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Las manos de Juan Sánchez dan forma al arte endémico ecuatoriano

viernes, 5 diciembre 2014 - 12:18
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Su inclinación por el arte viene de su tierra natal y de familia, incluso sus obras, que se lucen en distintos puntos del país, son esculturas endémicas que resaltan la cultura ecuatoriana.
 
Juan Sánchez Andrade, de 52 años, es artista plástico, oriundo de Cotacachi (Imbabura) y autor de reconocidas esculturas, como la iguana de Urdesa (Aventura Plaza, en las avenidas Las Monjas y Carlos Julio Arosemena), la del papagayo de la Alborada (entre el City Mall y la Rotonda), la del Mono Machín al pie de los túneles de los cerros Santa Ana y Del Carmen, la Piña en la entrada de Milagro, el Maíz en Manabí, las Garzas y Gallos de Pelea en Samborondón, entre otras.
 
"Mi arte es representar la cultura de un sitio", puntualiza.
 
Antes de empezar con este tipo de arte, Sánchez se dio a conocer en Guayaquil con pequeñas piezas de cerámica que aún entrega en los mercados artesanales.
 
Fue en 1991 cuando emprendió el arte de forma profesional.. Creció dentro de una familia artesana, su padre, madre y abuelo se dedicaban a eso.
 
Fue en Cuenca y en Quito, durante su niñez y juventud, donde aprendió a trabajar con cerámicas, material que también utiliza para crear sus esculturas de hasta 15 metros de altura.
 
"La cerámica que yo utilizo no existe en el mercado, no se puede comprar los pelos del mono o las escamas de la iguana, me toca diseñarlas y producirlas. Esa parte me ha tocado a mi irlas desarrollando", agrega.
 
 
Su taller se ubica en Manabí, sitio que escogió para vivir desde el 2008, por su fresco clima.
 
En el 2003 el Municipio de Guayaquil lo invitó a a elaborar siete murales bajo el puente que está frente a Mall del Sol, con el tema 'Guayaquil Antiguo'. A raíz de esto, se dio la idea de crear las famosas esculturas que representan la cultura de la ciudad.
 
Su trabajo no solo consiste de tiempo sino también de detalles. Cada figura se construye con base de cemento y barillas, ya luego combina las coloridas cerámicas, que son su sello personal.
 
Para elaborar el Mono Machín, por ejemplo, le tomó cinco meses, con un equipo de 20 personas. "Cuando yo hago la maqueta lo hago con mis propias manos, voy dirigiendo la arcilla y ya cuando se vuelve grande utilizo personal, ésta podría ser la parte más compleja de una escultura", explica.
 
Agrega que crear esculturas endémicas es aprovechar la riqueza cultural que hay en el Ecuador. "El arte va evolucionando y el  artista debe unirse al turismo. El arte plástico es mi estilo de vida y es formar parte del desarrollo de una ciudad", opina él en referencia al Día del Artista Plástico Ecuatoriano, que se celebra cada 5 de diciembre.
 
Para el póximo año alista una figura nueva para la ciudad porteña. Se trata de una orquídea, que estará en un barrio que lleva el mismo nombre de la planta. "El artista no solo debe pensar en lo que gusta a él, sino en lo que le gusta a la gente", comenta.

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