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¿Cómo los Bucaram han evadido la ley durante tantos años?

lunes, 10 agosto 2020 - 08:07
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El expresidente Abdalá Bucaram y sus hijos, han llegado a acuerdos políticos con casi todos los gobiernos. Desde 1986, el padre ha sorteado con habilidad varios juicios penales instaurados en su contra. En 2020, la investigación por la venta de insumos a los hospitales los devuelve a los titulares.

Las referencias mesiánicas no han faltado. En 1983 dijo que llegó a la Alcaldía de Guayaquil “como Cristo, un Domingo de Ramos”. En 1987 protagonizó un espectacular descenso en helicóptero, desde el cielo, ante una multitud en el corazón del suburbio. En 2005, con menos espectacularidad, dijo que el papa Juan Pablo II no quería morir hasta que Abdalá haya regresado a su patria.

Amigo de Dios y del diablo, ha llegado a acuerdos políticos con casi todos los gobiernos desde Osvaldo Hurtado hasta Lenín Moreno. De su lenguaje volátil no se salvó ni su mentor, Jaime Roldós, cuando insinuó que el gobierno de su cuñado no lo había apoyado lo suficiente en su primera participación electoral seccional en 1980. El también expresidente de la República (1996-1997), ahora con 68 años, ha vuelto a los titulares en junio de 2020 al ser detenido tras encontrárselo en ilegal posesión de un arma de fuego.

El incidente se dio cuando la Fiscalía allanó su domicilio y el de uno de sus hijos, en medio de una investigación por la venta con sobreprecio de insumos médicos en varios hospitales del país. En su residencia, además, se encontraron e incautaron cartones con miles de mascarillas y de pruebas rápidas para el Covid-19. Por su edad recibió arresto domiciliario.

El expresidente Abdalá Bucaram fue detenido tras encontrárselo en ilegal posesión de un arma de fuego. Foto: EFE.

“Eso le gusta al pueblo”
Fue en la campaña electoral de 1978 cuando el entonces profesor de Educación Física de la Escuela Superior Naval y abogado de la Universidad de Guayaquil, incursionó en política. Lo hizo para organizar en sectores populosos del Puerto Principal los mítines a favor de Jaime Roldós, esposo de su hermana mayor, Martha.

En lo público, se estrenó como Intendente del Guayas. Controló precios, prohibió las minifaldas y censuró películas “sacrílegas”. En 1981, tras la muerte inesperada de Roldós y su esposa, se declaró heredero de su legado político. La muerte de su tío Assad, en noviembre de ese mismo año, le permitió el control de los simpatizantes del entonces poderoso Concentración de Fuerzas Populares (CFP).

Con ese capital político, y destruyendo verbalmente a sus rivales, llegó en 1983 a la Alcaldía de Guayaquil. Encontró un municipio ahogado económicamente. Pidió contribuciones voluntarias a los comerciantes, aunque muchos las calificaron de extorsiones. Organizó un paro en contra del gobierno de Osvaldo Hurtado, a quien responsabilizaba por la muerte de Roldós. Consiguió el dinero que buscaba. Con los recursos pavimentó calles suburbanas pero de su lengua no se salvaron ni las Fuerzas Armadas. En septiembre de 1984, en Vistazo, él hizo su mejor autodefinición: “Por arbitrario y abusivo es que soy alcalde. Eso es lo que le gusta al pueblo, lo demás es cuento”.

En 1985, el alcalde Bucaram acusó al presidente Febres-Cordero de ser responsable de la muerte de Nahím Isaías, un banquero que fue secuestrado por terroristas. Un intendente lo acusó de propalar rumores falsos y lo condenó a cuatro días de prisión. El alcalde se escondió. Enseguida le cayó un juicio por ofensas a las Fuerzas Armadas. El alcalde huyó a Panamá. La Contraloría lo remató revelando irregularidades en la contratación de volquetas de cascajo para relleno suburbano.

Allí empezó otra etapa de su vida, la de vivir en el exilio. Lejos de aniquilarlo políticamente, esto resultó en una gran inversión para su futuro político. Su habilidad extraordinaria para la comunicación con el pueblo lo transformó en víctima. Un incidente en el que fue detenido por la policía panameña por posesión de droga se habría originado en Carondelet.

Paradójicamente, para 1988, el mismo gobierno que lo expulsó propició su regreso. El objetivo era que Abdalá se lance a la Presidencia para minarle votos a Rodrigo Borja en Guayaquil. Borja igual ganó y el juicio contra Bucaram reapareció. Nueva huida a Panamá.

No fue presidente, pero consiguió poder legislativo. Tanto como para que sus diputados ayuden al gobierno de Borja a obtener la presidencia del Congreso a cambio, se dijo, de su amnistía. Regresó y nuevamente fue candidato en 1992, pero la desastrosa Alcaldía de Guayaquil de su hermana Elsa le pasó factura.

Un solo toque
El sueño de la Presidencia lo logró en 1996. Grabó un disco, comió guatita, compró un millón de mochilas escolares donde destacaba su fotografía... Y hasta el New York Times se hizo eco de rumores de que su hijo mayor, Jacobo, habría organizado una fiesta para celebrar el primer millón de dólares que había ganado controlando las aduanas.

El embajador de los Estados Unidos fue más allá y previno a los inversionistas extranjeros sobre “prácticas corruptas” en el Ecuador. El sueño le duró solo seis meses. Y volvió a Panamá. Nuevos juicios por peculado se le instauraron. Hasta se publicó que el último día de mandato, sacos con dinero salieron del palacio.

En Panamá vivía en un departamento en un sector de alta plusvalía. Manejaba vehículos caros y nunca tuvo relación laboral conocida. Explicó que el departamento era de un buen amigo panameño, también político. Que para sus gastos contribuían sus mejores amigos guayaquileños. Los carros que ha usado también, según él, le han sido regalados.

A fines de 2004, en el gobierno de Lucio Gutiérrez, sus diputados, al mando de su hijo Jacobo, consiguieron destituir a una Corte Suprema de Justicia que la Constitución le había dado el privilegio de ser vitalicia. Los nuevos jueces, presididos por uno de sus amigos, anularon sus juicios. Abdalá nuevamente volvió, Lucio cayó. Media vuelta a Panamá.

Casualidad o no, pero en una medianoche, Abdalá y Correa conversaron en Panamá al inicio de la Revolución Ciudadana. El apoyo del PRE en el Supremo Electoral fue clave para convocar a la Constituyente. Una visita de Dalo Bucaram y su familia a Carondelet fue pública. En el resto del correísmo, por lo liviano de la artillería usada de lado y lado, se in- sinuó un pacto de convivencia. Antes del fin del gobierno de Correa, los jueces declararon prescritos los juicios de peculado, pues habían pasado 20 años desde cuando se habrían cometido los delitos.

Abdalá regresó ya con Lenín Moreno en funciones y durante estos tres años su voz no ha levantado polvo. El que ahora está en la mira es Abdalá Jaime, más conocido como Dalo, el segundo de sus tres hijos varones. Es el heredero de un software de negociación política cuyo ovillo podría estar a punto de ser desenrollado.

La ministra Romo es optimista de que la detención de Daniel Salcedo, amigo de Dalo Bucaram, ayude a entender cómo se manejaban las compras en los hospitales. Por ahora, el padre, su nuera y dos de sus hijos tienen orden de captura.

De tal palo, tal astilla
Los Bucaram Pulley son cuatro. Para su padre, el delfín debía ser el mayor, Jacobo. Lleva el nombre del bisabuelo, el primer Bucaram que pisó el Ecuador huyendo del acoso turco a los libaneses. Pero ni su físico, ni las fugases apariciones públicas que ha tenido, lo han ayudado. Todo lo contrario.

Jacobo no heredó la “piel de mantequilla” de su padre. El recuerdo o el mito del primer millón lo ha perseguido, su involucramiento en agresiones al “Bolillo” Gómez y al tío de Jorge Glas, lo complicaron.

Su nombre volvió a sonar a mediados de 2019 cuando la Comisión Nacional Anticorrupción descubrió que la familia de su exesposa era adjudicataria de millonarios contratos con hospitales del IESS. Y que durante el tiempo en que estuvieron casados, la intensidad de los contratos se multiplicó.

La posta pasó a Dalo. De él, su padre se enorgullecía por el amor al deporte. El expresidente fue récord nacional de atletismo. A Dalo le apasionó el fútbol. Llegó a jugar en primera división, más por su nombre y apellido que por sus gambetas sobre el césped.

Es abogado en la dudosa y extinta Universidad Cooperativa de Colombia, pero funge una especialización en política de la George Washington University. Su discurso es elegante, al lado del de su padre. Su fuerte son los negocios según él ha revelado, aunque no ha detallado su actividad comercial. Hace oficina en el edificio más alto y más elegante de la ciudad.

El 26 de febrero viajó con su familia a Miami. Se hospedó en una propiedad de su amigo Daniel Salcedo, capturado mientras huía al Perú. Tras el arresto de Salcedo, Dalo se mudó a casa de otro amigo.

El último hermano varón es Michel. Junto a su hermana Linda, pocas veces han subido a la tarima con su padre.

Hoy, Jacobo, Dalo y Michel están prófugos de la justicia. La madrugada del pasado 31 de julio la jueza ueza Gianella Noritzs dictó en su contra prisión preventiva, tras procesarlos penalmente por el presunto delito de asociación ilícita para la venta irregular de insumos hospitalarios al Estado.

 

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