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¿Educación o adoctrinamiento?

jueves, 28 febrero 2019 - 10:55
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    La educación en el Ecuador atravesó por  un profundo proceso de transformación  durante el gobierno de la Revolución Ciudadana. Siguiendo el modelo prusiano, el Estado  reguló hasta el más mínimo detalle: creó un currículo estandarizado, textos oficiales y pruebas  para garantizar la calidad del entrenamiento. Los  colegios y profesores se vieron obligados a obedecer estos mandatos oficiales. Este modelo, del  que con suerte pueden librarse algunas escuelas  privadas, está matando el deseo natural de nuestros hijos por aprender.
     
    Inspirada en la industrialización, la educación  oficial trata a los niños como una mercancía dentro de un proceso estandarizado. La educación se  reduce a una memorización interminable de datos  y fechas que solo sirven para ser regurgitados al  momento del examen, e inmediatamente ser olvidados. Las características que queremos para nuestros hijos no las podemos evaluar mediante pruebas estandarizadas: liderazgo, coraje, innovación,  creatividad, motivación, resiliencia, curiosidad, etc.
     
    Esta fábrica de producción en masa no está  hecha para educar pensadores independientes.  Y lo más grave, es que desconoce las particularidades de cada individuo: los que aprenden más  rápido tienen que ajustarse al ritmo de un mítico  estudiante promedio, y aquellos que van más lento, fracasan antes de empezar.
     
    El modelo educativo en Ecuador es, además,  un campo fértil para el autoritarismo. La planificación centralizada de la educación no permite  cuestionar contenidos. Más que educación, es  adoctrinamiento para moldear las opiniones de  nuestros hijos. Prioriza los intereses colectivos  (que en realidad son del grupo en el poder), frente al deseo de nuestros hijos de poder controlar  su propio destino.
     
    Debemos abandonar este modelo de educación que permite saber, sin aprender. Que genera  estudiantes sin curiosidad académica. Que crea  expertos en tomar pruebas, sin pensamiento crítico. La alternativa está en basar la educación en un  modelo de libertad. Toda educación efectiva tiene  su origen en la motivación personal por aprender,  en los intereses de los estudiantes, en la curiosidad.
     
    Una educación basada en la libertad requiere  pensamiento crítico para que los alumnos hagan  preguntas, experimenten y encuentren las respuestas. Pasar de las preguntas factuales (quién,  cuándo, dónde), a preguntas interpretativas  (por qué, cómo).
     
    Albert Einstein reflexionó sobre este desafío:  “En realidad es casi un milagro que los modernos métodos de enseñanza no hayan estrangulado ya la sagrada curiosidad de la investigación,  pues, aparte de estímulo, esta delicada planta  necesita sobre todo de libertad; sin esta se marchita indefectiblemente. Es grave error creer que  la ilusión de mirar y buscar puede fomentarse a  golpe de coacción y sentido del deber”. ¡Liberen  a los colegios, profesores y alumnos de esta visión estatal de educación que está creando una  sociedad de borregos! 

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