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El refinado aroma de una utopía

miércoles, 13 septiembre 2017 - 08:33
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El 15 de julio de 2008, en el centro de un gran bosque tropical, los presidentes Hugo Chávez de Venezuela y Rafael Correa de Ecuador pusieron la primera piedra de lo que llamaban “Alianza estratégica para la construcción de un nuevo complejo refinador en el Pacífico ecuatoriano”. En realidad no fue una piedra, sino un árbol lo que juntos sembraron. “No venimos a poner una primera piedra, venimos a observar cómo avanzan los trabajos y los estudios de un plan de manejo ambiental de la zona, con fines de preservación”, dijo entonces, pala en mano, Rafael Correa.
 
Han pasado nueve años desde aquel día en que se unieron en sociedad las estatales Petroecuador y PDVSA. El Ecuador ha gastado 1.530 millones de dólares en lo que llaman “obras tempranas”. Venezuela incumplió sus aportes. En este tiempo se ha construido una carretera de 12 kilómetros, se aplanó un terreno de 500 hectáreas y se tendió una tubería de 94 kilómetros para llevar agua desde la presa La Esperanza. Todo esto sería apenas un 13 por ciento del total del proyecto. 
 
Lo que no ha faltado es polémica. Desde la rentabilidad misma de construir una refinería y la compra del terreno hasta los grandes contratos con Odebrecht, todo ha levantado sospechas.
 
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