<img src="https://certify.alexametrics.com/atrk.gif?account=fxUuj1aEsk00aa" style="display:none" height="1" width="1" alt="">

Torcidos en derecho

jueves, 3 septiembre 2020 - 03:13
Facebook
Twitter
Whatsapp
Email

    POR VÍCTOR CABEZAS
     
    En sus orígenes, las sociedades limitaron el uso  de las leyes para dos cuestiones fundamentales: regular el uso de la fuerza Estatal y proteger los derechos de las personas frente a los abusos.  El derecho no estuvo pensado para resolver problemas morales, ni para que todos los conflictos pasen  por el sistema jurídico. En realidad, el diseño inicial  del derecho confiaba en que la ciudadanía tomaría  decisiones basadas en la buena fe y que solo cuando  existieren abusos, las leyes intervendrían. Progresivamente el derecho se fue expandiendo hasta niveles  insospechados. Hoy, prácticamente, irradia todos los  aspectos de nuestra vida. El agua caliente de la ducha, el café, el Internet, el amor, la familia, la política, todo está atravesado por miles de normas.
     
    La expansión del derecho, sin embargo, no ha  derivado en una sociedad más justa. En realidad, parecería que este reino de leyes nos está privando de  la capacidad individual de discernir lo que es correcto. Mal contados hay 10 cuerpos normativos que regulan los carnés de discapacidad y los beneficios que  se otorgan a sus portadores. Quienes abusaron de su  poder y los obtuvieron a sabiendas de que su condición no ameritaba las ventajas del sistema, estaban  en derecho. Cumplieron un procedimiento, aplicaron un reglamento y sacaron su carné. Aun abrazando esa legalidad, ¿hicieron lo correcto?, ¿se pararon a  pensar si más allá de cumplir los miles de artículos,  era moralmente aceptable sacar esa acreditación?  No, la “legalidad” los relevó de esa carga. Veamos a  los políticos. Aquí no importa si en dos instancias  se ha probado la corrupción, tampoco importan las  pruebas, la desacreditación de la función pública que  conlleva las ínfulas de agarrarse del poder como un  buzo a su tanque de oxígeno, no importa la distinción ética del servicio público. No. Si no hay sentencia ejecutoriada, según las leyes, una candidatura a  los más altos cargos se puede dar. Observen cómo la  hiperregulación (hecha por los propios políticos) los  libera de la obligación de hacer un juicio ético y moral de su propio actuar. Podrán estar en derecho pero, en el fondo, viven torcidos.

    Más leídas
     
    Lo más reciente