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El transporte pesado nacional busca recuperarse del impacto del COVID-19

lunes, 31 agosto 2020 - 12:30
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Un sector clave en el aparato productivo del Ecuador es el transporte pesado. Este segmento es considerado estratégico para la economía, pues a más de contribuir con el desarrollo de actividades industriales, comerciales y turísticas, aporta con el 3,2 por ciento del PIB nacional y 500.000 plazas de trabajo directas.
 
Durante la crisis sanitaria, el peso de su participación fue aún más evidente. Su aporte fue crucial en la movilización de productos de primera necesidad, medicinas, materias primas y combustibles, evitando la ruptura de la cadena logística de comercio interno y de la exportación en el país. Santiago Garzón, gerente general de la empresa de transporte de carga Galagans, cuenta que atender al sector exportador representó una labor muy compleja durante la crisis sanitaria al tener afectada al 40 por ciento de su fuerza laboral.
 
“No podíamos fallarles (a las empresas), se volvió un compromiso que iba más allá de lo comercial; muchos de los socios de Galagans tuvimos que recordar los años de conductores y volver a subirnos en las unidades. El equipo de conductores que no se afectó por el virus jugó un papel muy importante cubriendo a sus compañeros afectados”, recuerda.
 
Garzón, quien también es vicepresidente de la Corporación de Operadoras de Transporte Pesado Terrestre, señala que el aparato productivo no fue el único en el que se enfocó el sector. La flota también colaboró con unidades de arrastre para la movilización de contenedores refrigerados para los cadáveres y con camiones para la repartición de kits alimenticios.
 
A decir de Marcelo Enríquez, gerente de logística de Portrans, la operatividad de las unidades de transporte pesado fue decisiva para el abastecimiento de los centros de acopio de productos a nivel nacional, al igual que de los supermercados y tiendas. Entre marzo y abril, la compañía realizó entre sus dos centros logísticos de Guayaquil y Quito, alrededor de 300 viajes de contenedores con alimentos y medicinas, así como más de 500 en furgones con productos de primera necesidad.
 
Portrans ha tenido que adaptarse a una nueva realidad implementando protocolos para operar de manera segura. Parte de estos cambios incluyen: dotación de equipos de bioseguridad para el personal de bodega y transportistas; arcos de desinfección para la flota pesada y liviana; control de temperatura en los accesos; puestos de desinfección (alcohol, gel y lavamanos) dentro de los 40.000 m2 de sus almacenes, así como doble turno para sus dispensarios internos.
 
Afectaciones
Luis Felipe Vizcaíno, presidente de la Federación Nacional de Transporte Pesado (Fenatrape), señala que, si bien durante la pandemia el sector jamás dejó de operar, éste sí vio reducido su flujo de carga. A inicios de la emergencia sanitaria solo 30.000 unidades de su flota de 227.000 se mantuvo activa; hasta julio su parque de vehículos se encontraba trabajando en un 60 por ciento con aproximadamente 140.000 unidades.
 
Actualmente, el 40 por ciento restante de los camiones –manifiesta el directivo- están paralizados debido a la reactivación gradual de los sectores. “La industria automotriz, que era un gran generador de carga para niñeras, nodrizas y lowboy, ha bajado la fabricación y venta de autos en el país. Asimismo, en el sector de la construcción las volquetas, camiones, mixers, plataformas y bañeras que mueven al granel productos a la industria cementera están paralizados”, comenta.
 
Según los organismos internacionales, el país tendrá una reducción del PIB superior al 10 por ciento en el presente año, sin embargo, Vizcaíno estima que, en volúmenes de cargas, la caída será del 40 por ciento. La Fenatrape ha presentado al Gobierno un plan integral de reactivación para el sector el cual incluye tres petitorios: la suspensión momentánea de constitución de nuevas empresas de transporte pesado; reestructuración directa de las deudas del sector con la banca pública y privada con una moratoria hasta diciembre; y el aplazamiento por este año de matrículas, licencias, y revisiones técnicas vehiculares de las unidades.
 
Para Marcelo Enríquez, la recuperación de los presupuestos de ventas del sector será casi imposible. “Nos toca ser solidarios entre todos y buscar cómo darnos la mano, consumidores, clientes, proveedores, productores y gobierno, no hay otra forma, unos sacrificaremos más que otros, pero es necesario”, remarca.
 
Santiago Garzón, señala que en este año sin duda el número de movimientos bajará considerablemente, por lo que las empresas deberán seguir ajustando procesos, optimizando tiempos y movimientos, así como reduciendo costos con la premisa de evitar la pérdida de empleo. “Por ahora la mayor expectativa viene por el lado de haberle hecho sentir a la autoridad la importancia del sector en la economía y la necesidad de un marco legal que permita potenciar nuestro desarrollo”, expresa.

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