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Nuevo escenario para las fundas sostenibles

lunes, 2 marzo 2020 - 03:44
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A inicios de marzo entró en vigencia el Impuesto a los Consumos Especiales (ICE) por cada funda plástica que utilicen los clientes en supermercados y en cadenas comerciales con dos locales o más, el impuesto comienza con cuatro centavos de dólar y subirá a los 10 para 2023.
 
La medida tiene un fin ambiental, pues busca reducir el consumo de estos productos que tienen poca vida útil. Frente a este nuevo escenario tributario, el sector de productores de fundas sostenibles ve una gran oportunidad en el corto plazo.
 
Una de las empresas de este segmento es SalamadraEcu, la cual empezó hace siete años con la producción de bolsos con telas biodegradables.
 
Tras experimentar con varios tipos de telas su propietario Vinicio Cevallos, indica que escogió el lienzo y lonas de algodón crudo (sin tinturas), aunque también trabaja con yute proveniente de India y cambrella de China (esta última es un polipropileno considerado como tela no tejida).
 
Sus principales consumidores son negocios establecidos en Galápagos, exportadores de café, empresas públicas y comercializadores de verduras orgánicas.
 
Otra empresa que nació como emprendimiento es Bolsos Ecuador, su gerente John Salazar comenta que en 2009 su trabajo empezó de manera artesanal con cuatro personas y con una producción muy limitada. Tres años después, la compañía adquirió una maquinaria con capacidad para producir 300.000 bolsos al mes, pero en la actualidad produce 40.000 que se distribuyen a nivel nacional.
 
Salazar considera que el crecimiento de este segmento de mercado ha sido muy lento, “debido a la poca conciencia ambiental en el país. A nivel internacional hay mercados atractivos como Perú y Chile pero nuestros costos de producción son altos para competir con China y Colombia”.
 
Para cubrir las necesidades que hay en el mercado, Bolsos Ecuador adapta su producción a diferentes medidas y materiales: cambrella, lienzo, lona o poliéster. Sus bolsos son elaborados con máquinas automáticas que utilizan ultrasonido para dar un mejor acabado y en zonas donde hay mucha fricción, utiliza hilos para darle mayor fuerza.
 
Gran variedad
 
Cifras del Ministerio del Ambiente indican que el Ecuador utiliza alrededor de 257 millones de fundas plásticas por año, cantidad que se intenta disminuir a través de propuestas más amigables con el planeta como la producción de bolsos de tela.
 
Washington Hualpa, gerente general de Packasing del Ecuador, considera que el contexto actual del sector de “fundas ecológicas” se define con la comercialización de  fundas de tela no tejida, la cual está hecha con polipropileno y se utiliza con la finalidad de aplicar las 3 R de la ecología: reducir, reutilizar y reciclar. Por ello, la producción de su empresa cuenta con líneas de bolsas de telas y de papel. 
 
Dentro de la primera se encuentran las fundas de tela tejidas con polipropileno y fundas de algodón (usualmente utilizadas en panaderías) de fibra natural.
 
Para la elaboración de ambas líneas existe una diferencia de costos de producción muy marcada, lo cual influye en gran manera al momento de tomar decisiones para la elaboración de pedidos. Hualpa explica que a la empresa le cuesta 1,05 dólares producir un metro cuadrado de tela de algodón y una tela no tejida, como cambrella o de polímero, vale 18 centavos. Ante esta realidad, Packasing del Ecuador está intentando que la funda de tela, tanto cambrella como de algodón, posea una mayor durabilidad. 
 
Juan Bravo, gerente general de Florempaque, explica que la resistencia y calidad de una bolsa de tela dependerá principalmente del espesor de la materia prima, pues mientras más gruesa sea la tela más resistente será el bolso que utilice.
 
En el mercado, existen telas para estos productos desde 40 gramos por metro cuadrado hasta 120 gramos y la empresa para este tipo de productos utiliza una de 80 gramos con un material de polipropileno. Aunque Florempaque dispone de una capacidad de producción de 70.000 bolsas mensuales la empresa ocupa el 40 por ciento de su capacidad instalada.
 
La industria farmacéutica, de alimentos y supermercados son sus principales consumidores.

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