que se le reconociera legalmente la paternidad de su hijo.
 
Alejado de los estudios de grabación desde entonces, en octubre de 1987, el cantante apareció en la primera página del semanario sensacionalista "El caso", donde se especulaba con la posibilidad de que padeciera sida. Se querelló contra la publicación que finalmente le tuvo que indemnizar.
 
Sesto había abandonado durante unos años el mundo musical para dedicarse a su hijo y cuando regresó a los escenarios, en 1990, había perdido un espacio en el panorama musical que nunca recuperaría.
 
Fue en ese momento en el que comenzaron los años más extraños de su vida. El público seguía recordándole como una gran mito de la canción y sus canciones se escuchaban y se trasmitían de generación en generación, pero su imagen pública se deterioraba al mismo ritmo.
 
Las informaciones sobre su desaparición o sus enfermedades se sucedían en los medios, siempre negadas posteriormente por Camilo Sesto o su entorno.
 
Tanto se hablaba de él, que llegó a afirmar en una entrevista: "Ni estoy ingresado, ni me estoy muriendo; estoy cansado y harto... ¿por qué publican esas mentiras sobre mí?".
 
Pese a todo, continuó llenando recintos con sus conciertos, especialmente en Latinoamérica, donde centró su carrera tras trasladarse a Miami (EE.UU.) para estar cerca de su hijo tras un nuevo capítulo de sus problemas con la madre.
 
Se alejó varias veces de la música y regresó otras tantas. Y ya en el siglo XXI su imagen comenzó a alejarse de la que todos recordábamos de su época de esplendor.
 
Sufrió un trasplante de hígado en el año 2000 y tras un rechazo de ese primer órgano tuvo que pasar por el quirófano de nuevo al año siguiente, lo que le dejó en un frágil estado de salud.
 
Comparado a menudo con el rey del pop, Michael Jackson, por su obsesión por la eterna juventud y por su éxito, un Camilo Sesto más rejuvenecido que nunca, ofreció el 1 y 2 de octubre de 2010 en el Palacio de Congresos de Madrid sus dos últimos conciertos de dicha gira, conciertos que sirvieron para sacar el 30 de noviembre "Todo de mí", su primer directo y que incluyó éxitos como "Vivir así es morir de amor", "Algo de mi" o "El amor de mi vida".
 
Además las cirugías fueron transformando su cara y aunque su tirón popular seguía vivo, decidió dar un giro a su carrera, con la introducción de temas con los que intentaba conquistar a un público más joven.
 
De esa vertiente fue su último éxito, "Mola mazo", un tema de 2002 que adaptaba una expresión popular entre la juventud española de la época y que fue tan impactante como discutido.
 
Hace tres años lanzó un tema que incluía la voz del papa Francisco, titulado "Padre nuestro" y que era la versión en español de una canción extraída del musical "Il Primo Papa".
 
Lo presentó convaleciente y sentado en una silla de ruedas por un golpe en la cadera que había sufrido semanas antes, acompañado por su gran amiga Ángela Carrasco.
 
"Me siento privilegiado de haber podido compartir palabras con alguien que no es cantante, pero que es casi la persona más importante del mundo; eso me ha hecho sentir tocado por la mano de Dios", declaró el alicantino en un acto celebrado en una iglesia madrileña.
 
Fue el penúltimo acto musical de Sesto, que hace apenas un año presentó su disco "Camilo Sinfónico", cuya versión en vinilo estaba previsto que saliera la próxima semana.
 
Cuando cumplió los 70, el cantante estuvo charlando con Efe. Tan coqueto como siempre, vestido con un traje que contrastaba con sus modernas gafas de sol y luciendo piel rejuvenecida, Sesto aseguró que le quedaban por hacer "muchas cosas para seguir mejorando".
 
Que seguía pintando, que no bebía y apenas fumaba y que practicaba "una vida muy sana, muy en contacto con la naturaleza". No fue suficiente. Una complicación renal, a solo unos días de cumplir los 73 años, se ha llevado al artista. Morimos de amor con el alma herida. 

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