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Salario en Ecuador, ¿se cierra otro ciclo?

lunes, 14 diciembre 2020 - 02:12
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    POR CARLOS ROJAS ARAUJO
     
    El Gobierno decidió no elevar el salario básico para este 2021. Con ello,  el país abre un ciclo en el que probablemente se replantee el concepto de  remuneración, productividad y calidad  de vida, bajo un debate que a muchos inquieta: el futuro de la dolarización. 
     
    La referencia histórica demuestra  que Ecuador, cada 20 años, muda la piel  de su esquema monetario incidiendo,  para bien y para mal, en la capacidad adquisitiva de la sociedad.
     
    En el inicio de la democracia, entre  1979 y 1980, la Cámara de Representantes (Poder Legislativo) duplicó el salario mínimo y sorprendió al joven presidente Roldós. Eran los últimos meses  del ‘boom’ petrolero que dio forma a  una clase media amortiguada. El salario pasó de dos mil a cuatro mil sucres  que equivalían a 143 dólares. 1980 fue  el último de varios años en que Ecuador  gozaba de una moneda estable, cotizada en torno a los 25 sucres por dólar.
     
    Analistas de la época señalan que  la distorsión que generó esa medida,  más política que técnica, aceleró el  descalabro económico, la inflación  y las devaluaciones. Por dos décadas
    se elevaron los salarios en sucres,  aunque su valor adquisitivo se pulverizaba con la misma rapidez que  la popularidad de los presidentes.  En 1984, el sueldo básico valía 67  dólares; 55 en 1988 y 39 dólares para 1990. El desastre llegó en 1997  cuando cayó a 25 dólares y luego a  18 en 1998 y a ocho en 1999 para  valer solo cuatro dólares en enero de  2000, tras morir el sucre y con él la  hiperinflación…
     
    Las medidas compensatorias de  ese año pusieron el básico a 57 dólares y las siguientes dos décadas significaron un alza constante de 15 dólares en promedio cada enero.
     
    Hoy, el ecuatoriano con empleo  adecuado gana al menos 400 dólares.  Tiene el tercer salario más alto, luego  de Costa Rica y Chile con la ventaja  de recibirlo en una moneda que no  se devalúa por veleidades internas.
     
    Veintiún años después de dolarizarnos, Moreno y su Ministro de  Trabajo pusieron fin a la tendencia  mecánica de subir el salario. Y suavizaron el impacto político de la decisión con un bono estatal para desempleados y gente con los salarios más  bajos. Ese subsidio costará 40 millones de dólares y es una medida marginal para un país que solo entre noviembre de 2019 y octubre de 2020  perdió 245.660 afiliados. La dramática caída que reporta el IESS demuestra que la urgencia no es la remuneración, sino la falta de empleo.
     
    La pandemia destruyó la economía y aceleró con dureza la transición hacia nuevas formas de trabajo  y generación de recursos. Los ecuatorianos están listos para ese cambio,  aunque los políticos no logren consensuar el diseño de esas nuevas reglas de juego. Unos insisten en que  a la empresa privada le corresponde  multiplicar el empleo y que para eso  hay que esperar la siempre esquiva  inversión de capitales.
     
    Otros, como los tecnócratas del  correísmo, dicen -aún con timidez que el salario en dólares es un factor  que desalienta la creación de fuentes  de trabajo y ante esa realidad, cabe
    hablar de una renta básica unificada  con “fuentes alternativas de liquidez”. Es una cuestionable opción para enfrentar, quizás, el tercer ciclo del  Ecuador en materia salarial y monetaria, donde el único compromiso debe ser el proteger la dolarización.

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