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Nueva oportunidad para todos

martes, 3 marzo 2020 - 10:48
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    Después de más de 15 años de  tropiezos y hostilidades, la relación con Estados Unidos comienza a mejorar. La visita del presidente Moreno a Trump abrió la  puerta a la firma de un tratado de libre  comercio. No olvidemos que Ecuador,  en 2006, no pudo concretar el acuerdo que estaban negociando los países  andinos con Estados Unidos debido  a la expropiación de la petrolera norteamericana Occidental durante el gobierno de Alfredo Palacio (que además  nos costó una indemnización de casi  1.000 millones de dólares).
     
    Al permanecer fuera del TLC  andino, los productos ecuatorianos quedaron en desventaja, al tener que pagar mayores aranceles  para ingresar al mercado norteamericano. Gradualmente, otros países  han ocupado nuestro espacio. Nuestra participación en el mercado norteamericano de camarón cayó de  12% en 2014 a 7% en 2019, fuimos  sustituidos por la India. Nuestra participación en banano cayó de 27% en  2009 a 16% en 2019, cedimos nuestro espacio a Guatemala y Costa Rica. En pescado, nuestra participación  pasó de 8% en 2008 a 7% en 2019,  perdimos terreno frente a Vietnam.  Y así, podemos seguir enumerando...
     
    ¿Cómo nos puede beneficiar un  acuerdo comercial? Los beneficios  del comercio nacen de las ventajas  comparativas. Expliquemos con un  ejemplo. Un cirujano puede hacer todas las actividades mejor que su asistente porque lo supera en todas las  tareas (ventaja absoluta). Sin embargo, su rendimiento es mayor si se dedica solo a operar y deja el resto de  tareas al asistente (ventaja comparativa). Lo mismo sucede en el comercio, porque genera riqueza para todos los países, independientemente  de su grado de desarrollo.
     
    Además, el comercio nos impulsa a dedicarnos a aquello en lo que  tenemos fortalezas, a especializarnos. Como resultado, aumentamos  nuestra capacidad productiva y eficiencia. El comercio elevará la competitividad de nuestra producción  porque reducirá el costo de los insumos y maquinarias. Los beneficiarios  serán tanto pequeños como grandes  productores, porque podrán ahorrar  en la compra de: etiquetas, empaques, envases, insumos, etc.
     
    Si solo hay beneficios en el comercio, ¿por qué hay productores que  temen a los acuerdos comerciales? 
     
    La apertura al comercio aumenta la  oferta de bienes y reduce sus precios,  obligando a los productores a competir, a ser más eficientes y a innovar.  Exige flexibilidad y esfuerzo. Requiere, además, que el centro de la política pública sea impulsar la competitividad. Esto implica trabajar en la  reducción de costos de producción (y  abandonar la sustitución de importaciones cuyo objetivo es elevar los  precios internos para supuestamente  “ayudar” a la producción, cuando en  realidad destruye su competitividad).
     
    El comercio nos permite ahorrar al comprar bienes producidos  más barato en el exterior y exportar aquellos en los que somos más  eficientes en términos relativos. Al  final del día, todos ganamos. Los  productores pequeños y grandes se  volverán más competitivos, y los  ciudadanos podremos comprar más  barato. ¡No dudemos de nuestras capacidades ni desaprovechemos esta  nueva oportunidad para enmendar  los errores del pasado y alcanzar los  beneficios del comercio!

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