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Ha nacido un clásico

lunes, 7 enero 2019 - 10:17
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No me gustan las películas románticas, menos los melodramas. No soporto la facilidad de los remakes y para ser totalmente sincero cuando un actor se pone a dirigir lo veo más como un capricho de divo que una obra artística. Con todos esos prejuicios me fui a ver “A Star Is Born” y quedé atónito. Desde la primera imagen uno se siente parte de esta historia que nos presenta a Jackson (Cooper), un conocido músico torturado por sus demonios y adicciones que se enamora perdidamente de Ally (Lady Gaga), una mesera que aspira a ser cantante.
 
Cuando por un azar del destino, ambos se conocen en un drag bar sabemos que se van a enamorar, conocemos ya el desenlace de la historia pero caemos. La química entre Bradley Cooper y Lady Gaga es total y recuerda lo que habían logrado Leonardo DiCaprio y Kate Winslet hace 20 años en Titanic. Lady Gaga sin maquillaje ni pelucas de color es otra persona, en los primeros minutos se la ve en plan cerrado, se evidencia su nariz prominente y su piel imperfecta… la empatía con el público es inmediata. De su lado Cooper aparece como rockero barbudo, millonario y solitario y es totalmente creíble.
 
Para la película aprendió a cantar, a tocar la guitarra y su actuación es fenomenal. La película tiene algunos clímax y todos se dan cuando los dos están juntos en pantalla
 
 
De la vida real
 
“A star is born” es una mirada cruda a la cotidianidad de infinidades de celebridades. La película puede parecer a primera vista un drama romántico pero es en realidad una muestra de humanización de aquel sobrevalorado mito de las estrellas.
 
Es inevitable hacer el paralelo entre la historia real de Lady Gaga y Bradley Cooper y la que vemos en pantalla. Con esta película Stefani Germanotta, nombre real de Lady Gaga, sufre cambios de imagen a los que algunos artistas deben someterse para mantenerse en la industria y Bradley Cooper vive los excesos, la droga, el alcohol y la falta de adaptación al mundo superfluo del showbusiness.
 
Son paralelos con sus vidas personales. De hecho Lady Gaga tuvo varias depresiones y altibajos profesionales luego de producir discos lejos de su esencia musical y el mismo Bradley Cooper estuvo en rehabilitación por problemas de alcoholismo y adicción a las drogas.
 
¿Cooper o Gaga?
 
Antes de ver la película sabía del talento de Lady Gaga, superdotada de la música, que toca el piano desde niña y tiene voz y sensibilidad para cantar con la misma legitimidad rock, pop, jazz y blues pero debo decir que si hay alguien a quien hay que aplaudir en esta película no es precisamente a su revelación actoral, Lady Gaga, sino al director, productor, coguionista, compositor, cantante y actor, Bradley Cooper.
 
No estoy diciendo que Lady Gaga no tiene méritos, muestra naturalidad en su personaje pero, ¡es Gaga que se proyecta ella misma en el papel! Gaga es la estrella pero quien brilla es Cooper. Su actuación tiene más matices y logra plasmar una hipersensibilidad que va dejando al público sin piso. Firma el mejor rol de su carrera; incluso mejor que aquel que nos brindó en “American Sniper” y “Sin Límites”.
 
 
En el filme Cooper se transforma en este descarrilado y quebrado personaje que a medida que su coprotagonista asciende al estrellato, va cayendo al abismo. Su tono de voz, el acento, su manera de cantar… Cooper es irreconocible. Sufrimos con él y nos embarca en un torbellino de emociones y sentimientos que van desde la ternura de aquel primer encuentro entre Jack y Ally, hasta causarnos risas, malestar, pena y, finalmente, dolor.
 
En el Festival de Cine de Venecia, Lady Gaga y Bradley Cooper recibieron una ovación del público de ocho minutos. Tal escena se podría repetir en la ceremonia de los Oscar y los Grammys. Mientras tanto no duden en ver “A star is born” en una sala grande con buen sonido y una persona que quieran mucho a su lado. Serán testigos de la razón por la cual la vida de Cooper y Gaga ya no será la misma después de esta película. En cuanto a ustedes llorarán, cantarán y la volverán a ver. Es el “Titanic” de 2018. 

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