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Hospitales fortalecen protocolos de bioseguridad

miércoles, 7 octubre 2020 - 09:20
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El COVID-19 presentó un gran desafío para todo el sistema de salud de hospitales y clínicas, no solo en la atención de pacientes con coronavirus, sino también para el tratamiento de otras patologías.
 
Durante los últimos meses, los establecimientos han destinado esfuerzos y presupuesto en protocolos de bioseguridad y en garantizar espacios seguros. Por ejemplo, el Hospital Universitario del Río, en Cuenca, asignó aproximadamente un millón de dólares para modificaciones en infraestructura, procedimientos, insumos y tecnología para el manejo interno de la crisis sanitaria.
 
Para el ingreso se implementaron estaciones de triaje donde se toma temperatura y saturación de oxígeno de visitantes y pacientes, tanto en área de consulta externa como en emergencias. Se crearon también tres vías de acceso independientes para médicos y personal; personas en general; y pacientes contagiados.
 
Para los exámenes de imágenes hay horarios diferenciados y un procedimiento para atender a personas infectadas. Bayron Guillén, presidente del directorio del hospital, comenta que emergencia cuenta con cubículos exclusivos para pacientes respiratorios. En caso de que estos sean considerados sospechosos de coronavirus ingresan al hospital y se activa el protocolo de traslado hacia el área de hospitalización en aislamiento.
 
“Las cirugías en pacientes positivos ameritan una programación especial que disminuya al máximo la ocupación de quirófano, con la limpieza y sanitización posterior a la cirugía”, comenta.
 
Un nuevo servicio creado para ayudar en el tratamiento de pacientes infectados es la unidad de Aferesis, la cual cuenta con un equipo de alta tecnología capaz de extraer el plasma de personas que sufrieron la infección y que han desarrollado anticuerpos para la misma, para posteriormente ser usado en pacientes graves.

 
En Quito, el Hospital Metropolitano enfrentó la crisis sanitaria duplicando sus servicios por separado. Su sede del Hospital del Día atiende actualmente a pacientes con afecciones respiratorias; los que sufren de otras morbilidades se los deriva al edificio principal, mientras que los casos de SARS-CoV2 se atienden en otra edificación.
 
La directora de Operaciones y Calidad de esta institución Mónica Lana, comenta que se han revisado varios de sus procedimientos para el manejo de los pacientes regulares, así como las políticas de restricción de visitas, la obligatoriedad de un triaje especial para el ingreso, otro doble en áreas de diagnóstico, y la presentación de prueba PCR negativa previo a una internación.
 
“Implementamos sistemas de presión negativa en el área de endoscopia como método de contención de contaminantes; se hicieron cambios radicales en el flujo de movilidad de los pacientes o visitas, control en el uso de elevadores, señalética y remodelaciones para que se respete el distanciamiento”, menciona Lana.
 
Para redoblar medidas de bioseguridad en sus procesos de desinfección el Hospital Metropolitano adquirió un equipo ultravioleta de alta potencia y poder germicida. Además, se realizan pruebas permanentes de COVID para el personal, el cual está dotado de equipos de bioseguridad, para esto se ha destinado más de un millón y medio de dólares.
 
Por otro lado, el Hospital Vozandes en Quito (HVQ) viene trabajando en un programa de seguridad del paciente y calidad en la atención de salud, así como en un sistema de manejo de la logística intrahospitalaria.
 
Para enfrentar la pandemia esta casa de salud separó sus unidades de cuidados intensivos, una para casos positivos y otra para pacientes intermedios, pediátricos y no COVID. Las unidades están separadas en dos pisos y se les ha sumado más personal médico y asistencial.
 
La gerenta general, Ximena Pacheco, detalla que también se trabaja en protocolos de limpieza y desinfección de todo el hospital, en promover el distanciamiento y en campañas de prevención. En el presupuesto del establecimiento se han priorizado gastos e inversiones para garantizar la bioseguridad en la prestación de servicios.
 
“El HVQ cuenta con varios recursos para disminuir el riesgo, por ejemplo, una sala de cirugía en el centro quirúrgico que está aislada y un sistema de aire con presión negativa que evita la dispersión de partículas a través del aire hacia el ambiente”, recalca Pacheco.
 
El transporte de pacientes desde y hacia el centro quirúrgico se realiza con todas las medidas de precaución y hay un quirófano y área de recuperación exclusiva para pacientes COVID.
 
El Omni Hospital, en Guayaquil, también se vio en la necesidad de diferenciar todas sus áreas y de duplicar su logística. Algunos de los cambios realizados incluyen: altas tempranas, pruebas COVID para el personal médico y acompañantes de pacientes; evaluación clínica y epidemiológica al paciente más examen de laboratorio para descartar el virus antes de su internación, y un compromiso con el familiar o cuidador del enfermo para que no salga hasta el alta del interno.
 
“Hay quirófanos asignados solo a pacientes COVID-19, tenemos dos pisos de quirófanos para dar atención en pisos diferentes a todos los requerimientos quirúrgicos, así como personal diferenciado para las actividades quirúrgicas. Contamos con quirófanos equipados con filtro HEPA, lo que garantiza la purificación del ambiente y por ende disminuir el riesgo”, señala el doctor Hermógenes Muñiz, gerente médico del Omni Hospital.
 
La atención oftalmológica también se ha adaptado a la nueva normalidad. La Clínica Andes Visión, por ejemplo, sumó varias medidas de bioseguridad a su operación, entre ellas triaje de control al ingreso, el cual incluye toma de temperatura, uso de mascarilla, desinfección de calzado, lavado de manos y uso de gel desinfectante.
 
Los visitantes y pacientes están llamados a respetar la señalética tanto en piso como en asientos. La sanitización de las áreas de atención, salas de espera, quirófanos e instalaciones en general, se maneja con un cronograma de desinfección diario cada tres horas. Además, en los quirófanos se mantienen encendidas permanentemente lámparas UV para conservar el ambiente aséptico.
 
Para la examinación se instalaron protectores de vinil como barrera adicional entre el oftalmólogo y el paciente. En la infraestructura y las protecciones, la clínica destinó 5.000 dólares y de manera mensual emplea 2.000 dólares más para los descartables e insumos.
 
Atención represada
La pandemia generó repercusiones en el funcionamiento de los hospitales. La tecnología e insumos para tratamientos se han tenido que canalizar para enfrentar la crisis sanitaria, por lo que las patologías no emergentes quedaron relegadas.
 
Bayron Guillén, presidente del directorio del Hospital Universitario del Río, afirma que dentro de algunos meses se va a apreciar una afluencia de pacientes con requerimientos diferentes, sobre todo en lo que respecta a la conducta preventiva que es la que se mantiene en la atención primaria.
 
“El COVID ha extremado la difícil situación sanitaria del país. Los insumos requeridos para una atención con todos los elementos de bioseguridad, está represando muchas afecciones que ameritan una atención continua en pacientes con patologías crónicas”, asegura.
 
En este escenario, constan personas que requieren seguimiento por diabetes, hipertensión, cuadros respiratorios, enfermedades pulmonares crónicas y trastornos cardiológicos y neurológicos, o aquellas que necesitan controles preventivos para evitar cáncer de cuello de útero o de mama.
 
En pediatría, las restricciones limitan la atención de niños en seguimiento como prematuros extremos (algunos oxígeno dependientes), o los que necesitan terapias de estimulación. Un caso aparte son los pacientes que tienen cirugías programadas. Dado que la pandemia amerita que se descarte infección por COVID-19 previo a cualquier intervención, estas han incrementado sus costos debido a todas las medidas de
 
Más información en la edición impresa de Revista Enfoque de septiembre.

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