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Virus del control de precios

viernes, 22 mayo 2020 - 09:08
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    POR ALBERTO ACOSTA - BURNEO
     
    Con el COVID-19 ha llegado  una nueva oleada de intervención estatal en la economía.  Paralizados por el miedo al virus y sin  oponer resistencia, los ciudadanos  han cedido gran parte de sus libertades con la esperanza de que el Estado  solucione todos sus problemas. El renovado autoritarismo cree que tiene  superpoderes para moldear la economía y la sociedad a su antojo. Pero la  realidad es distinta, y cuando los ciudadanos despierten de este letargo se  darán cuenta de que confiaron todas  sus esperanzas a quien no tiene el poder para cumplirlas. Entonces vendrá  nuevamente la desilusión.
     
    Aquí algunos casos recientes. Los  asambleístas plantearon bajar el costo de vida en 20 por ciento reduciendo arriendos, tasas de interés, etc. El  Gobierno fijó los precios de las pruebas en laboratorios privados para detectar la presencia del COVID-19.  El Consejo Nacional de Emergencia  dispuso fijar precios oficiales de insumos médicos, convirtiendo su incumplimiento en un delito penal.
     
    A primera vista, todas estas bienintencionadas iniciativas beneficiarían a los ciudadanos. Lamentablemente, solo demuestran el nulo  conocimiento de economía de nuestros gobernantes y legisladores, quienes arrogantemente creen que pueden fijar exitosamente los precios a  su antojo. Hagamos una revisión de  sus principales “olvidos”.
     
    OLVIDO 1: Los precios no son  un valor arbitrario fijado por los  productores a su antojo. Los precios reflejan la valoración que hacen los individuos que participan en  el mercado y la oferta que existe en
    ese momento. Es decir, los precios  (sin intervención estatal) siempre  permiten que la oferta y la demanda sean iguales y que se venda toda  la producción disponible.
     
    OLVIDO 2: Los precios dirigen la  producción y los recursos a los usos  más deseados por los consumidores.  Por ejemplo, cuando sube el precio de  los trajes de bioseguridad porque de  repente más gente los quiere, los ciudadanos están enviando un mensaje claro a los empresarios: produzcan  más trajes. El control de precios arruina este mecanismo de comunicación de consumidores a productores. No  olvidemos que no son los empresarios  quienes deciden qué y cuánto producir, sino los consumidores.
     
    OLVIDO 3: Los controles de precios eliminan los incentivos para que  los productores actúen. Cuando un  precio sube, hay un incentivo para que los productores aumenten la  oferta y satisfagan los deseos de los  consumidores. Pero si el gobierno no  permite que un precio suba, los productores no actuarán elevando su  oferta (provocando que los precios  vuelvan a bajar) y muchos consumidores se quedarán sin producto. Se  produce escasez.
     
    No caigamos presos del populismo económico y de las salidas “fáciles” como el control de precios. La  única manera de aumentar la riqueza en la sociedad es elevando la producción, siempre respondiendo a los  deseos de los consumidores. La preocupación de las autoridades debería  ser impulsar la oferta garantizando  que no existan barreras de entrada  para nuevos productores. Que sea fácil responder al “llamado a la acción”,  incrementando la producción cuando sube un precio. Recuerden que los  ciudadanos siempre somos los perdedores del control de precios, los cuales producen escasez y desvían recursos de producción hacia usos que no  son urgentes. 

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