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Niños burbuja: consecuencia de la sobreprotección

lunes, 30 noviembre 2020 - 11:26
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    POR ALEGRÍA CRESPO CORDOVEZ
     
    Veo a los niños y niñas  actuales y hay un aura  enorme de sobreprotección a su alrededor. Los padres  sobreprotectores son conocidos  como helicóptero y agenda. Estos  términos se aplican con mayor  frecuencia de la que creeríamos.  Incluso, nosotros mismos podemos calzar en esta “etiqueta”.
     
    Los padres helicóptero y las  madres agenda son aquellos que  están permanentemente detrás  de cada paso de sus hijos, de manera controladora. Las madres  agenda tienen \ planificada cada  actividad del día, cada momento, cada reunión de sus hijos e  incluso escogen sus amistades de  acuerdo a los que ellas consideran que es más conveniente. De
    igual modo, los padres helicóptero “sobrevuelan” las actividades  de sus hijos. Están calculando cada paso que darán sus hijos. Este tipo de padres sobreprotectores vigilan las tareas de sus hijos  muy de cerca y están como “supervisores” de las mismas.
     
    Son padres que se convierten  en guardianes de cada actividad  de sus hijos y que, de alguna manera, los obligan a volverse dependientes de esta dinámica ya que es  así como se han criado. El prototipo de madre agenda y padre helicóptero en la crianza, genera inseguridad, baja autoestima, falta de  autonomía y pocas estrategias de  resolución de conflictos.
     
    Estos términos se originan  con el psicólogo israelí Haim  Ginnot, quien escribió en su libro “Entre los padres y los adolescentes” (1969) las características principales de este tipo de
    padre, entre esas que hablan en  plural sobre las tareas de sus hijos: “Tenemos que cepillarnos los  dientes”, “tenemos que terminar   la tarea”, “la profesora debe ver  que nos portamos bien”.
     
    Esos padres están atentos  a cada movimiento e intentan  complacer a sus hijos en todo.  Pretenden ser quienes resuelven  los problemas de sus hijos y dar  solución inmediata a todo.
     
    Esta obsesión de tener todo bajo control y calculado acaba  siendo sumamente nociva para  todos los miembros de la familia:  los padres se sienten extenuados,  tratan de darles a sus hijos una vida dentro de una burbuja, que es  imposible, ya que se aprende al  caer, al equivocarse, al pasar momentos difíciles.
     
    Este tipo de relaciones acaban  ahogando y son la causa de serios problemas emocionales. Durante este año de pandemia se ha  intensificado este vínculo ya que  los padres han estado presentes  en casa por el confinamiento. Debemos estar conscientes de lo dañina que puede resultar la sobreprotección, y ser padres que críen  hijos autónomos y con vínculos  emocionales sanos.
     
    Que las generaciones de niños y adolescentes que han vivido la pandemia sean fortaleza,  luz y valentía. Depende de nosotros los adultos formarlos así,  es nuestro deber. 

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