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De regreso

jueves, 3 diciembre 2015 - 08:00
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    Como no existirán suficientes timbres cambiarios para abastecer la demanda, éstos subirán de precio y habremos retornado a las devaluaciones.

    Desde 2003, Venezuela no permite el libre acceso al dólar a sus ciudadanos. A través de organismos estatales, se administra la venta de divisas bajo un sinnúmero de restricciones que crearon un mercado negro de divisas, agravaron el desabastecimiento e impulsaron la corrupción.

    En Ecuador, el gobierno también analiza seriamente restringir el acceso a divisas para el comercio exterior. Este mecanismo sustituiría la salvaguardia de balanza de pagos que, a solicitud de la OMC, deberá ser retirada en 2016. Pero a diferencia de Venezuela, en Ecuador el dólar es la moneda de curso legal. Entonces ¿cómo restringir el acceso a dólares para la importación cuándo éstos están en los bolsillos de los ciudadanos?

    El exvicepresidente, Alberto Dahik, propone crear un “timbre cambiario” que funcionaría como un permiso para importar. Los dólares no podrán ser utilizados para comprar en el exterior sin una autorización oficial que deberá ser adquirida en el mercado de capitales.

    Para alcanzar la meta oficial de reducir importaciones, en el mercado no existirán suficientes “timbres cambiarios” para abastecer la demanda de todos los ciudadanos. Con más compradores que timbres en el mercado, su precio subirá reduciendo las importaciones e incrementando su costo. Por ejemplo, para importar 100 dólares habrá que pagar 130 dólares. Como contraparte, la recaudación que se obtenga por el “timbre cambiario” se entregaría a los exportadores para compensar su pérdida de competitividad por un dólar fuerte.

    Entonces habremos retornado a las tradicionales devaluaciones porque cada dólar alcanzará para importar menos, mientras que el exportador recibiría un valor superior al que efectivamente vendió. La propuesta es oportuna para el gobierno en su afán de restringir la salida de divisas, pero es perversa para los ciudadanos y contraria al eficiente desempeño de una economía de mercado. El que el “timbre cambiario” se negocie en el mercado de valores, no elimina el tufo a dirigismo económico típico en los regímenes socialistas.

    Los daños a la economía serán importantes. Al crear artificialmente tipos de cambios múltiples, se fomentará la salida y tendencia de recursos en el exterior porque un dólar en el exterior alcanzará para comprar más que uno en el Ecuador. Se fomentará la concentración en los mercados porque las empresas con mayor liquidez podrían acaparar “timbres cambiarios” y así ganar mayor participación en las importaciones a costa de sus pares más pequeñas. La compensación a los exportadores se transformará en un subsidio que recibirán incluso las empresas más ineficientes.

    Es hora de enfrentar con responsabilidad el desafío de conseguir más dólares para nuestra economía dolarizada. En materia comercial, la única vía sostenible es la apertura de mercados. No caben nuevos experimentos para reducir importaciones cuando el origen del déficit comercial se encuentra en el desequilibrio fiscal y la reducida competitividad. La calentura no está en las sábanas.

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