<img src="https://certify.alexametrics.com/atrk.gif?account=fxUuj1aEsk00aa" style="display:none" height="1" width="1" alt="">

Sistema disfuncional

jueves, 3 septiembre 2020 - 03:01
Facebook
Twitter
Whatsapp
Email

    EDITORIAL
     
    Con 20 binomios presidenciales, la papeleta electoral para  2021 no solo es un atentado  visual para los votantes, sino que es  el claro reflejo de un sistema político disfuncional. ¿Cómo llegamos a  este retrato perverso de la democracia? Sus responsables son una mayoría de políticos preocupados por  sus intereses, que han buscado garantizar su permanencia a través de  disposiciones como: requisitos mínimos para ser candidatos; el financiamiento del Estado para sus campañas; facilidad para crear partidos;  dificultad para que desaparezcan  partidos y el amparo electoral para  ser impunes a los delitos.
     
    En Twitter, el cantante AU-D,  con una broma donde se presentaba como jefe de campaña del grupo  Tranzas, inició una avalancha de más  de mil respuestas sarcásticas: “Mi binomio es Godzilla… leí un libro…gané un concurso de historia…etc”. La  realidad de esta burla, la sintetiza un  tuit en ese mismo debate: “El país  no aguanta más candidatos aparecidos”. ¿Por qué cualquier desconocido  o cualquier exconocido puede considerarse que tiene méritos para dirigir los destinos del país? Hay una dosis de narcisismo personal y también  el hecho de que los partidos políticos han priorizado en sus nominaciones a personas no preparadas para los cargos, solo por ser conocidas.
     
    El nacimiento y la muerte de  los partidos es también otro aspecto que impacta en la cantidad y ca lidad de las organizaciones políticas.  Con apenas un requisito de cinco por ciento de firmas del padrón  electoral, se puede registrar un movimiento político nacional. La falta  de democracia interna en los partidos impide el relevo y el ascenso de  cuadros políticos, que como solución deciden crear sus propios movimientos. En consecuencia, en una  misma tendencia política hay varios  partidos, cuya principal diferencia  está en los nombres de sus dirigentes. Está multiplicidad de partidos  permite la corrupción de “alquilarlos  o venderlos”. Si el nacimiento de un  partido es fácil, la muerte se extiende después de años de velorio. Son  algunos los partidos que no lograron el cinco por ciento en dos votaciones consecutivas, pero por triquiñuelas legales siguieron vigentes y  hay algunos con denuncias severas,  se mantienen por conveniencias políticas, como ocurre con cuatro partidos con candidatos presidenciales  en esta papeleta y paradójicamente  hasta puede haber resurrección para  algunos, como resultó con Adelante.  De las disfunciones perversas,  dos tienen origen en la Constitución de 2008, donde se determinó  que el Estado financiaría totalmente las campañas electorales y la participación de aquellos que no tuvieran sentencias penales ejecutoriadas.  Anterior a estos supuestos avances,  recibían el fondo electoral solo los partidos que tuvieran más del cinco por  ciento de la votación nacional y no podían ser candidatos quienes tuvieran  un juicio penal. La existencia de ese  fondo partidario es parte del atractivo para aventurarse en una contienda electoral y el exigir sentencia ejecutoriada permite utilizar la ley como  escudo de protección a políticos con  sentencias por delitos muy serios.
     
    En la coyuntura crítica, hay que  demandar definiciones de los candidatos con respecto a este caos electoral y exigir a quienes sean elegidos  las reformas para curar estas disfunciones. Ecuador merece una democracia pluralista, con varias tendencias, pero sana. 

    Más leídas
     
    Lo más reciente