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La historia detrás de los Bucaram y cómo han logrado sortear varios juicios en su contra

viernes, 31 julio 2020 - 02:54
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Contra los tres hijos del expresidente Abdalá Bucaram, Jacobo, Abdalá (Dalo) y Michel Bucaram Pulley, se dictó prisión preventiva por presunta asociación ilícita para la venta irregular de insumos a hospitales de Guayaquil, en una audiencia de formulación de cargos realizada ayer jueves 30 de julio de 2020 y que se extendió por más de 13 horas.
 
Los hijos del exmandatario suman con este proceso tres investigaciones de la Fiscalía General del Estado. Las otras dos tienen en el foco al propio expresidente, que cumple con arresto domiciliario y enfrenta acusaciones por los delitos de tenencia ilícita de armas y de bienes patrimoniales, tras un allanamiento en su domicilio, en el marco de una investigación en marcha por presunta corrupción en la compra de productos médicos durante la pandemia del coronavirus.
 
Días después del allanamiento, se informó de que un juez había ordenado la captura de Michel y Dalo, así como contra la esposa de este último, la exlegisladora Gabriela Pazmiño (también procesada en este caso y con orden de presentarse ante la autoridad fiscal).
 
No obstante, el 26 de febrero pasado, Dalo Bucaram viajó junto a su familia a Estados Unidos, por lo que se encuentra desde hoy prófugo de la justicia. Se supo que durante unos días, se hospedó en una propiedad de su amigo Daniel Salcedo, uno de los principales imputados en el proceso.
 
Mientras que, su hermano Michel también se encontraría en territorio estadounidense. Habría salido a inicios de junio en un vuelo humanitario.
 
Sobre Jacobo, en cambio su abogado ha indicado que permanece en Ecuador y que no habría huido. Aunque, la semana pasada la Policía Nacional emitió una alerta ante su posible salida.
 
Los Bucaram Pulley son cuatro. Para su padre, el delfín debía ser el mayor, Jacobo. Lleva el nombre del bisabuelo, el primer Bucaram que pisó el Ecuador huyendo del acoso turco a los libaneses. Pero ni su físico, ni las fugases apariciones públicas que ha tenido, lo han ayudado. Todo lo contrario.
 
Jacobo no heredó la “piel de mantequilla” de su padre. El recuerdo o el mito del primer millón lo ha perseguido, su involucramiento en agresiones al “Bolillo” Gómez y al tío de Jorge Glas, lo complicaron.
 
Su nombre volvió a sonar a mediados de 2019 cuando la Comisión Nacional Anticorrupción descubrió que la familia de su exesposa era adjudicataria de millonarios contratos con hospitales del IESS. Y que durante el tiempo en que estuvieron casados, la intensidad de los contratos se multiplicó.
 
La posta pasó a Dalo. De él, su padre se enorgullecía por el amor al deporte. El expresidente fue récord nacional de atletismo. A Dalo le apasionó el fútbol. Llegó a jugar en primera división, más por su nombre y apellido que por sus gambetas sobre el césped. Su fuerte son los negocios según él ha revelado, aunque no ha detallado su actividad comercial.
 
El último hermano varón es Michel. Junto a su hermana Linda, pocas veces han subido a la tarima con su padre. Hoy está señalado como uno de los socios de Salcedo en alguna de las tantas empresas que éste manejó. “Es amigo de mi hermano”, dijo Dalo.
 
¿Cómo los Bucaram han evadido la ley durante tantos años ?
 
Desde 1986, el padre de los hermanos Bucaram Pulley ha sorteado con habilidad varios juicios penales instaurados en su contra. 
 
En 1985, el alcalde Bucaram acusó al presidente Febres-Cordero de ser responsable de la muerte de Nahím Isaías, un banquero que fue secuestrado por terroristas. Un intendente lo acusó de propalar rumores falsos y lo condenó a cuatro días de prisión. El alcalde se escondió. Enseguida le cayó un juicio por ofensas a las Fuerzas Armadas. El alcalde huyó a Panamá. La Contraloría lo remató revelando irregularidades en la contratación de volquetas de cascajo para relleno suburbano.
 
Allí empezó otra etapa de su vida, la de vivir en el exilio. Lejos de aniquilarlo políticamente, esto resultó en una gran inversión para su futuro político. Su habilidad extraordinaria para la comunicación con el pueblo lo transformó en víctima. Un incidente en el que fue detenido por la policía panameña por posesión de droga se habría originado en Carondelet.
 
Paradójicamente, para 1988, el mismo gobierno que lo expulsó propició su regreso. El objetivo era que Abdalá se lance a la Presidencia para minarle votos a Rodrigo Borja en Guayaquil. Borja igual ganó y el juicio contra Bucaram reapareció. Nueva huida a Panamá.
 
No fue presidente, pero consiguió poder legislativo. Tanto como para que sus diputados ayuden al gobierno de Borja a obtener la presidencia del Congreso a cambio, se dijo, de su amnistía. Regresó y nuevamente fue candidato en 1992, pero la desastrosa Alcaldía de Guayaquil de su hermana Elsa le pasó factura.
 
El sueño de la Presidencia lo logró en 1996. Grabó un disco, comió guatita, compró un millón de mochilas escolares donde destacaba su fotografía... Y hasta el New York Times se hizo eco de rumores de que su hijo mayor, Jacobo, habría organizado una fiesta para celebrar el primer millón de dólares que había ganado controlando las aduanas.
 
El embajador de los Estados Unidos fue más allá y previno a los inversionistas extranjeros sobre “prácticas corruptas” en el Ecuador. El sueño le duró solo seis meses. Y volvió a Panamá. Nuevos juicios por peculado se le instauraron. Hasta se publicó que el último día de mandato, sacos con dinero salieron del palacio.
 
A fines de 2004, en el gobierno de Lucio Gutiérrez, sus diputados, al mando de su hijo Jacobo, consiguieron destituir a una Corte Suprema de Justicia que la Constitución le había dado el privilegio de ser vitalicia. Los nuevos jueces, presididos por uno de sus amigos, anularon sus juicios. Abdalá nuevamente volvió, Lucio cayó. Media vuelta a Panamá.
 
Casualidad o no, pero en una medianoche, Abdalá y Correa conversaron en Panamá al inicio de la Revolución Ciudadana. El apoyo del PRE en el Supremo Electoral fue clave para convocar a la Constituyente. Una visita de Dalo Bucaram y su familia a Carondelet fue pública. En el resto del correísmo, por lo liviano de la artillería usada de lado y lado, se insinuó un pacto de convivencia. Antes del fin del gobierno de Correa, los jueces declararon prescritos los juicios de peculado, pues habían pasado 20 años desde cuando se habrían cometido los delitos.
 
Abdalá regresó ya con Lenín Moreno en funciones y durante estos tres años su voz no ha levantado polvo. El que ahora está en la mira es Abdalá Jaime, más conocido como Dalo, el segundo de sus tres hijos varones. Es el heredero de un software de negociación política cuyo ovillo podría estar a punto de ser desenrollado.

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