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Obstáculos para contratar

viernes, 7 junio 2019 - 02:51
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    Justo, digno, equitativo son  algunos de los adjetivos más  usados en toda política laboral. Lamentablemente, estos  nobles objetivos distan mucho de  los incentivos creados por estas  leyes y, más aún, de sus resultados. “Defender” a los trabajadores  de los “malvados” empleadores es  la misión de la legislación laboral  vigente inspirada en el marxismo.  Esto se traduce en un micromanejo  de la relación laboral basado en la  desconfianza: excesiva rigidez en  jornadas de trabajo y fuertes restricciones a la terminación de la relación. En consecuencia, el empleo  adecuado es un “privilegio” de apenas cuatro de cada 10 ecuatorianos.  Expliquemos cómo la legislación  vigente “logró” ese resultado.
     
    A través de la fijación de salarios mínimos, los políticos ganan aplausos, pero destruyen empleos. Si, por ejemplo, el salario  mínimo se fijara en 1.000 dólares  mensuales se destruirían todos  los empleos cuyo rendimiento por  trabajador sea inferior a ese valor. 
     
    Las actividades con bajo nivel de  tecnificación y baja productividad  por trabajador son las más afectadas. El resultado: las empresas  contratan menos trabajadores, retienen solo a aquellos con mayor  experiencia y reemplazan por tecnología a los menos productivos.
     
    La terminación de la relación  laboral es fuertemente penalizada  desalentando la contratación de  personal. Si a un emprendedor no  le va bien en su negocio y debe  cerrar su operación al año, deberá  pagar casi cinco sueldos por indemnización. A los 10 años la indemnización sube a 14 sueldos y  a los 20 años a 59 sueldos (porque  se debe cancelar la jubilación patronal). ¡A los 25 años la indemnización llega a 70 remuneraciones!
     
    Los errores de contratación son  severamente castigados, por lo que  se transforma en una decisión costosa y de alto riesgo. Luego de haber invertido en reclutamiento y  capacitación, a ninguna empresa le  conviene despedir, a no ser que: las  ventas no sean las previstas o que el  empleado no tenga el perfil requerido para el puesto. Pero la excesiva  inflexibilidad del mercado laboral  hace que los errores de contratación  paguen elevadas indemnizaciones por despido. Esto reduce la eficiencia de la economía porque impide  que las personas sean empleadas en  las actividades que se ajustan mejor  a sus capacidades.
     
    Para el trabajador, un mercado  laboral inflexible implica escasas  oportunidades de ascenso porque  existen pocas opciones de empleo.  Es un mercado en donde los empleados deben aferrarse a su trabajo (aunque no les satisfaga) porque  no hay otras oportunidades en las  que puedan desarrollar todo su  potencial.
     
    Es hora de que pensemos en  las mayorías excluidas del mercado laboral formal, que ya suman  cinco millones de ecuatorianos. En  aquellas mujeres a quienes la ley  prohíbe trabajar por horas mientras sus hijos están en la escuela  o en los jóvenes que tienen como  prioridad estudiar, pero necesitan  un ingreso adicional…
     
    Urge crear una nueva ley que  entienda que la verdadera estabilidad laboral es el resultado de un  trabajo bien hecho, en una relación  voluntaria, en donde trabajador  y empleador están satisfechos. Si  queremos más empleo, no podemos seguir teniendo las leyes laborales más inflexibles de la región.

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