Guayas y Kil, gigantes de leyenda
Fotos: César Mera
La pareja a la que la tradición atribuye el origen del nombre de Guayaquil tiene ahora una escultura de 30 metros, que se levanta en uno de los ingresos a la ciudad.
Este sábado 23 de julio se inaugurará lo que será uno de los conjuntos escultóricos más grandes del Puerto Principal. Édgar Cevallos, su director artístico, supervisó los detalles finales, ayudado por grúas que lo elevaron hasta 30 metros de altura.
Sobre la base de marmolina blanca que sostiene a las colosales estatuas, los trabajadores se ven diminutos. Allí arriba, cuando pasan cerca camiones pesados se siente un ligero temblor. Es debido a su estructura que incluye un sistema de rulimanes para amortiguar los movimientos de la tierra. “Se trata del primer monumento verdaderamente antisísmica de la ciudad”, afirma el escultor.
Y ya tuvo su prueba de fuego: las gigantescas figuras de bronce de Guayas, Kil con su hijo en brazos y un jaguar mostrando los colmillos (de 17 metros de alto y 90 toneladas en total), fueron colocadas dos días antes del terremoto del 16 de abril. Afortunadamente aquella tarde ya nadie estaba allí.
DE MINIATURAS A ESCULTURAS GIGANTES
Cevallos, un quiteño que se inició profesionalmente como productor de televisión en Ecuavisa Guayaquil, tiene una larga experiencia en dibujos animados y stop motion. Recibió entrenamiento nada menos que en Disney; es el creador del personaje de Evaristo, entre otros. También ha producido teatro y espectáculos musicales. Pero actualmente la escultura es su actividad principal: obras suyas son el museo en miniatura Guayaquil en la Historia (del Malecón), y el monumento a Juan Pablo II (en Samanes), pero no oculta su emoción frente a lo que sin duda es un hito en su carrera: “Devengo en escultor después de los años, pero nunca tuve miedo, sabía que lo podía hacer, ya tenía la experiencia solo era cuestión de escalas”.
HISTORIA, LEYENDA Y TRADICIÓN
Guayas y Kil son personajes de leyenda. Su origen histórico se encuentra en las crónicas de La Conquista, que registran la existencia (ésta sí comprobable) del cacique Guayaquile, que se rebeló frente a la invasión y la codicia de los españoles tras la fundación de Santiago.
La tradición romántica recortó el nombre del guerrero y le adjudicó una esposa llamada Kil; el relato fue difundido por Gabriel Pino Roca en 1920 en su obra “Leyendas, tradiciones y páginas de la historia de Guayaquil”.
Y hoy el origen mítico del nombre de la ciudad más poblada del Ecuador tiene un monumento gigantesco que busca convertirse en ícono. “Es un homenaje a las cientos de generaciones de las que descendemos, somos una cultura que apenas tiene 20 generaciones de mestizaje”, afirma Cevallos.
