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El misterioso avión de Pablo Escobar que sigue hundido en el Caribe

martes, 23 marzo 2021 - 12:07
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Pablo Escobar es uno de los nombres más conocidos dentro del narcotráfico. Fue líder del cartel de Medellin, que sembró terror en Colombia; y una figura clave para trasladar droga desde este país sudamericano, hasta Estados Unidos.

Las operaciones de Escobar y sus aliados fueron responsables de al menos el 89% de cocaína que entraba a EE.UU durante los años 70 y 80. Para este propósito, el “patrón del mal” tenía designado un avión Curtiss C-46 Commando, de 23 metros; que terminó hundido en el Caribe tras un misterioso aterrizaje forzoso; y es el único resto de aquella época.

George Jung, un traficante de marihuana, le contó al periodista Bruce Porter que conoció a Carlos Lehder (co-fundador del cartel de Medellín) en prisión y que él estaba obsesionado con ser propietario de una isla y montar un imperio.

“Yo pensaba que era una idea ridícula: comprar una isla, sobornar a funcionarios de las Bahamas, atrincherarse y enfrentarse a los gobiernos del mundo al grito de: 'Aquí estoy, tengo mi propia isla, este es mi negocio de tráfico de drogas, iros todos a la mierda'”.

Jung temía que, si el Gobierno de Estados Unidos había derrotado a Japón, Alemania e Italia (en la Segunda Guerra Mundial), serían capaces de derrotar a Carlos Lehder en Cayo Norman, una isla de las Bahamas.

Finalmente, Lehder lo logró, llegó a Cayo Norman y su nombre se elevó hasta estar en el mapa de Pablo Escobar, quien se encontraba detrás de La Compañía, una organización empresarial que más tarde sería el cartel de Medellín.

Jung confesó que Lehder era “el hombre con las ideas correctas para que el negocio de la cocaína alcanzara su verdadero potencial de mercado”, y un avión sería la clave para hacer crecer su imperio.

En 1985, el cartel de Medellín apareció en la revista Time como una de las “empresas” más lucrativas de los Estados Unidos, debido a la venta de cocaína. Gran parte de estas operaciones se realizaban desde Cayo Norman, o mejor llamada la Isla de la Cocaína, además de ser el centro de operaciones y escondite de los narcotraficantes.

Lehder eliminó las entradas turísticas de esta isla y la convirtió en un paraíso criminal. Eduardo Sáenz Rovner, en su texto Carlos Lehder y los vaqueros de la cocaína, cuenta que “Hasta entonces Cayo Norman había sido un lugar de turismo para gente rica que quería tranquilidad y aislamiento. Lehder se apoderó de la isla y sus hombres, norteamericanos, colombianos y alemanes, hostigaron a los vecinos y visitantes a punta de pistola, uno de ellos, Norman Solomon, miembro del parlamento de las Bahamas... Y para que no quedaran dudas, un cadáver acribillado a balazos fue encontrado en un bote de placer a la deriva".

Lehder logró, a través de sobornos, que el gobierno de las Bahamas construya una pista de aterrizaje en la isla, protegida por un radar y funcionaría como punto de descanso antes de llegar a Estados Unidos. Con el paso del tiempo y el crecimiento del negocio, la Isla de la Cocaína se volvió un territorio propicio para el desenfreno, y Escobar y Lehder incluso se ofrecieron a pagar la deuda externa a cambio de liberar el espacio aéreo.

Carlos Lehder fue el primero en dar un paso en falso: intentó entrar en la política. Todo esto desencadenaría una serie de sucesos que terminarían dejándolo encerrado en una prisión americana, y a Escobar, muerto y enterrado.

El único vestigio de esos tiempos se puede ver claramente hundido en las aguas transparentes de las Bahamas. En 1980 el Curtiss C-46 Commando iba volando con un cargamento de droga pero nunca llegó a Estados Unidos. Nadie sabe exactamente por qué el piloto se vio forzado a realizar un aterrizaje de emergencia, pero el avión terminó varado en las aguas de una de las islas, llamada Gran Exuma.

Hoy, la Isla de la Cocaína dejó de funcionar y este recuerdo de los días de gloria del imperio de Escobar puede ser observado por turistas.

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