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"Y un día, Nico se fue": una obra sobre lo fugaz del amor

viernes, 3 agosto 2018 - 11:58
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Justo antes de que las luces cambien de verde a fuscia en el teatro de la Casa de la Cultura al término del primer acto, José Andrés Caballero -uno de los protagonistas de esta obra- toma el micrófono y canta con dolor y melancolía. “Yo era el rey de un país donde reinaba el amor, donde la vida se hacía simple”. Lo acompaña un coro -sus compañeros de reparto- y la banda en vivo que también forma parte de este espectáculo.
 
A Osvaldo le pasó lo que nos ha pasado a muchos, quizá a todos. El personaje que representa Caballero tiene el corazón roto porque lo abandonaron, porque Nico -interpretado por Josua González- se fue. Pero más allá de esta canción, que condensa la tristeza y desconcierto ante una ruptura inesperada, esta pieza teatral -dirigida por el coreógrafo guayaquileño Pedro Moscoso- es una fiesta, una celebración del amor y de la diversidad. 
 
“Y un día, Nico se fue” es la adaptación teatral, en el género de comedia musical, de la novela autobiográfica y homónima de Osvaldo Bazán, que fue montada originalmente en Argentina, con diferentes elencos a lo largo de los últimos cinco años. Ahora llega a Guayaquil, en una nueva versión que adapta también el lenguaje y los coloquialismos propios de la ciudad en los diálogos, el performance y en las canciones.
 
 
Moscoso supo de la obra durante su estancia académica en Argentina, donde se forma en composición coreográfica. Allá conoció a Ricky Pashkus, director original de “Y un día, Nico se fue”. Cuando la vio, cuenta, sintió algo parecido a un flechazo y pensó que esto debía hacerse en Ecuador. Su anhelo se volvió más firme en octubre pasado, luego de una marcha del movimiento “Con mis hijos no te metas”, la agrupación católica provida, en contra de la llamada “ideología de género”. “Soy artista y que quiero hacer algo al respecto”, pensó en ese momento. Desde allí comenzó a trabajar en la adaptación y en la búsqueda del elenco y los asistentes que lo acompañarían en el proceso. 
 
En marzo de 2018 estaba listo para comenzar con los ensayos y ya tenía todo el reparto escogido, que además de requerir énfasis en danza y actuación, también necesitaba horas de práctica en la parte vocal. “Fue difícil dar con un elenco que tenga habilidad para actuar, cantar y bailar, pero lo logramos. Aquí hay mucho talento”, dice el director, sobre el cast conformado por trece artistas en escena. Moscoso también cuenta con asistente de coreografía, luces, escenografía y vestuario: todas, personas cercanas a él. 
 
Ha sido un trabajo arduo, cuenta, no solo por la demanda de esfuerzo físico, sino por las trabas que un proyecto de esta naturaleza encontró en el camino. “Este es el único teatro que nos abrió las puertas. Fuimos a varios y por temas de homofobia no aceptaron”, explica. Le sucedió lo mismo en la búsqueda de auspiciantes. Pero así como hubo dificultades, también existió el respaldo de quienes se sumaron al proyecto, como el diseñador Gustavo Moscoso, que les facilitó algunas piezas del vestuario festivo y colorido que conforma la obra. 
 

 
Sorpresa, negación, aceptación, orgullo. Además de narrarnos todas las etapas del amor, “Y un día, Nico se fue” aborda -con música, humor y entusiasmo- todo el proceso que representa “salir del closet”, y va más allá. Nos muestra toda la onda expansiva de la explosión que ocurre cuando esa revelación finalmente sucede: el rechazo de unos padres, el abrazo de otros; el apoyo de los amigos, el enfrentamiento con la sociedad, la crítica y también la reivindicación personal de ser lo que se es, sin que importe el resto. 
 
“Loca, marica, mariquita, raro”, dice una de las canciones que suena casi al término. A lo que Cupido -uno de los personajes más entrañables- contesta: “sujeto sexualmente diverso con carga identitaria contraria a la heteronormatividad”, y el baile sigue, en medio de luces y trajes fosforescentes. “Aca la gente le tiene miedo a la palabra gay o maricón. Ese es el punto: nosotros nos apoderamos de la palabra, pero nos hemos acostumbrado a verla como algo malo o a usarla como insulto”, explica Moscoso. Que están haciendo historia, dice con orgullo. Que esta, su primera gran producción enfocada en una temática LGBTI, hace historia. 
 
Es cierto que el leitmotiv de “Y un día, Nico se fue” es el abandono y los desamores, pero su final, con Osvaldo entendiendo que a veces las rupturas no tienen ni explicación ni retorno, deja un rastro feliz al contarnos entre canciones pop y luces multicolores que quizá el amor después del amor (ese del que hablaba Fito Paéz) sea el amor propio. Y que la vida sigue, aunque nunca sepamos bien ni cómo ni para dónde. De esto se tratan las relaciones, sin importar hacia donde se muevan nuestros afectos. 
 

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