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El poeta y El correo de las golondrinas

miércoles, 10 febrero 2016 - 11:01
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Dejando por un momento la frontalidad del periodismo para impregnar de ternura las páginas de la poesía, Diego Oquendo celebra la vida y el amor en dos libros.
 
“El correo de las golondrinas difunde una noticia de última hora”: así empieza un poema de Diego Oquendo. Su obra poética se tradujo en dos retoños en noviembre: “Misiva para un buzón vacío” (Simples poemas de amor); y, “Adivinanza y celebración de las criaturas sencillas”. La paradoja y la metáfora habitan esas letras.
 
Los textos de “Adivinanza y celebración de las criaturas sencillas” fueron escritos en su temprana juventud, ¿a qué edad escribió el primer texto de este libro?
Salía de la adolescencia y me internaba en una nueva edad que enriquecía mi sensibilidad frente al escenario circundante. Andaba por los 17 años. Me sedujo la policromía del otoño.
 
¿Usted fue influenciado por las lecturas de la revista infantil chilena “El Peneca”? ¿De qué manera le ayudó a su formación de escritor, poeta y periodista esta aproximación?
Fue una vecindad entrañable, inolvidable, fascinante. En las páginas de la revista, de aparición semanal, se incluían historias y aventuras bellamente ilustradas que atraparon mi espíritu infantil, abierto entonces a la imaginación literaria.
 
Sobre “Misiva para un buzón vacío”. ¿A qué atribuye usted este espíritu universal que escapa de sus letras y se acerca a los nombres de Paz en árabe; Mujer en hebreo; Colibrí en lengua quiché; Tizón en kichwa, para citar solo unos pocos?
Efectivamente, varios poemas llevan como título palabras tomadas de idiomas extranjeros: su significado encaja con el mensaje de aquellos. De otro lado, se ennoblece el lenguaje como instrumento expresivo. Para la poesía no existen límites ni vetos.
 
Hay esperanza, pero también desasosiego en algunas de las piezas de “Misiva…”. ¿Cómo reacciona ante la inspiración?
Vivo el sobrecogimiento de los versos antes de su nacencia. Es una forma de emoción que se anuncia en cuanto la idea primicial del poema se aloja en mi mente, en mi corazón. Luego, una vez que la escritura se consuma, me siento realizado.
 
Cito un verso-adivinanza suyo: “El correo de las golondrinas difunde una noticia de última hora…”. ¿Usted se define como periodista o como poeta?
Como lo uno y como lo otro. Busco, en cada caso, exponer una convicción que responde a los dictados de mi conciencia y de mi espíritu. Y opera una suerte de compensación: frente a la dureza y frontalidad del periodista en sus comentarios, la página en blanco se llena con la ternura del poeta.

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