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Entrevista a Wilson Araque: “Necesitamos estimular la creatividad”

miércoles, 23 diciembre 2020 - 03:29
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Un coctel de pesimismo por la crisis económica; miedo por la situación sanitaria y bolsillos bajos marca esta época de pandemia. Pero hay salidas, como plantea el académico ecuatoriano Wilson Araque, quien comparte con Vistazo las claves: adaptación al cambio, resiliencia y creatividad.
 
No hay manual ni libro que diga cómo vivir esta experiencia. Solo nos queda un método: prueba y error. Probamos y acertamos; o bien, probamos y erramos. Quien habla así es Wilson Araque Jaramillo, catedrático universitario que cumplió 50 años de vida en plena pandemia. 
 
Es vicerrector de la Universidad Andina Simón Bolívar y director del Área de Gestión. Sabe de leyes y economía. Es pionero en la investigación académica sobre el emprendimiento. Pero vuelve a los cimientos de la biología evolutiva de Charles Darwin, a quien se atribuye la cita según la cual, quienes no logren adaptarse a los cambios no podrán sobrevivir en condiciones desafiantes. En diálogo con Vistazo, el académico explica cómo construir herramientas de adaptación y resiliencia, en un país acostumbrado a innovar poco y copiar mucho. Además, dónde pueden estar oportunidades en medio de esta coyuntura. Y cómo administrar las finanzas personales en medio de la crisis económica y sanitaria que vive el país.
 
Usted afirmó que para 2021 el salario básico no debió incrementarse. Esa posición se impuso, si bien no es popular entre los trabajadores. ¿Cuál es el argumento?
El criterio de partida es que todos quienes formamos el tejido productivo nacional debemos arrimar el hombro. Hay dos parámetros para definir el incremento salarial. El primero es el índice inflacionario. En ciertos productos no hubo aumento sino disminución de precios. El ejemplo más claro, uno va a un centro comercial y ve letreros de descuentos. Durante muchos meses, la gente compró lo básico, alimento y medicina, las compras se restringieron El segundo parámetro es la productividad laboral, es decir, qué tan bueno es el desempeño de las empresas, en función de los trabajadores.
 
¿Y qué dice este indicador?
En la cuarentena dura, entre el 17 de marzo y los primeros días de junio, estuvieron empresas cerradas (micro y pequeñas empresas). Hagamos un símil con el deporte, si un jugador está lesionado y pasa meses inactivo, hasta que recupere el rendimiento requiere tiempo. En el Observatorio de la Pequeña y Mediana Empresa (PYME) de la Universidad Andina hicimos un estudio a inicios de mayo. Hallamos varios indicios, un cóctel de pesimismo por la situación económica, miedo por la crisis sanitaria y un consumidor con los bolsillos bajos, porque perdió el empleo, o le disminuyeron la jornada y consecuentemente le pagan menos.
 
¿Cómo salimos de este escenario?
Hay un cambio de comportamiento del consumidor. Ahora se buscan productos bioseguros. Además, como están bajos los bolsillos van a requerir productos más baratos. Entonces se abre una oportunidad para los productores nacionales. Al mismo tiempo esto es un desafío. No solo pesa el precio, también el producto debe ser bueno, porque no se puede imponer “consuma lo nuestro” por decreto, sino por calidad.
 
¿Qué nos hace falta para mejorar la calidad, para innovar?
Es clave el tema del buen servicio. En nuestro país el servicio al cliente es un deporte nacional. Iba a escribir sobre el emprendimiento de corta vida. Este artículo se titula: “De los Food Truck a los Barber Shop”. Hubo un boom de estos emprendimientos; competían a partir del precio y no de la calidad y la innovación. Tendemos a eso, sale uno y el resto copia. Si ahora actualizara ese artículo se llamaría “De los Food Truck a los Barber Shop y a los micromercados de barrio”, el problema es que todos hacen lo mismo.
 
¿Por qué el ecuatoriano no es innovador?
Tengo una cátedra sobre pensamiento sistémico, en ella desarrollamos un capítulo titulado “Pensamiento por asociación de Ideas”. En síntesis, las ideas no vienen solas, surgen porque alguien escuchó algo, relacionado por la experiencia sensorial (olfato, vista, oído, tacto, gusto). Todos somos creativos, pero nos hace falta estímulos para la creatividad. A veces falla desde el sistema educativo, por muchos años era basado en la memoria, entonces, ese conocimiento duraba tres minutos, pero no nos enseñaban a pensar. Pensar es enseñar a dar pinchazos a la imaginación. Trabajo a partir de dinámicas, con grupos de cinco o seis personas, y les pido que escojan un producto a cada una. Empezamos a desarmar, figuradamente, encontrando las bondades de cada uno y encontramos de dónde vinieron las ideas. Es una manera de crear estimuladores.
 
¿Estimular nuestra creatividad es adaptarnos?
También buscar oportunidades. Todo está por descubrir en términos de bioseguridad. Otro ejemplo. Las empresas constructoras de viviendas. Hasta antes de marzo, planeaban edificios sin priorizar el espacio físico. Pensaban en vender unidades pequeñas. Pero ahora que ya conocemos un confinamiento, y ojalá que no volvamos a una experiencia similar, ya las constructoras deben haber dejado en segundo plano los acabados, para enfatizar el tema del espacio. La pandemia nos genera cambios. Aparecen nuevas oportunidades, cuando regresemos a una realidad distinta, ya habremos cambiado, empecemos por el teletrabajo y la teleeducación. No regresaremos al cien por ciento de la presencialidad. Muchas empresas buscarán un esquema híbrido entre lo presencial y lo virtual, eso puede dar vida a nuevas ideas. La crisis es sinónimo de oportunidad, pero esto se cumple si uno se pone los lentes de la positividad. 
 
Darwin no lo planteó, pero ¿la adaptación es más importante que la resiliencia?
Van de la mano. La resiliencia es actitudinal. Alguien se cae, pero tiene la capacidad de levantarse, mientras más fuerte la resiliencia, más rápido se levanta. Pensemos en las empresas micro y pequeñas que cerraron de marzo a junio, más de tres meses, las que tuvieron capacidad de resiliencia tuvieron fondos de ahorro, ésas son las que tuvieron capacidad de sobrevivir. Es una tremenda enseñanza para las familias, tener un fondo ahorrado para una emergencia es muy importante. Ahora que algunos recibirán una bonificación (décimo tercer sueldo), es importante pensar cómo utilizarlo. Lo ideal sería que lo destinen para cubrir deudas.
 
Los créditos quirografarios del BIESS ayudaron en la crisis sanitaria a equilibrar la economía familiar, para cubrir salud y otras deudas. ¿Cómo manejarlos?
Desde las finanzas personales uno debe hacer esta diferencia; hay que cancelar las deudas que más dolor de cabeza me generan, las de muy corto plazo y con tasas de interés elevado. Cancele las deudas con las tarjetas de crédito, con casas comerciales que cobran las cuotitas famosas, y peor aún, si se endeudó con chulqueros. Eso no lo registran las estadísticas oficiales, ellos son los primeros que saben que las crisis son oportunidades de oro. El chulquero es tan desalmado que cuando presta algo busca apropiarse del patrimonio personal y familiar. Si la creatividad estaría al servicio del bien, el mundo sería otro. 
 
El expresidente Correa decía, en su momento, que el país estaba como un jefe de hogar, sin trabajo, pero podía pagar con tarjeta de crédito. ¿Es correcto?
Eso fue un absurdo. El ahorro sirve para dos cosas: la una es para inversión. En términos de economía familiar, comprarse una casa, hacerle mejoras o adecuaciones. La educación futura de los hijos es inversión. Pero siempre debe haber un colchón para situaciones de emergencia. Esa es una enseñanza de la pandemia. Un 15 a 20 por ciento debe estar guardado para situaciones emergentes, como una situación de salud.
 
¿Cómo deben usarse las tarjetas de crédito?
Así como cuando las personas compran la televisión y el celular reciben un manual del usuario, se debería generar un manual del usuario de las tarjetas de crédito. Hay diferencias entre las tarjetas de crédito puro y las de pago inmediato. La primera le da opción de pagar por cuotas, cumplir con pagos mínimos. La segunda le pide que pague la totalidad del consumo. Es importante conocer la diferencia para evitar cometer el error de meter la mano al bolsillo y usar la primera que salió. Si va a comprar alimentos o víveres de consumo inmediato, la recomendación es pagar en efectivo, tarjeta de débito o con tarjeta de pago inmediato. Relacione el plazo del crédito con el tiempo del consumo del bien que va a adquirir. Si va a comprar un auto a crédito, lo recomendable es cuatro a cinco años, para que realmente sea beneficioso un auto debe estar ese tiempo en sus manos. Quien cambia de carro cada año pierde plata. 
 
¿Cómo enfrentamos la época de diciembre y la tentación de endeudarse?
Ahora, estamos llenos de promociones. Es necesario tener mínimos conocimientos porcentuales. Le dicen que le dan el 50 por ciento de descuento en el segundo producto, la verdad, es que le venden dos productos con el 25 por ciento de descuento cada uno. El dos por uno representa cada producto a la mitad. Vivimos momentos de austeridad y protección de la salud. Hay familias que en estas épocas viajaban, que organizaban fiestas y cenas. Este es un momento distinto y la gran enseñanza es que debemos empezar a ahorrar. 

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