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¿Falso o verdadero?: 6000 personas se han sanado de COVID-19 con dióxido de cloro

viernes, 10 julio 2020 - 03:24
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El pionero del uso del dióxido de cloro con fines médicos, Andreas Ludwig Kalcker, participó en la sesión de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional el 9 de julio. El objetivo: proponer al Ministerio de Salud Pública (MSP) consumo de CDS como alternativa para tratar la COVID-19. A lo largo de 4 horas se presentaron no solo Kalcker, sino también distintos representantes de la Asociación de Expertos en Medicina Integrativa (AEMEMI).

Esta organización de “medicina integrativa” asegura que son un grupo de médicos especializados en: Homeopatía, Acupuntura, Flores de Bach, Sinergética, Sanación Pránica, Reiki, Biomagnetismo, Ayurveda, Terapia Neural. Es decir, en tratamientos que carecen de evidencia científica.

Durante su intervención, Kalcker aseguró que tiene evidencia de que 6000 pacientes se han curado de COVID-19 sin efectos secundarios a base de dióxido de cloro. Sin embargo, parte de los estudios que menciona es uno desarrollado por la misma AEMEMI, el cual carecía de una metodología adecuada para demostrar efectividad real del CDS.

Nos referimos a un supuesto ensayo realizado en Ecuador y que ha sido anteriormente verificado por nuestro aliado en España Maldita.Es. El mismo se habría realizado entre el 27 de marzo y el 10 de abril en Guayaquil, Ecuador a 104 voluntarios. Estas personas tienen entre 18 y 80 años y el grupo incluye «pruebas positivas para COVID-19, sintomáticos respiratorios para la enfermedad, así como individuos que tuvieron contacto con personas infectadas».

Es decir, que entre los voluntarios habría distintas situaciones clínicas, algunas de ellas sin confirmar una infección por coronavirus. Los propios médicos de la Aememi (los que han llevado a cabo el ensayo) se encuentran entre los participantes.

¿Cómo se suministro el CDS?
El clorito de sodio se diluye en agua y se mezcla con un ácido suave (limón, o vinagre, por ejemplo), lo cual genera un gas llamado dióxido de cloro o CDS, que tiene, según sus defensores, un potente efecto desinfectante que destruye todas las bacterias y patógenos, protege las células y refuerza el sistema inmunitario. Sin embargo, no existe evidencia científica de estos efectos.

¿Por qué este ensayo es impreciso?
No existe una comparación con otro tratamiento o con un grupo de control no tratado que permita sacar la conclusión de que se recuperan mejor los expuestos al CDS, como señaló la Sociedad Española de Microbiología a Maldita.

La Sociedad Española de Microbiología destaca que el supuesto ensayo simplemente registra la evolución de una serie de pacientes y contactos escogidos de forma “un tanto arbitraria”. “Todos ellos han sido ‘tratados’ con la droga milagrosa y el estudio se limita a describir los síntomas”, afirma.

Sumado a esto, se señala una ausencia de datos y la bibliografía no está justificada. En otras palabras, el estudio realizado en un reducido grupo fue practicado a personas que no fueron diagnosticados de COVID-19, no existía un grupo de control, y no hay pruebas para confirmar que están curados.

Tras afirmar esto, Kalcker aseguró que lo único que se opone al uso de CDS en el mundo es un informe la Agencia de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos (FDA), “la misma FDA que financió la creación del virus en Wuhan”, sostuvo. Sin mayor empacho, el experto en dióxido de cloro cita una de las teorías conspirativas en internet.

Lo anterior se señala pese a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha explicado que los coronavirus se pueden contagiar de los animales a las personas, esto es lo que técnicamente se conoce como transmisión zoonótica. Según un comunicado publicado el pasado 19 de febrero por la revista médica The Lancet, científicos a escala mundial criticaron y desacreditaron las teorías de conspiración que afirman que el nuevo coronavirus tiene su origen no en animales, sino en un laboratorio estadounidense. 27 autores de la publicación afirmaron que condenan “enérgicamente las teorías de conspiración que sugieren que COVID19 no tiene un origen natural”.

La peligrosidad del dióxido de cloro fue advertida por la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (ARCSA) el 8 de mayo cuando afirmaron que “al no poseer Registro Sanitario ecuatoriano, no se puede garantizar su seguridad, calidad y eficacia, por lo que representa un riesgo para la salud de la población”. Es decir, el consumo de este producto no se recomienda por la autoridad sanitaria nacional.

La Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas expresó su preocupación sobre la posibilidad de usar dióxido de cloro como medicina. La comunidad advierte que el producto no es apto para el consumo humano y reflexiona sobre la cuestionable apertura que los legisladores le dan a prácticas pseudocientíficas.

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