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Leonardo Valencia, escritor flotante

sábado, 18 octubre 2014 - 05:55
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Es un innovador de la literatura. Convertido en uno de los escritores ecuatorianos más destacados de Latinoamérica, Leonardo Valencia mantiene el vínculo con el país aportando a lograr más espacios para su pasión: la palabra.

A sus casi 45 años tiene varios libros publicados entre cuentos, novelas, ensayos, antologías. Vive fuera de Ecuador desde hace 21 años. En Barcelona dirige con su esposa Nella Escala el Laboratorio de Escritura, un espacio creado para estimular la creatividad. Junto al Laboratorio y la Fundación El Universo, el año pasado abrieron un curso online para periodistas con interés en la literatura, y Leonardo, como instructor, tuvo web llena en la primera convocatoria. Este año repitieron la propuesta en una versión presencial que lo trajo de regreso a Guayaquil por unos días, donde el autor de “El libro flotante de Caytran Dolphin”, compartió sus inquietudes, que como siempre, son muchas.

¿Qué te aporta el Laboratorio como escritor? Es un espacio de encuentro que permite compartir conocimientos y experiencias y a su vez aprender de las necesidades de los distintos alumnos. Uno de los que más aprende en los talleres de literatura es el profesor; siempre me llevo de cada seminario lecturas que me recomiendan, miradas nuevas sobre diferentes textos en los que yo no me he fijado. No es una cosa vertical de profesor a alumno sino un espacio horizontal donde intercambias experiencias.

¿Es una ventaja tener opciones de talleres online?
El Laboratorio de Escritura tiene cursos presenciales y virtuales. La creación del laboratorio en Barcelona es una magnífica oportunidad de tener un espacio creado por latinoamericanos abierto al mundo. Recibimos alumnos de distintos orígenes porque nos interesa ese encuentro, que es lo que más facilita una ventana como Barcelona.

¿Qué buscan los escritores en este espacio?
Hay varias expectativas de quien toma los cursos. Por una parte está el escritor principiante o quien está empezando o terminando un libro y quiere publicarlo. Tenemos otro tipo de estudiante que no piensa publicar un libro pero le gusta tanto la Literatura que quiere tener la experiencia de escribir para expresar sus historias o necesidades. Inclusive hay un tercer tipo de alumno, que no le interesa escribir, pero le gusta tanto la lectura que toma un curso para saber cómo hacen los escritores, de qué manera van escribiendo sus libros. Entonces ahí descubre que hay infinitas posibilidades para escribir un libro.

Estás permanentemente ligado a Ecuador, ¿cuál ha sido la evolución del lector en el país?
Me fui de Ecuador en el año 93, estoy fuera hace 21 años. Los cambios que se han dado en Ecuador son los que se han dado en América Latina, es decir, circulan más libros, hay un salto abismal en el número de librerías que existe ahora. Además contamos con todos los canales que permite el Internet. Pienso que hay muchas oportunidades.

Sin embargo hablando específicamente, yo creo que Ecuador todavía sigue sufriendo de un grave problema que ha sido un descuido de todos los gobiernos, incluido el actual, de realmente favorecer algo que considero básico: una buena red de bibliotecas. No contamos con buenas bibliotecas en el sentido dinámico. Porque no es solamente tener un buen archivo donde los libros están ahí, los libros tienen que llegar a los lectores. Tenemos una crisis editorial en Guayaquil, y en general en Ecuador vinculada en la distribución de los libros. Creo que no hay una política real de apoyo del Gobierno a la cultura del libro.

¿Qué necesita la cultura del libro?
Hay apoyo a otro tipo de manifestaciones artísticas, pero el libro está realmente abandonado. Frente a una sociedad que tiene avidez, que tiene ganas de leer, el libro no tiene espacio. Y en el caso de Guayaquil es más dramático todavía. No tenemos una cultura editorial en Guayaquil. Lo cual no significa que no se impriman libros. La cultura editorial implica una correlación entre editores que cuidan los textos, que crean colecciones; una correlación entre los libreros por darle un protagonismo central al libro publicado en Ecuador y también una correlación con el lector que no se limita a consumir lo que le ponen en vitrina, sino que piden libros específicamente, exigen a los libreros. Son tres pilares, los editores, los libreros y los lectores que tienen que armonizar esa relación entre ellos.

A esto debería añadirse una política de Gobierno que realmente apoye y facilite la difusión del libro, que exista una buena red de biblioteca. Necesitamos un todo integrado. Yo creo que la sociedad ecuatoriana requiere de estos libros pero que sufre de esos desequilibrios de la cultura editorial.

¿Por ello los autores ecuatorianos buscan editoriales de otros países?
Este es un factor que forma parte de la tradición de los autores ecuatorianos, desde Juan Montalvo que publicó los Siete Tratados a fines del siglo XIX, hasta autores contemporáneos que están publicando en Perú, Colombia, Argentina, España.

Si revisamos la historia editorial ecuatoriana podríamos decir que hemos oscilado entre una publicación interna que termina perdida en una bodega y la publicación en el extranjero que termina con libros inasequibles porque son muy caros o porque curiosamente no llegan al país de origen de sus autores.

¿Cuál es el próximo proyecto editorial?
Está imprimiéndose mi próximo libro que será un ensayo de arte sobre la obra serigráfica de Peter Mussfeldt. Se titula “Soles de Mussfeldt, viaje al círculo de fuego”. Es un libro en formato grande, un objeto artístico. Allí hay un trabajo de conceptualización de diseño gráfico. Ha participado Esteban Salgado con su estudio de diseño. Son tres años de trabajo, pero estoy muy contento y creo que va a permitir un diálogo con este artista alemán que está tan arraigado en nuestro país y que ha logrado a través de serigrafías llamadas “Soles” captar el sol de Ecuador. Es un libro con el que quiero invitar a los lectores a viajar a esta obra artística.

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