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Qué nos viene en 2021: tres elementos que definirán el año venidero

domingo, 3 enero 2021 - 01:30
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Una mirada a los tres elementos que definirán el año venidero: la crisis sanitaria por el coronavirus y el manejo de la política de vacunación; las expectativas frente a la economía. Y las elecciones generales, cuyo resultado marcará el rumbo del país en medio de tiempos turbulentos.
 
Adiós, Cisne Negro. No es una película de ballet. En 2007, el matemático, experto en finanzas y pensador estadounidense Nassim Nicholas Taleb publicó el libro “El Cisne Negro, El Impacto de lo Altamente Improbable”. Taleb, de origen libanés, vendió cuatro millones de ejemplares; su libro describe cómo los acontecimientos inesperados llegan de repente a cambiarlo todo. A veces para mejorar nuestra situación actual; a veces, para mostrar nuestra verdadera esencia y sacar a flote una fuerza interior, de cuya existencia desconocíamos.
 
El cisne negro es la metáfora de un suceso impensable, no esperado y de enorme impacto para un colectivo. Hasta ahora la figura había descrito acontecimientos económicos, tecnológicos o políticos.
 
2020 fue un cisne negro para todos. Pandemia, muerte, pérdida, sufrimiento, encierro e incertidumbre cambiaron muchos destinos. Sin embargo, la esperanza de tiempos mejores sigue en pie. ¿Podemos pensar que 2021 será un cisne blanco?
 
Tres elementos definirán el año que viene: el primero es la crisis sanitaria por el coronavirus, cuya evolución dependerá de cómo se aplique la política nacional de vacunación. El segundo es la situación económica mundial y nacional. El tercero, casa adentro, son las elecciones generales que marcarán el rumbo y la conducción de esta nave en medio de la tormenta.
 
El anuncio de la llegada de las vacunas genera expectativa. A mediados de diciembre, el Ministerio de Salud esbozó detalles del Plan Nacional de Vacunación, tras la aprobación de la vacuna Pfizer-BioNTech. El plan arrancará en enero, en su fase piloto o etapa cero, con la aplicación de 50 mil dosis a personal de primera línea, adultos mayores en centros geriátricos y trabajadores. En marzo arrancará la fase uno con el personal de salud, sectores estratégicos y grupos vulnerables.
 
Según lo previsto, se importarán nueve millones de dosis, para cubrir el 60 por ciento de la población y la red de vacunación estará integrada por diez mil centros, tres mil de los cuales son públicos. 200 millones de dólares espera el Gobierno invertir en este plan. ¿Será posible tanta belleza?
 
Expectativa vs. realidad
Sin embargo, la posibilidad de ejecutar el cronograma oficial en los plazos mencionados es puesta en duda por académicos como Enrique Terán, PhD en Farmacología en Reino Unido e investigador-docente en la Universidad San Francisco de Quito. Según su pronóstico, la vacuna recién podría llegar entre julio o agosto, y la campaña de vacunación sería lenta, pues en paralelo el país estará estrenando un gobierno debutante, sin experiencia, y posiblemente sin recursos para la adquisición masiva de este insumo.
 
El intensivista y cardiólogo Estuardo Salgado, quien combatió en primera línea la pandemia AH1N1 en 2009, explica que el fenómeno de 2020 no puede ser comparado con nada de lo vivido los últimos años: “El virus SARS-CoV-2 dejará una profunda lección a la humanidad y dolor por la pérdida de uno o más familiares”. Su experiencia está marcada en su memoria, “cuando recibo a varios miembros o una misma familia en estado crítico o me entero que un paciente tiene a su esposa agonizando en otro hospital; o sé que no tienen familiares que se hagan cargo; en otros casos es una sola persona que acude a diferentes hospitales para conocer el estado de sus seres queridos”.
 
Desde su perspectiva, 2021 trae esperanza, “en base a las lecciones de los momentos más difíciles de 2020, respecto a la pandemia, la respuesta más contundente fue el aislamiento y distanciamiento social, lavado de manos y uso adecuado de mascarillas”. Si bien la fase de vacunación está empezando, asegura, las medidas deben mantenerse, porque mientras el 70 por ciento de la población mundial no la reciba, debemos convivir con el virus, con menos miedo, pero sí con respeto y cuidado, menciona Salgado. “Al mínimo incumplimiento de las medidas básicas de protección podemos contagiarnos y transmitir la enfermedad”.
 
Así planteado el escenario, es poco probable que en 2021 vuelva de lleno la normalidad, ésa que conocíamos antes de marzo de 2020, cuando la realidad se transformó en un cisne negro.
 
Panorama económico
Las previsiones del Banco Central estiman que la economía se recupere y crezca en 3,1 por ciento el año que viene.
 
Desde la academia, Augusto de la Torre es más optimista. “El 2021 debería ser un año de reactivación. Yo espero un crecimiento del cuatro por ciento”. Sin embargo, también es cauteloso: “Nos va a tomar más tiempo, quizás hasta 2023, regresar al nivel de actividad económica (PIB) que tuvimos en 2019”. Ese año, el PIB fue de 107.435 millones de dólares. Para 2020, bajó a 93.100 millones de dólares, explica de la Torre. El experto es director del Centro de Investigaciones Económicas de la UDLA y profesor de la Universidad de Columbia. Asesoró al equipo económico del Gobierno, este año.
 
Al cierre de esta edición, se espera la llegada de dos mil millones de dólares del préstamo del FMI para cerrar el año sin bolsillos vacíos. Para esto fue necesaria la aprobación de una reforma legal que impulse controles anticorrupción por parte del Legislativo.
 
“Estamos manejando responsablemente la crisis provocada por el virus. Se ve la luz al final del túnel, si actuamos con responsabilidad y solidaridad. Estamos bien encaminados”, asegura a Vistazo.
 
Sin embargo, alerta que el hecho más importante de 2021 para Ecuador será el resultado de las elecciones presidenciales y legislativas. La suya es una voz de advertencia: “Nuestro futuro económico depende de que elijamos bien. Vamos a necesitar un liderazgo político responsable para salir de la crisis pandémica, preservando a toda costa la dolarización”.
 
El país tiene el reto de cerrar el déficit del sector público no financiero de 7.500 millones de dólares, hasta 2023. El recorte de gasto es una medida que apunta en esa dirección. Quizás no sea suficiente.
 
 
Incertidumbre electoral
Según el calendario vigente, aprobado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), el último día de diciembre debería empezar la campaña electoral hacia la primera vuelta, de febrero de 2021. Contradictoriamente, las reglas impiden que se conozca el listado definitivo de candidatos en firme hacia la presidencia antes del jueves 7 de enero, cuando todos los recursos y apelaciones queden resueltos.
 
A semanas del proceso electoral, el entrampamiento se acentúa por la pugna entre el CNE y el Tribunal Contencioso Electoral (TCE), por cuenta de la candidatura de Álvaro Noboa, apoyado por una organización política de orígenes cuestionados, Justicia Social. El CNE estableció que Noboa no puede ser candidato al haber incumplido la normativa de democracia interna, el TCE insiste en la validez de su postulación. El primero anunció que pedirá el pronunciamiento de la Corte Constitucional. Pero el asunto puede complicarse todavía más, si se cumple la amenaza de destituir a cuatro de los cinco consejeros del CNE. Eso pondría en jaque todo el proceso electoral, incluyendo el cronograma aprobado.
 
Además, otro factor complica la situación. Debe renovarse el Legislativo, con nuevas reglas de juego. Para este proceso está vigente un sistema de asignación de escaños que privilegia la representación de las minorías, llamado método Webster. Una simulación matemática realizada por la organización de la sociedad civil Participación Ciudadana advierte que habrá un gran fraccionamiento en el Parlamento: mayorías móviles que pueden presionar al Ejecutivo por favores a cambio de votos. Los clásicos acuerdos por debajo de la mesa, el académico Andrés Mejía los llamó “pactos fantasmas”. Por eso, la conformación de la Asamblea que se instale en 2021 puede en última instancia favorecer o complicar la gobernabilidad.
 
 
 
 

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