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Andrés Gómez: 30 años siendo insuperable

miércoles, 10 junio 2020 - 09:24
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Este año se rumoreaba que se iba a invitar a André Agassi para que vuelva a jugar con Andrés Gómez en Guayaquil.
 
Era la fecha ideal: 1990-2020, treinta años del momento cumbre de una carrera irrepetible. Además, el zurdo de oro cumplía 60 años… pero desgraciadamente 2020 quedará como un año de pandemia sin deportes.
 
Ganar Roland Garros fue para Gómez la apoteosis de su carrera. Era casado, ya tenía su primer hijo y había ganado 19 de los 21 títulos con los que se despidió (el último fue en Brasilia 1991).
 
 
“Había sido número 1 del mundo en dobles en 1986, jugado el Masters en varias ocasiones, había sido top ten, ganado títulos en torneos importantes de Europa y Estados Unidos. Pero faltaba un título que hiciera la diferencia, que pusiera la corona. Y llegó en París”, recuerda Gómez.
 
Tiene 60 años, se cumplen 30 años de su victoria en Roland Garros y no se puede festejar nada por la pandemia…
 
No es momento para festejar. A mí me basta que me recuerden. Lo único que me entristece es que no haya tenis. Pero no hay tiempo para aburrirse. Entre conferencias y tutelajes para los chicos de mi academia, tengo entre 15 y 20 charlas semanales y vamos 9 semanas… Tengo conversaciones muy interesantes con tenistas y entrenadores de Italia, Paraguay, Brasil, México…  para comenzar a pensar en el tenis de mañana. 
 
¿Qué le hubiera preguntado a Agassi si hubiera venido a Guayaquil este año?
Le hubiera dicho que el tiempo pasó tan rápido. Él acaba de cumplir 50 y yo 60, lo hubiera felicitado por la obra que realizó con su fundación y ¡seguramente le hubiera preguntado si de verdad jugó la final con peluca! Para mí es una mentira. 
 
¿Usted se sentía favorito en Roland Garros 90?
El sueco Stefan Edberg y el alemán Boris Becker eran los favoritos. Yo era 7º del tour, el cuarto preclasificado y, Agassi (5º del mundo), el tercero. Luego de vencer al austríaco Thomas Muster (9º) en las semifinales, sí me sentí favorito. Tenía experiencia y Agassi no era más que una promesa. 
 
¿Antes del partido compartió camerino con Agassi?
Entrené tres horas y media antes del partido, almorcé con la familia y dos horas antes de la final empecé a aislarme hasta llegar al camerino. Agassi andaba con guardaespaldas, nunca se lo veía entrenar y no le gustaba pasar por los camerinos. 
 
 
¿Cuándo asimiló que había ganado un Grand Slam?
Cuando la gente me empezó a presentar como el ganador de Roland Garros y sigue siendo así 30 años después. Cuando hay un niño que no sabe quién soy basta con decirle que gané Roland Garros y me ubica. El estatus es otra cosa.
 
¿En qué condición llegó a la edición 1990 de Roland Garros?
Recién había ganado en Barcelona y Madrid. Había ya jugado unos 30 Grand Slam y tres veces Ivan Lendl me había ganado en los cuartos de finales en París. Yo tenía 30 años y decidí que era mi año, más aún cuando supe que Ivan Lendl no iba a participar. 
 
¿Qué le dijo a Agassi cuando le ganó?
Tendrás más oportunidades para ganarlo después, a mí se me estaba acabando el tiempo.
 
¿1990 fue su mejor año?
En el 84 perdí con Lendl en cuartos de final de Roland Garros y quedé en el quinto puesto. Si ganaba ese torneo hubiera sido el número uno del mundo. En el 84 gané cinco torneos siendo elegido como el jugador de mayor progreso. Ese año estuve más cerca de encabezar el ‘ranking’ que en el 90 al ganar Roland Garros.
 
 
¿Cómo tenista fue arrogante y creído?
Tenía que ser agrandado aunque no lo sintiera. Jugué en una época donde se daba poco tenis en televisión y nadie me podía seguir y conocer. Jugué más de 500 partidos y para verme había que ir a los torneos. Tenía que destacar.
 
¿Cómo ve los Grand Slams del futuro?
Preveo que van a bajar los premios económicos y que se jugará a lo mejor de tres sets. Seguramente habrá menos jugadores y torneos y por ende más presiones para los jugadores de elite.
 
¿Qué recuerda de sus inicios en el tenis?
 En mi caso personal, los inicios fueron complicados luego del fallecimiento de mi padre en 1978. Éramos 5 hermanos y decidir dedicarse al tenis en esta época de amateurismo era un acto de rebeldía. Luego me hice profesional pero a mediados de los 70, el Ecuador no era nada en los deportes. Solo teníamos a Jorge Delgado quien fue el primer atleta dominante de la región. Muchos años después llegó la medalla de oro de Jefferson Pérez y tres participaciones en los mundiales de fútbol.
 
Siempre tuvo relación complicada con la prensa, ¿por qué?
Pocos periodistas saben de tenis y todos opinan. Recuerdo que en la Copa Davis de 1979, perdí el cuarto punto contra Brasil y la prensa me desbarató, yo solo tenía 19 años y no comprendía tanto desprecio. Mi primer recuerdo grato en cuanto a cobertura periodística fue cuando clasifiqué al Master en enero de 1982, era la primera vez que una radio transmitía en vivo un torneo de tenis. Vino CRE al Madison Square Garden. Sentí por primera vez el respaldo de mi país. 
 
¿Qué hubiera hecho sin el tenis?
A los quince años ya era tenista pero cuando terminaba el colegio, me iba a pasar tres meses a la playa a surfear. Siempre me fascinó el mar. En esa época no me perdía un programa de Jacques Cousteau. Era oficial naval, explorador e investigador. Seguramnete hubiera buscado la manera de imitarlo.
 
Después de Gómez y Lapentti, ¿No hay relevo, a qué lo atribuye?
Hay que seguir trabajando. Pasa lo mismo con Federer, imagínate cuando se vaya, no habrá otro suizo en cuantas décadas. El tenis ha cambiado. Mi hijo Emilio y mi sobrino Roberto llegan a una edad de madurez. Ahora los tenistas se cuidan y duran más. Estamos en la final de la Copa Davis y con o sin público haremos historia.
 
¿Quién es el mejor deportista de todos los tiempos?
Ahora con la serie de Jordan se volvió a abrir el debate. Yo lo vi jugar con los Chicago Bulls y también cuando fue basebolista. Al salir de la universidad la misma gente de Proserve nos representaba a los dos. No se puede comparar generaciones, tampoco deportes.
 
Para mi Tiger Woods es incomparable, Jordan un fuera de serie, Federer el mejor del tenis y Ali el número uno para mí porque vivía el deporte y peleaba por una causa muy personal. Nunca lo vi pelear, pero en el US open del 82 le pedí un autógrafo en una servilleta.

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