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“Me gustan los mundos pequeños”

lunes, 22 agosto 2016 - 12:46
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Eduardo Sacheri, ganador del premio Alfaguara 2016 por su novela “La noche de la Usina” visitó Quito y charló con Vistazo sobre literatura, cine y fútbol.

Sus libros han inspirado ya tres películas: “El secreto de sus ojos” (basada en su primera novela “La pregunta de sus ojos”, 2005), que fue protagonizada por Ricardo Darín y ganó en el Óscar como Mejor película de habla no inglesa en 2010, “Papeles en el viento” (escrita en 2011 y llevada al cine en 2014), y una versión estadounidense de la primera: “The secret of their eyes” con Julia Roberts y Nicole Kidman, que fue estrenada a fines del año pasado. Con su última novela, “La noche de la Usina” –que cuenta la historia de un grupo de estafados durante el corralito que se convierten en una improbable banda justiciera– ganó en abril el prestigioso premio Alfaguara.

Escritor, guionista, licenciado en historia y un enamorado del fútbol y del Independiente de Avellaneda, Eduardo Sacheri vive y escribe en el apacible suburbio de Castelar, al oeste de Buenos Aires. Se considera un creador disciplinado aunque “sometido a los ritmos familiares”, y juega al fútbol dos veces por semana: los miércoles en cancha sintética, y los sábados en tierra y pasto, “como corresponde”.


 La primera novela de Sacheri fue llevada al cine
como “El secreto de sus ojos”, bajo la dirección
de Juan José Campanella. Ganó el Oscar en 2010,
con Sacheri como guionista.

Tanto su primera novela “La pregunta de sus ojos” (2005) como la que acaba de ganar el premio Alfaguara son del género policial, y ambas están enmarcadas en momentos políticos que son casi un personaje más.
Sí. Son novelas con un trasfondo histórico importante: los años 70 en “La pregunta de sus ojos” y la crisis del corralito en “La noche de la Usina”. Soy profesor de historia, me interesa cuando el contexto tiene un peso suficiente como para influir en nuestras vidas de manera tan determinante, sin que tampoco opaque la cuestión principal, que siguen siendo mis personajes y lo que les sucede. Pero sí. También quiero que el lector vea ese telón de fondo, y que sea sólida la relación.

Me gusta que la literatura sea un juego de parciales distorsiones. Uno toma la realidad, la mueve, juega con ella, y sobre todo, la puede hacer menos trágica

¿Por qué justamente estos contextos (la antesala de la dictadura y la incautación de ahorros)?
Me parece que no podemos evitar que esos fantasmas nos estén rondando un poco… Todavía hoy en mi país se siguen discutiendo los 70, y la crisis de 2001 viene a ser como un monstruo agazapado: en 2015 tuvimos elecciones presidenciales y el debate político muchas veces traía la amenaza de “cuidado a quién votan a ver si regresa el corralito”. Es como nuestro infierno nacional. Así como creo que uno vuelve en su literatura a sus tragedias personales y de alguna forma las endereza, aunque por el sólo hecho de sacarlas de la profundidad y airearlas, me parece que con nuestros traumas nacionales pasa algo parecido.

Lo peor del corralito fue que al mes siguiente te devaluaron el dinero que no podías sacar. Derrumbaron el gran sueño de la clase media, el ideal del ahorro: tu garantía, lo que te inculcaron tus padres. Fue como que te sacudan las bases de tu credo.


Remake norteamericano. “The Secret of their eyes”
se estrenó a fines de 2015 y tuvo como protagonistas
a Julia Roberts, Nicole Kidman y Chiwetel Ejiofor.

Sus protagonistas son entrañables, pero e¿Entre el novelista y el profesor de Historia, cómo entiende la relación que existe entre literatura y realidad?
La literatura se toma justas y necesarias libertades, para eso es arte. Me parece que para realidad, ya tenemos a la realidad. Me gusta que el arte sea un juego de parciales distorsiones. Uno toma la realidad, juega con ella, la mueve, y sobre todo, me parece a mí, la puede hacer menos trágica, porque aunque sea siente que la domina. Mientras vos estás contando una historia, o leyendo un libro, la realidad es-como-que-es lo que pasa ahí. Lector y autor sabemos que la realidad no es eso, pero nos hace bien jugar un rato a que sí.

En “La noche de la Usina” hay momentos en los que el relato se cuenta desde el punto de vista del enemigo, y se genera una cercanía casi incómoda.
Es que en este caso Fortunato Manzi requería atención, es un personaje que tenía que estar en un primer plano. Y claro, eso es algo absolutamente humano: de acuerdo a donde depositás tus miradas va a ir surgiendo casi una empatía inevitable, si contás la historia vista por él empezás a entenderlo, y a lo mejor al justificarlo te sorprendes a ti mismo diciendo “momento, cómo me estoy compadeciendo de este hijo de puta”. Creo que tiene que ver con este imán que lo humano nos produce, si te hubiera contado toda la novela, toda completa, desde el lado de Manzi terminás pensando, “qué malas gentes estos que le quisieron robar”. Nuestra humanidad tiende a aproximarse a aquel de quien nos están contando el cuento.


En “Papeles en el viento". Unos amigos se meten a
empresarios futbolísticos para salvaguardar el
futuro de la hija de un amigo que fallece.
También fue llevada al cine.

¿Por qué eligió crear un pueblo ficticio, O’Connor, para la historia de “La noche de la Usina”?
En “Araoz y la verdad” (2008) aparecen varios de los personajes, por un lado tenía ganas de volver, y por el otro, a mí no se me da bien la gran ciudad, ni en la vida ni en la literatura. Me gusta vivir en un lugar donde las cosas pasan más o menos despacio y donde a la gente la tengo más o menos vista. O’Connor, aislado en medio del campo me daba la ventaja de hacer como una réplica de la Argentina en pequeñísima escala. Allí están los damnificados y están los estafadores, esos pueblos tienen algo como de isla rodeada por esa llanura verde e inmensa. Me gustan los mundos pequeños…por algo sigo viviendo en Castelar.

En sus artículos, relatos y novelas el fútbol está siempre presente, o es un aspecto central de la historia, como en “Papeles al viento”. ¿Cómo entiende la relación entre fútbol, vida y literatura?
Tengo que empezar diciendo que para mí el fútbol no debe ser tan importante en la vida de las personas como a veces lo es. Lo más importante de la vida es la vida, no el fútbol. Pero ... los juegos nos permiten hacer simulacros de la vida. Simulacros mucho menos solemnes, mucho menos definitivos y el fútbol es uno de ellos. Que en ese juego puedas sacar a respirar a tus amores, tus temores, tus deseos, tus frustraciones, está bueno, y que cuando termine el partido que estás jugando o estás viendo, vuelvan a su sitio, pero eso te da la opción de verlos, de verte, por esta cualidad de escotilla hacia tus profundidades. ¿Viste la famosa expresión de “fulano cuando juega se transforma”? Yo creo que no se transforma, se exhibe. El fútbol me sirve para eso, tanto en la literatura como en la vida real, para conectarme con lo profundo. Pero si hubiera nacido en Harlem, podría decirte lo mismo del básquet, y si fuera de Nueva Zelanda a lo mejor te lo diría del rugby. A mí el fútbol me permite seguir jugando.


El Fútbol es un elemento siempre presente en
la literatura de Sacheri. Son célebres sus
artículos y relatos futboleros publicados en
la revista deportiva El Gráfico.

¿Qué tal la experiencia de haber sido guionista de la versión cinematográfica de sus novelas?
Es un trabajo arduo, porque está la opción de decir ‘vendo los derechos y que otro se encargue’. Pero creo que la gran ganancia de hacerlo, es que se puede insistir en la fisonomía de los personajes, en que no cambien demasiado, que no sean otras personas que terminen resultándole extrañas al que leyó el libro. Por otro lado uno tiene que aceptar negociar, sintetizar, cambiar, renunciar a cosas que a uno le parecían importantes, aceptar esa lección de humildad. Quedé conforme con  “El secreto de sus ojos”  “Papeles al viento”,  me parece que fueron lindas películas y los lectores no se sintieron defraudados, pero no puedo evitar al mismo tiempo una sensación de extrañeza, es muy raro. Porque, además, mis personajes no tienen esos rostros de actores conocidos. Y los lugares donde las cosas suceden no necesariamente son parecidos.
En un juego sacas a respirar a tus amores, tus miedos, deseos, frustraciones. El fútbol, tanto en la literatura como en la vida, me sirve para conectarme con lo profundo
¿Qué cine le gusta?
Especialmente el cine independiente de EE.UU., que no es una superproducción pero tiene dinamismo, por eso ubico el foco más en EE.UU. que en América Latina. Porque a veces el cine latinoamericano es excesivamente lento contemplativo, simbólico. Prefiero que sucedan cosas, con una mira de autor, pero que sucedan cosas.

Tampoco me gustan los libros que no podés contar de qué tratan. Novelas demasiado experimentales, ancladas en lo formal, apuntadas hacia el caos del pensamiento de un personaje. Me encanta que existan, que la literatura sea múltiple y que cada uno encuentre ahí lo que necesite, pero no es la literatura, o el cine, que más me conmueve.

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