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¿La bolsa o la vida?

martes, 28 abril 2020 - 08:33
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    Editorial
     
    Ese antiguo aforismo de los asaltantes españoles parece tan real en las actuales circunstancias. ¿Más contagio de covid-19 al  levantar la cuarentena o el colapso del  sistema productivo, paralizado por el  encierro?
     
    La cuarentena limitó el contagio, aunque el virus igual socavó la  capacidad hospitalaria y funeraria, sobre todo en Guayaquil, donde se ha  concentrado la mayoría de los casos.  Sin embargo, el encierro ha impedido la producción y venta de bienes y  servicios, en empresas grandes, medianas y pequeñas; en comerciantes  formales e informales; y con ello el colapso financiero de todos. La cuarentena era necesaria, pero no puede ser i ndefinida. Hay que encontrar la fórmula para frenar el contagio y al mismo tiempo no aplastar la economía.
     
    Nadie tiene pócimas mágicas, pero  lo menos que se debe hacer es discutir  y aplicar pautas a seguir, observando a  los países que han tenido éxito y aquellos que están por levantar gradualmente las restricciones. Esto último  sería el primer punto a tratar: ¿Cómo  hacerlo? El Gobierno debe ser transparente con los datos. La mentira sobre el colapso hospitalario y las cifras  de los muertos directos por covid-19,  y los muertos colaterales por no haber  recibido los tratamientos respectivos,  no se sostienen más. Al esconder las  cifras del alcance del virus, el Gobierno conspiró contra el objetivo primordial de la cuarentena: que las personas se queden en casa. Al levantar las restricciones, se necesitará transparencia  total en las condiciones sobre el avance de la pandemia.
     
    Más allá de la importancia de ayudar a quienes están graves, es primordial también el examen al mayor número de habitantes para saber si han  desarrollado una inmunidad al virus.  Quienes lo hayan hecho deberían incorporarse al trabajo. La actividad laboral no volverá a ser lo que fue antes  de la pandemia. El distanciamiento  social vino para quedarse, por lo menos hasta que se desarrolle una vacuna y se inmunice a toda la población.  Relajar las normas socavará el propósito de volver al trabajo.
     
    La economía del país no reflotará con las medidas de siempre. No se  puede seguir pensando en extraer recursos del sector privado, hoy famélico. Todos los países, salvo Ecuador y  Bielorrusia, están concediendo ayudas  para volver a producir. Ecuador necesita hibernar, como dice Augusto De la Torre. Hay que refinanciar las deudas  y encontrar recursos frescos en los organismos multilaterales, pero para esto hay que eliminar entelequias que  no caben en un mundo post-corona.  La primera es revisar los subsidios, el  de los combustibles, por ejemplo, focalizándolo en el transporte público y en l as actividades artesanales y además,  liberar la importación de combustibles, para no subsidiar la ineficiencia  de Petroecuador. Hay que reformar  también el complejo sistema laboral  del país, que por sus excesos impide  que se generen nuevas contrataciones,  pero igualmente, los empresarios no  pueden abusar como lo hicieron durante la etapa de la tercerización.
     
    En definitiva, necesitamos un  nuevo Estado, descentralizado, que  regule y controle, en lugar de ser el  dueño de lo ajeno. Para lograrlo hay  que elegir bien: no vendedores de humo, ni personas impreparadas para  las funciones. Esta crisis los ha desnudado a todos.

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