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No hay humor en el acoso

jueves, 13 febrero 2020 - 03:53
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    El presidente Lenín Moreno que en  estos dos años de gobierno se ha  caracterizado por manejar un trato amable con los demás –con excepción de sus excoidearios, los correístas–  acaba de “meter la pata” por su afición  a contar chistes. Sostuvo que “los hombres viven amenazados de ser considerados acosadores y que para las mujeres  son solo acosadores los feos”. Los guapos, en cambio, son considerados “seductores”. Su comentario fue recogido  por la prensa internacional y localmente ha recibido una justa avalancha de críticas. A pesar de que ha pedido las respectivas disculpas, el enojo es grande.
     
    Al parecer no hay conciencia en él  mismo, ni precaución de su equipo de  comunicaciones para evitar los chistes, que si provinieran de un individuo  cualquiera no pasarían de ser desagradables, pero viniendo de un mandatario resultan imperdonables. Justificar el acoso, aunque sea en son de  broma, significa indolencia y falta de  empatía con las víctimas de este atroz  comportamiento. Ese mismo día del  mal chiste, Ecuador reconocía ante  la Corte Interamericana la indiferencia del Estado con la violación de una  adolescente por parte del vicerrector  de un plantel educativo y la exigencia de relaciones sexuales por parte  del médico del mismo plantel para  practicarle un aborto, lo que condujo al suicidio de la joven.
     
    Por machismo, se maltrata psicológica y físicamente a las mujeres.  Por acoso, se las viola e irrespeta, cada vez con más saña, por parte de las  parejas, por parte de extraños. Los  ataques no se limitan a personas de  escasos recursos o poca educación,  sino que alcanzan inclusive a mujeres que en teoría han llegado al pináculo de sus carreras. Un monitoreo de la organización Participación Ciudadana, descubrió que en la red  Twitter, 31 mujeres que tienen relevancia pública fueron agredidas con  los peores epítetos, solo por ser mujeres: “Rata, bruta, inepta, fea, meretriz, prostituta, imbécil, feminazi, corrupta, zorra, villana, robolucionaria,  víbora, sinverguënza…etc.”, son algunas de las expresiones.
     
    Según estudios de la ONG Care,  el acoso y la violencia contra la mujer  es un problema de graves consecuencias no solo físicas sino económicas.  En una reciente encuesta en las principales empresas del país, un 40 por  ciento de las mujeres ha sufrido alguna forma de acoso y se estima que se  pierden 4.500 millones de dólares al  año por esta causa, ya sea porque la  mujer no llega a su trabajo por la violencia doméstica o por acoso en la oficina o por presencialismo, que significa estar presente en el puesto, pero  no atender a lo que debe realizar por  miedo y/o dolor.
     
    Basta ya de banalizar un tema tan  serio. No se puede condonar, ni siquiera en son de broma, el acoso. 

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