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Una historia de rock

viernes, 7 junio 2019 - 08:19
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Había una vez una banda cuyo sonido era “muy marica para el público metal y demasiado fuerte para el público pop”. “Estación polar (o la historia de Mamá Vudú)” es un documental acerca de un trío punk que superó sus problemas de identidad y se convirtió en un ícono del indie ecuatoriano. Más que eso, se trata de una película que demuestra que una (buena) banda de rock es un momento en la Historia.
 
Eran los 90. En la orilla pop ya sonaban fuerte Tranzas y Tercer Mundo,  pero mientras tanto, en varias ciudades, en conciertos y bares pequeños, se  consolidaba una escena independiente  y de calidad con bandas como Ente,
Cacería de Lagartos, Sal y Mileto, Notoken, o Mamá Vudú. La única forma  de darse a conocer era tocando y los  Mamá Vudú tocaron hasta en burdeles.
 
A través de una estructura sencilla:  entrevistas y un interesante archivo  que incluye grabaciones caseras, ensayos, videoclips y tocadas emblemáticas  (como su último concierto en 2013 en  el Teatro México), esta película dirigida
por David Holguín, con el diseño de sonido a cargo de Franz Córdoba (primer  bajista de Mamá Vudú) logra un clima  de relajada intimidad.
 
“Estación polar”  cuenta cómo las distintas formaciones  que tuvo y ciertos momentos de la vida  de sus músicos repercutieron en los  “estados de ánimo” de la discografía de  Mamá Vudú; y aprovecha las anécdotas  de un grupo de chicos formando una  banda de rock, y volviéndose adultos en  el proceso, para hablar de temas como  las luchas de egos, el compromiso creativo, los mecanismos de las industrias  culturales, los límites que impone un  país o una época, o lo inexplicable de la  muerte en plena juventud.
 
 
Represión policial
 
Uno de los episodios que recuerda “Estación polar” es la grosera represión que  recibieron en marzo de 1996 –durante  el gobierno de Abdalá Bucaram– los  jóvenes asistentes a un concierto en  Ambato con la agrupación mexicana
de death metal Cenotaph: policías y militares entraron con pasamontañas,  golpearon y detuvieron a decenas de  rockeros, a muchos les cortaron el pelo  y se los hicieron comer.
 
Fuimos noticia en MTV: “Aunque suene raro este  tipo de prejuicios todavía existe. De  nada parece haber servido la lucha que  desde los años 70 han librado pioneros locales como Pancho  Jaime, Héctor Napolitano o Jaime Guevara. Y  aunque con el paso de  los años las cosas no han  cambiado mucho, hay  una nueva generación  que sigue luchando”, reportó el noticiero Semana Rock. Al año siguiente  los Mamá Vudú organizaron un concierto para
que no se olvide aquel abuso.
 
Eran años menos tolerantes que  los que corren hoy, lanzar condones  al público en los conciertos resultaba  toda una declaración de principios. La  banda quiteña se apuntaba en eventos  progresistas en contra de la homofobia,
el prejuicio sobre el VIH, o para abolir  las corridas de toros. Edgar Castellanos  (voz y guitarras) y Álvaro  Ruiz (batería) fundaron el  emblemático Quito Fest,  una vitrina para la música  alternativa e independiente del país.
 
Madre solo hay una y se respeta
 
“Un antes y un después  de la música ecuatoriana”,  “Adelantados a su época”,  “Todo el tiempo debería  sonar Mamá Vudú”, “Escritores que hacen música”, “Madre solo hay  una y se respeta”. Los  comentarios de músicos, artistas y periodistas que recoge “Estación  polar” señalan la trascendencia de este grupo que se formó entre  Ambato y Quito a inicio  de los 90 y cuyo disco  “Macrosensor” fue considerado uno  de los mejores de 2004 por la Rolling
Stone.
 
Letras poéticas y oscuras, un  sonido melancólico pero con la fuerza  del punk en su ADN, y siempre reinventándose.
 
Su original estilo motivó  a 30 agrupaciones latinoamericanas  para grabar un disco triple de covers,  se convirtieron en banda de culto,  conquistaron e influenciaron a varias  generaciones. Con 20 años de trayectoria decidieron dejar de tocar para no  repetirse pero allí quedó su música, y  ahora, una película.
 
Este es el primer largometraje de  David Holguín, quien conoce a los  Mamá Vudú desde sus inicios y lo  considera el homenaje de un fan. Al  final de “Estación polar” incluso quienes nunca los hayan escuchado, van a  querer salir corriendo del cine a buscar todos los discos de Mamá Vudú. 

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