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Desarrollo vs. Planeta

viernes, 29 abril 2016 - 10:43
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Discursos que no sintonizan con las prácticas extractivistas. Los gobernantes de izquierda usaron la misma lógica que sus antecesores: explotar los recursos para sacar a la gente de la pobreza. ¿Estamos a tiempo de enrumbar hacia el equilibrio?

Son los más pobres los que sufrirán los estragos de la devastación del planeta. Días antes de la Cumbre de París (2015), la Organización Mundial de la Salud alertó que, “Durante el período 2030-2050, el cambio climático causará 250 mil muertes adicionales cada año”. Sequías, inundaciones, olas de calor, degradación del aire, falta de agua y alimentos… serán las causas que afecten a los más vulnerables.

El papa Francisco publicó la Encíclica “Laudato Si” en la que relaciona los índices de pobreza con el calentamiento global. Hizo el llamado a una “conversión ecológica” para cambiar el modelo de consumo y cuidar el planeta. El documento señala que “No hay dos crisis separadas: Una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental”.


Encíclica “Laudato Si”. Foto: Reuters

Solo la acción de los gobiernos y la sociedad civil podría cambiar este rumbo destructivo. En América Latina preocupa la expansión de la frontera extractivista en la Amazonía y otras políticas de los gobiernos progresistas que no fueron las consignas cuando llegaron al poder.

Vistazo habló con dos teólogos, quienes a inicios de marzo, disertaron sobre “Cambio climático y sistema económico”, en el auditorio de la Casa de la Cultura, en Quito. La PUCE fue una de las organizadoras del conversatorio.

“HAY QUE ANALIZAR PAÍS POR PAÍS”

Carlos Alberto Libanio Christo, más conocido como Frei Betto, es un fraile dominico, teólogo de la Liberación, cuyo trabajo consistió en estrechar las relaciones entre la Iglesia y los gobiernos de países socialistas. Fue encarcelado y torturado por las dictaduras de su país, Brasil.


Foto: Cecilia Puebla

La encíclica Laudato Si cuestiona el modelo financiero. ¿Quiere decir que el modelo capitalista y la salud del planeta no pueden coexistir?
El papa muy inteligentemente no utiliza la palabra capitalismo para no reducir la amplitud y profundidad de la encíclica a un problema de vocablo que causa alergia en ciertos lectores. Toda la encíclica es una crítica muy fuerte al capitalismo: dice que dentro de este sistema no hay salida, y hace una íntima relación entre la destrucción ambiental y el aumento de los pobres. Hay un proverbio muy simple: para buen entendedor media palabra basta.

Los mandatarios dicen que explotan los recursos para salir de la pobreza…
Para estos gobiernos el desarrollo es que la gente tenga celulares, autos, acceso a bienes superfluos. Explotan más recursos para mantener su caja y eso es un error. Tienen una mentalidad de desarrollo modernizante, pero solo beneficia a una pequeña capa de la sociedad que mantiene el mercado de consumo superfluo. Si seguimos así, vamos a crear más contingentes humanos de pobreza y miseria.

¿Hay una contradicción entre el discurso y la práctica?
Puedo hablar por Brasil: es una contradicción e incoherencia total. En el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) se apoyó un nuevo Código Forestal que ha sido una tragedia: favorece a las multinacionales del agronegocio; están contaminando el suelo. Brasil es el campeón mundial en utilización de venenos en la agricultura. Por eso ahora esos gobiernos están vulnerables, porque no han sido suficientemente coherentes con sus objetivos y principios.

¿En algún momento hubo en América Latina una izquierda que quiso cambiar el modelo de desarrollo?
Sí. Quizá el que mejor lo logró fue Evo Morales. Sigue habiendo intenciones muy buenas y nosotros tenemos que luchar por mantener esas ideas. Pero todos sabemos que la situación es muy complicada. Hay que analizar en cada país cuándo se perdió el rumbo. En Brasil se perdió el rumbo cuanto el PT hizo una carta que se llamaba “Carta al Pueblo Brasileño” que, en verdad, era una carta para los banqueros y empresarios en la campaña electoral de Lula de 2012.

“TODOS TIENEN ‘BUENAS RAZONES’ PARA EXPLOTAR LA SELVA”

François Houtart, sociólogo, teólogo y docente del Instituto de Altos Estudios Nacionales en Ecuador. De origen belga, es más conocido como el sacerdote antiglobalización y por estar ligado al movimiento de la Teología de la Liberación.


Foto: Cecilia Puebla

¿Extractivismo o pobreza son variables que se excluyen?
Es un razonamiento muy simplista. Aún si eso es usado a favor de políticas sociales, no impide los resultados negativos. Durante un año de seminarios en el Instituto de Altos Estudios Nacionales hemos trabajado para demostrar que es mucho más eficaz promover la agricultura campesina como lucha contra la pobreza, en lugar de continuar con los Bonos de Desarrollo Humano. Esto permitiría conservar y mejorar la soberanía alimentaria. Sería una política más eficaz para cambiar la matriz productiva, y menos costosa que la extracción.

¿Hay una brecha entre el discurso de respeto a la naturaleza y el extractivismo de los gobiernos progresistas?
Y es muy ligado a ventajas inmediatas. Por ejemplo, los alcaldes indígenas de la Amazonía están a favor del gobierno en gran parte por la simple razón de que les dicen: si explotamos el petróleo y las minas, ustedes reciben una parte importante de los recursos y pueden financiar sus proyectos. ¿Cómo pueden estar en contra de eso? Es una manera de comprar la opinión y el peso político de líderes locales.

Así aparecen nuevos grupos que respaldan la extracción…
Es un mecanismo político frente a la necesidad electoral. Hubo una distancia entre el gobierno y las bases con las que llegó al poder, tanto en Ecuador como en Bolivia. Y la reacción ha sido crear movimientos más afines a las nuevas políticas. A corto plazo se entiende la lógica, pero a largo plazo es desastroso porque divide a los movimientos populares y crea desde arriba otros con poca consistencia.

¿Qué pasará si se continúa con este modelo?
Si se analizan las políticas actuales la conclusión es muy pesimista. Todos los países tienen sus “buenas razones” para explotar la selva y destruirla: petróleo, minería, monocultivos, madera, grandes represas de hidroelectricidad, etc. Y las transnacionales tienen mucho poder para burlar las leyes de los países. Se debe implantar políticas colectivas que podrían provenir desde la Unasur, aunque todavía no se ha constituido su comisión sobre el ambiente.

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