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Elecciones en Bolivia: Ausencia de sentido común

jueves, 18 febrero 2021 - 12:07
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Más allá del resultado, Bolivia sin duda deja una lección en este 2020 de comicios electorales pandémicos.
 
Al adjetivo anterior podríamos agregar también características como atípico, cuestionado y emocional. Ojalá que para los bolivianos las elecciones no se transformen en un agujero negro, del que no tienen certezas y del que no conocen cómo saldrán.
 
Por supuesto que hago referencia a las polémicas elecciones presidenciales del 20 de octubre de 2019 que le costaron el cargo a Evo Morales.
 
Golpe o no, una parte de la población se tomó las calles para protestar de un supuesto fraude. Vale la pena recordar que Morales no debía presentarse a esa elección, pues en 2016 perdió un referéndum para eliminar el límite de dos mandatos establecidos en la Constitución Boliviana.
 
Aunque el 51.3% de los votantes rechazó el referéndum, Morales acudió al Tribunal Constitucional y al Tribunal Supremo Electoral para lograr presentarse. ¿Sorprendería que quienes lideraban estas instituciones eran fieles a Evo? Seguramente no. 
 
Como era de esperarse al caer, las reacciones no tardarían en llegar.
 
Para Venezuela o Nicaragua se trató de un golpe de Estado; mientras Estados Unidos negó que Morales haya sido derrocado y afirmó que su salida ayudaría a resolver la crisis política que atravesaba el país.
 
Con Evo fuera del terreno —y varios en la línea de sucesión a la presidencia que también salieron del juego—, Jeanine Áñez, senadora opositora asumió la presidencia interina mientras empezaba a reinar a la par el cinismo y la desfachatez.
 
Con esto no quiero decir que antes no hayan estado presentes, ya que es muy probable que solo volvieran con nuevos colores.
 
Para ejemplificar lo absurdo, Áñez llegó con la Biblia bajo el brazo, orgullosa de devolverla al palacio presidencial. Se dedicó a despotricar sobre la gestión de Morales, dijo que no sería candidata y que llamaría a elecciones en el menor tiempo posible.
 
Con el paso de los meses se demoró en llamar a elecciones, llegó la pandemia, dijo que sería candidata, recibió fuertes críticas y luego decidió retirarse de la carrera electoral. Un cuento bastante variopinto y común de los “líderes” latinoamericanos como ella. 
 
Con todo lo previamente comentado, se llamaron a las tan esperadas elecciones de las que rescato un nombre: Jorge “Tuto” Quiroga. El candidato por la alianza Libre 21 informó que abandonaba su candidatura porque no tenía posibilidad de ganar la presidencia.
 
Asimismo, resaltó que su único interés era tener un país mejor para todos.
 
De acuerdo a sus cálculos, si lograban derrotar a Luis Arce, candidato del MAS (Movimiento al Socialismo, partido de Evo Morales) en primera vuelta, el país evitaría una segunda vuelta que generaría nuevamente aglomeraciones y se ahorrarían 45 días para que el nuevo gobierno arranque en noviembre.
 
De una u otra manera Quiroga sacrificaba su candidatura por lo que para él y los de su línea ideológica sería el “bien mayor”, es decir evitar que vuelva el programa de Evo. 
 
En Ecuador con frecuencia nos encontramos con candidatos que no conocemos, cuya búsqueda en Google no es nada fácil, y que incluso los medios de comunicación no encuentran una foto para mencionarlos.
 
Un número de partidos infinito, con asignaciones improvisadas, con ausencia de bases o lineamientos, con escasa preparación para los candidatos, y así sucesivamente.
 
Escenarios conocidos a la perfección por quienes tienen un interés medio de lo que ocurre. Sin duda que existe el derecho a ser candidato, a participar de una elección, a ser elegido, entre otros cuentos rimbombantes y románticos que estamos acostumbrados a escuchar.
 
Pero, ¿vale la pena ser candidato aún sabiendo que no existen posibilidades de llegar? ¿Es correcto usar una  candidatura como plataforma de promoción personal? ¿Está bien asumir un desafío para el que no se está capacitado? ¿Tiene sentido aliarse con un movimiento que seguramente no esté en la próxima papeleta? ¿Vale la pena fragmentar el voto sabiendo que el único beneficiado será justamente ese actor que se quiere quitar del tablero? 
 
Con cuánta frecuencia vemos como para los políticos primero están ellos, después los intereses del partido y quién sabe después de cuántas prioridades se encuentra realmente buscar el beneficio para el ciudadano común.
 
Lo que ha pasado en Bolivia, ahora que estamos a puertas también de una elección, debería servir de análisis para todos esos que desde ya conocen sus escasas oportunidades de obtener una participación no vergonzosa.
 
Asimismo, pese a tener un número menor del que nosotros tendremos, ni siquiera todas las renuncias a candidaturas fueron suficientes para evitar que Evo vuelva al poder.
 
Sí, Evo porque es muy probable que dentro de los próximos años estemos conscientes de quién tiene el gobierno y quién tiene el poder. Desde este primo lejano nos llega una lección, una lección que nos toma por sorpresa cuando en realidad debería ser normal que el sentido común prime sobre los egos de tantos oportunistas. 
 
 

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