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El Agente Ratón y los Espías Salvajes

miércoles, 19 agosto 2020 - 08:30
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“No hay héroes en esta historia”. La advertencia se cumple al pie de la letra. “Después olvidarán nuestros nombres” es el más reciente trabajo periodístico de Juan Carlos Calderón Vivanco. No se limita a la radiografía del secuestro al político Fernando Balda. El libro desenmascara espías.
 
“No hay ficción en este trabajo; revela al espionaje como una herramienta de control, cultivada a la perfección en el Gobierno de Correa”, dice Calderón, periodista curtido en las redacciones de los semanarios Punto de Vista; Blanco y Negro de Diario HOY; revista Vistazo; diario Expreso; revista Vanguardia y más recientemente, la revista digital Plan V, que dirige.
 
Justamente, como editor en Vanguardia, en 2012, Calderón se enteró del caso emblemático: el político opositor del correísmo, Fernando Balda, fue secuestrado en Bogotá en agosto de ese año.
 
Al salir de una reunión de negocios, avanzada la noche y mientras esperaba un taxi, Balda fue obligado a abordar un auto con cuatro ocupantes. Un taxista que intentó ganar la carrera presenció la escena y avisó por radio a sus compañeros. La voz de alerta llegó hasta la Policía, que persiguió a los captores. Viéndose emboscados arrojaron a Balda hacia la vía, abandonaron el carro y escaparon.
 
El secuestro no es un delito fuera de lo común, especialmente en un país afectado por un conflicto armado. Pero el affaire Balda adquiría una singularidad: aunque los autores del fallido secuestro eran colombianos, actuaron en coordinación con un agente de la policía ecuatoriana. Con el tiempo se establecería que la orden llegó desde el más alto nivel. Balda era un opositor del correísmo. 
 
“¿Policía ecuatoriana en Colombia? No me jodas”, le dijo el editor Calderón al periodista Pablo Jaramillo, cuando le comentó la primicia en la que estaba trabajando, a fines de 2012.
 
La reportería tomó varios meses, se realizó en Colombia. La revelación se publicó en enero de 2013, y fue desplegada en cuatro ediciones de la revista. Así salió a la luz el entramado de espionaje desde el Estado hacia los actores políticos opuestos al gobierno de Correa.
 
El papel de la Secretaría de Inteligencia en esas operaciones secretas, con fondos clasificados, nombres encriptados. Pero Balda también espiaba. Lo descubrió el Ratón Chicaiza, un sargento de policía que vigilaba los movimientos de Balda en Colombia, donde estaba asilado.
 
Todo esto lo relata el libro, cuya primera edición circuló en plena crisis sanitaria. Escribir es un acto urgente y necesario, para ahuyentar la desmemoria.
 
El ratón y los espías  
El Ratón Chicaiza fue invitado por el propio Balda a una reunión política en Bogotá, liderada por el expresidente de ese país, Álvaro Uribe.
 
El sargento Chicaiza simulaba ser un empresario dedicado al negocio de la vigilancia electrónica. Después del encuentro político, fingió interés por unos equipos sofisticados de interceptación.
 
Pidió constatar la eficiencia de los sistemas, y en su presencia se hackearon correos de altos cuadros del correísmo, además le indicaron que esta tecnología ya la estaban usando políticos y empresarios. La información era oro en polvo para el gobierno: los opositores espiaban al más alto nivel. 
 
Balda se volvió blanco prioritario tras difundir denuncias que afectaban la intimidad de Correa. La orden habría sido traerlo de regreso al Ecuador. Así se originó el secuestro fallido en Bogotá.
 
“Balda buscaba posicionarse usando recursos que rayaban en la ilegalidad, denuncias sustentadas en grabaciones clandestinas. Esto es parte de la forma oscura de hacer política entre los ecuatorianos. En el gobierno de Correa, el espionaje político sirvió para el amedrentamiento y el chantaje; nada justifica un secuestro”, argumenta el autor de la investigación.
 
Calderón aclara que, de no ser por la denuncia periodística de Vanguardia y posteriormente Semana de Colombia, el epílogo pudo ser distinto.
 
Al publicarse los hechos, quedaron al descubierto los nombres de Chicaiza y otros agentes que participaron en las operaciones.
 
En indefensión, acudieron a la Secretaría de Inteligencia para pedir apoyo. Grabaron conversaciones con altas autoridades del correísmo. Escribieron cartas al presidente Correa, para pedirle protección.
 
Los fiscales se pasan la pelota
Tres fiscales pasaron por el caso. Galo Chiriboga, cercano a Correa, lo archivó. Carlos Baca enfrentó la crisis política que resultó tras difundir el audio de los “compadres lindos”, José Serrano (presidente de la Asamblea por entonces) y Carlos Pólit, ex contralor y prófugo de la justicia afincado en Miami.
 
Calderón reconstruye nítidamente el contexto alrededor de la pugna entre el entonces fiscal Baca Mancheno y el presidente de la Asamblea. 
 
En el momento más crítico, el abogado defensor de Baca Mancheno resultó ser el mismo que patrocinaba la causa de Balda. La tormenta desatada por los audios le costó el cargo a Baca; le sucedió Paúl Pérez Reina, quien aceleró la investigación fiscal sobre el secuestro.
 
Otro aporte del libro es explicar el impacto del caso “pases” en la desinstitucionalización de la Policía, sometida al yugo correísta. 
 
A fines de 2018, el expresidente Rafael Correa fue llamado a juicio por estos hechos. Según su defensa, se trata de un montaje para desprestigiar a su gobierno. El libro de Calderón fue lanzado en plena pandemia. 
 
Al mismo tiempo, Pablo Romero, exsecretario de Inteligencia extraditado desde España, comparecía ante la Corte Nacional de Justicia por su posible participación en los hechos. Romero se declara inocente. “La acusación se forjó en febrero de 2018, para intentar sentenciar al expresidente Correa.
 
poder establecer una cadena de mando de la supuesta orden presidencial necesitaban a alguien. Ese fui yo, alejado del Gobierno y de la política desde marzo de 2014, y migrante en España desde mayo de 2017. En el camino atropellaron procedimientos legales, y lo más importante, mintieron y adulteraron verdades”.
 
¿Dónde está la verdad? Este trabajo cumple el papel de ser el primer borrador de la historia. Y que cada lector saque sus propias conclusiones.

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