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Creó 2.500 personalidades en su mente para soportar las violaciones de su padre

martes, 6 octubre 2020 - 07:02
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Jeni Haynes es una mujer que desde antes de los cuatro años fue violada por su padre de forma repetida.
 
Mientras él cometía este delito, ella fue pasando de personalidad en personalidad hasta haberse identificado en unos 2.500 perfiles distintos.
 
Fue una proeza de su cerebro que le permitió seguir viva para contarlo. Hoy, los alter ego de Jeni se van colando en su vida y aparecen mientras habla.
 
Durante el juicio, Jeni adoptó varias de esas personalidades sin que el tribunal desestimara sus testimonios, según explica la BBC.
 
Es extraño que una persona con trastorno de identidad disociativo pueda utilizar distintas voces para declarar contra el acusado y que esas versiones se tengan en cuenta a la hora de emitir la condena.
 
Esta vez, el tribunal consideró que la patología estaba vinculada al delito así que utilizaron esas versiones como prueba y condenaron al padre, Richard Haynes, ahora de 74 años, a una pena de 45 años de prisión.
 
Una de esas personalidades era la de una niña de cuatro años a la que se refiere como Symphony y que, con un tono de voz más agudo que el de Jeni, sigue formando parte de su identidad.
 
"No teníamos miedo. Habíamos esperado tanto tiempo para decirles a todos exactamente lo que nos hizo y ahora no podía callarnos", decía Jeni.
 
"Mi vida interior fue invadida por mi papá. Ni siquiera podía sentirme segura en mi propia cabeza", contaba
 
El hombre la mntenía asustada, le decía que podía leerle la mente, que mataría a su madre o a sus hermanos si siquiera pensaba en la violación.
 
"Me escuchó rogarle que se detuviera, me escuchó llorar, vio el dolor y el terror que me estaba infligiendo, vio la sangre y el daño físico que me estaba causando. Y al día siguiente decidía hacerlo todo de nuevo", continúa el relato del juicio recogido por la televisión británica.
 
Los alter ego de Jeni eran una estructura sofisticada dentro de su cerebro y cada uno de ellos le servía para enfrentar un elemento distinto del abuso.
 
Aunque su caso es realmente extremo, la disociación de la identidad es un mecanismo que los neurólogos reconocen como consecuencia del dolor: cuanto antes y con mayor frecuencia se experimenta, más grave se vuelve la patología.
 
Hoy Jeni tiene un doctorado en Derecho y Filosofía, pero sigue viviendo de una pensión porque su trastorno le impide tener una carrera profesional. Vivir con 2.500 voces en la cabeza es una lucha y, por eso, ahora Jeni se dedica a dar la cara y contar su historia para que no vuelva a repetirse.
 
La pesadilla terminó cuando cumplió 11 años, sus padres se separaron y es mudó de vuelta a Reino Unido con su madre.
 

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