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La solución

viernes, 26 abril 2019 - 12:36
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    La falta de competitividad es el mayor problema de la economía ecuatoriana. Durante  la bonanza, los petrodólares y el endeudamiento elevaron la demanda, pero la oferta no  creció al mismo ritmo. Las políticas socialistas  crearon un entorno poco atractivo para la inversión y restringieron la oferta vía la sustitución de  importaciones. Como resultado, Ecuador se transformó en un país caro, con un tipo de cambio real  sobrevalorado en 31 por ciento.
     
    Con moneda propia, la “solución” habría sido  la depreciación del sucre que, en poco tiempo,  habría recortado de manera generalizada los precios internos empezando por los salarios. Ejemplifiquemos. Supongamos que los productores  de baldosas tienen problemas para competir por  sus elevados costos de producción, mientras que  las empresas de balanceados para la exportación  de camarón, que dependen de la importación de  soya, tienen una posición competitiva fuerte. La  devaluación habría destruido competitividad en  la empresa eficiente (al subir el costo de la soya  importada), mientras que habría beneficiado a la  ineficiente que podrá seguir vendiendo baldosas  sin tomarse la molestia de cambiar su estructura  productiva ni mejorar su eficiencia.
     
    Afortunadamente, esta opción ya no existe.  Ahora, la única salida es una reducción no generalizada en los precios vía una “devaluación  interna”. Esto implica un reajuste productivo y de  los precios exclusivamente en aquellos sectores  poco competitivos. En nuestro ejemplo, los productores de baldosas deberán reducir sus costos  y empleo hasta que vuelvan a ser rentables con  precios más bajos. En cambio, las empresas de  balanceados, que ya son competitivas, requerirán  menos reajustes productivos.
     
    ¿Cómo lograr el descenso en los precios?
     
    El gobierno debe eliminar el déficit fiscal para contener la demanda pública de bienes, servicios y  mano de obra que eleva sus precios.
     
    Para abaratar el costo de insumos, bienes de  capital y bienes de consumo, es necesario reducir  aranceles a niveles competitivos en relación con  países vecinos y eliminar trabas para-arancelarias.
     
    La eliminación deI ISD, además de abaratar  la importación, destruirá la barrera que existe  actualmente al ingreso de capitales. Junto con  la sustitución del arcaico Código Monetario y  la eliminación de los techos de tasas de interés,  se aumentará la oferta de dinero, reduciendo el  costo del dinero. El costo salarial ha subido, en  términos reales, muy por encima de la productividad del trabajo. Se puede lograr un ahorro, sin
    reducir el salario nominal, disminuyendo recargos por despido y permitiendo otras modalidades  de contratación como el trabajo por hora.
     
    La “deflación interna” tiene ganadores y perdedores. Los ganadores serán quienes sepan  realizar el reajuste productivo, innoven y sean  prudentes con el endeudamiento (porque caerán sus ingresos en términos nominales, pero  el valor nominal de sus deudas se mantendrá).
     
    Perdedores serán quienes no logren adaptarse,  insistan en las mismas técnicas de producción  y no reduzcan sus costos y precios provocando  estancamiento en sus ventas. ¡Demostremos que  el gobierno y el aparato productivo ecuatoriano  están a la altura de este desafío! 

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