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¡Superemos el miedo al cambio!

martes, 12 mayo 2020 - 09:54
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    Por Alberto Acosta Burneo
     
    La cuarentena para combatir el  COVID-19 frenó la actividad  productiva. La economía sufre  una iliquidez, que no es el resultado  de una escasez de dólares, sino de la  interrupción en la cadena de pagos.  Al haberse detenido la producción,  se detuvieron las ventas, los cobros  y los pagos de proveedores, sueldos, impuestos, etc. Estamos viviendo una crisis originada en la producción, que terminó contagiando a los  consumidores que, por falta de ingresos, redujeron sus compras. La economía ecuatoriana se contraería este año en –6,3 por ciento (FMI), y se  destruirían alrededor de 500 mil empleos. ¿Cuánto tiempo nos tomará  retornar a la “normalidad”?
     
    Será más complejo que “volver  a trabajar el lunes”. Es probable que  el impacto del virus se extienda más  allá de un año. Analicemos. 
     
    PRIMER DESAFÍO: Toma tiempo reactivar todos los eslabones de la  producción, que es un proceso que requiere de insumos y bienes de capital.  La cuarentena paralizó gran parte de  las cadenas productivas. La reactivación requiere que todos los eslabones  productivos vuelvan a producir. Por  ejemplo, un emprendedor que hace mermeladas deberá esperar a que  la producción de frascos de vidrio se  reactive, que se retomen las importaciones de papel para etiquetas y tintas, que la imprenta abra sus puertas,  la producción de cartón, etc.
     
    SEGUNDO DESAFÍO: El capital  de trabajo de los emprendedores se  ha esfumado. Durante el largo periodo sin ventas, igual debieron realizar  algunos pagos urgentes. La liquidez  desapareció. Para retomar actividades, no todos podrán acceder a financiamiento para recuperar capital  de trabajo. Quienes por su precaria  situación financiera no califiquen para financiamiento adicional, tendrán  que reiniciar sus operaciones de manera reducida con el escaso capital  de trabajo que les quede. El arranque  será muy lento (e incluso algunos no  podrán arrancar nuevamente).
     
    TERCER DESAFÍO: Sin ventas,  las facturas por cobrar se han acumulado y no existe certeza de cuánto  tiempo tomará recuperar esos recursos.  El problema se ve agravado porque la falta de ventas se trasladó inmediatamente a un retraso en pago  de sueldos y destrucción de empleos.
     
    CUARTO DESAFÍO: El virus  cambió nuestras preferencias. Algunos cambios son temporales, hasta  que aparezca una vacuna que erradique al virus. Por ejemplo, la demanda acrecentada de gel desinfectante.  Y otros cambios son permanentes:  mayor uso de servicios de entrega  a domicilio y comercio en línea. Esto significa que muchas actividades  tendrán que reinventarse. Este proceso no es sencillo ni rápido. Los bienes de capital y procesos productivos  no siempre son fácilmente convertibles a otros usos. Pensemos, por  ejemplo, en un cine al que el público  ya no quiere ir para evitar aglomeraciones. Para darle otro uso, debe invertir en adecuaciones. Habrá actividades que no reabrirán.
     
    El científico Charles Darwin aseguró en su teoría de la evolución que  las especies que sobreviven no son  las más fuertes ni las más rápidas  ni las más inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio. ¡Para prosperar en medio del  COVID-19, eliminemos trabas burocráticas y legislaciones arcaicas para  liberar el espíritu emprendedor! ¡Superemos el miedo al cambio!

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