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La tarea sigue pendiente

jueves, 22 agosto 2019 - 02:14
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    La destitución de cuatro  miembros del Consejo  de Participación Ciudadana por parte de la  Asamblea Nacional detiene las  pretensiones ilegales de trastornar lo actuado por el Consejo de  Participación Transitorio para  beneficiar al movimiento de Rafael Correa. Sin embargo, no resuelve el problema de mantener  un organismo cuya esencia es  ajena a la democracia. El mal no  está en sus miembros ni en la  forma de seleccionarlos, sino en  que siete personas, que pueden  ser fácilmente cooptadas, tengan en sus manos el control del  Estado y faciliten la adopción de  prácticas antidemocráticas.
     
    La destitución era una tormenta política anunciada desde  la campaña. Los miembros del  Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, hoy destituidos, infringieron la ley desde  que fueron candidatos. Carlos  Tuárez usó su collarín religioso  para promocionarse y el expresidente Rafael Correa en repetidas ocasiones hizo campaña  a favor de Victoria Disintonio y  Walter Gómez. Debieron haber  sido destituidos por el Consejo  Nacional Electoral, institución  que no hizo cumplir la ley. Lo  que vino después fue un sainete  que dejó en evidencia otra vez  la amenaza que representa para  una sociedad democrática este  engendro autoritario.
     
    Por principio la participación ciudadana no puede ser  canalizada a través del Estado. Los ciudadanos necesitan  agregar sus intereses a través  de organizaciones de la sociedad civil, demandarlos al Estado y no ser silenciados por  este. ¿O acaso hubo alguna investigación importante de la  corrupción y despilfarro por  parte del Consejo de Participación durante la pasada administración de gobierno?
     
    El Consejo, además, duplica  funciones que corresponden a  otros organismos: investigar a  la Fiscalía, auditar los recursos  públicos a la Contraloría y la joya  de la corona: el nombramiento  de las autoridades de control al  parlamento, donde están representadas las fuerzas políticas,  a través de una elección. De ahí  que es urgente la reforma para  que desaparezca la institución
    o que por ningún concepto tenga potestad de nominar autoridades de control. Sin embargo, para  que no subsistan vicios, la  nominación de estas autoridades  necesita de procesos de selección  técnicos, veedurías e impugnaciones. La tarea sigue pendiente,  si no hay arreglo permanente, en  el futuro volveremos a sufrir sus  nefastas consecuencias.

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