<img src="https://certify.alexametrics.com/atrk.gif?account=fxUuj1aEsk00aa" style="display:none" height="1" width="1" alt="">

OPINIÓN: Nadie llegará a salvarnos

jueves, 18 febrero 2021 - 12:06
Facebook
Twitter
Whatsapp
Email

*Politóloga
 
Aunque es una consigna que se repite constantemente, cada vez que una nueva elección está cerca es como si su repetición hubiese sido en vano.
 
Nadie llegará a salvarnos, no existe ese político -muy similar a Jesucristo- que en un breve periodo de tiempo pueda solucionar los graves problemas estructurales que tiene este país.
 
Nadie llegará a salvarnos, debemos desconfiar de esos que dicen que reescribirán la historia o de esos que llegan para acabar con lo hecho y empezar con la página en blanco.
 
Nadie llegará a salvarnos, y ya sabemos la fragilidad con la que una democracia puede guiñar el ojo a un caudillo, autoritario o patriarca castigador. 
 
Seamos desconfiados de esos que auguran un proceso histórico nunca antes visto. Porque sí, probablemente veamos cosas nunca antes vistas que rayan en lo absurdo e inaceptable, pero esto no es exclusivo de nosotros, tan auténticos y creativos no somos.
 
Basta dar un clic, saltar a un sitio de noticias de un país vecino. Ahí está la hermandad latinoamericana desde una perspectiva no tan favorecedora. No, no somos el único país donde las “manos limpias” terminan siendo condenadas por asociación ilícita, peculado, lavado de activos, entre otros. 
 
Ojalá dejemos de ser tan condescendientes con esos, los ungidos por Dios para el servicio público, porque en algunos casos hasta Dios tiene partido político y lo dicen públicamente.
 
Que la criticidad no nos falte, aunque el miedo muchas veces paralice la ira y la necesidad de denuncia. Que se acabe esa normalización de lo que no está bien, que no vuelvan las malas costumbres de usar bienes públicos como bodegas para camisetas de campaña política.
 
Que se revalorice al funcionario y también a su labor -que no necesariamente es salir en horario laboral a militar por un partido-; siendo generosos diciendo que son militantes. Vergonzosas acciones, pero todavía hay más. 
 
No dejemos prosperar las torcidas intenciones de esos que disfrutan de identificar al enemigo. Donde el objetivo identificado se vuelve en objetivo a destruir, minimizar, desacreditar y menospreciar.
 
Qué importan los argumentos cuando las opiniones se presentan como hechos irrefutables. Cuando independencia o transparencia suenan bien sobre el papel, pero en la práctica no dejan de sembrar dudas.
 
Que no nos vuelva a pasar, que no nos dejemos marear por discursos acalorados donde los faltos de moral se creen que pueden destituir a quien incomoda.
 
No volvamos a aplaudir un ascenso mesiánico, no seamos indiferentes cuando se condecora a la corrupción, no hagamos oídos sordos cuando el Estado se convierte en la extensión del ego de un individuo. 
 
Recordemos que nadie llegará a salvarnos porque aquí solo nos salvamos nosotros.

Más leídas
 
Lo más reciente